Muy deprimido caminaba por alguna avenida capitalina, como me puede suceder esto a mi?, no es justo, que decepción, con mis manos en los bolsillos y la mirada perdida unos rayos de sol calentaban mi cuero cabelludo, horror, terror, dolor, quien ha visto algo así, no te preocupes Policarpio lo superarás, me decía a mi mismo mientras me daba palmaditas en mi espalda. Deambulé por la ciudad por un rato, un tiempo no constante, sin ideas racionales, con mi mente fijada en una idea cierta y palpable, como coño habían podido aumentar el precio de la Coca-Cola?
Igualito como siempre y otra vez en mi cuarto las notas de "So lonely" por The Police me hacían compañía, "Alerón" mi perro fiel pedía a gritos cariño, el loro repetía alguna grosería que le había enseñado y yo sumido en mi tristeza lanzaba una pelota contra la pared. Me levanté y me miré al espejo, unas calcomanías viejas de mi niñez aún lo adornaban, demostrando que la goma con que las hicieron era más resistente que mi propia existencia. Las mismas preguntas, las mismas respuestas, repetido, viejo, gastado, nada nuevo la verdad, lo mismo de siempre, la vida simplemente pasando y yo mirando.
La vida de superhéroe por momentos hace mella, metí dos franelas y un traje de baño en un morral y me lancé hasta Maiquetía, de allí un avión con destino a La Isla, a la bella Margarita, a descansar, a disfrutar del sol, del agua de mar, tomar coco frío y respirar el aire marino para limpiar mis pulmones agobiados por el smog de la capital. Sentado sobre una toalla, con el ruido de las olas del mar disfrutaba yo de un delicioso siete potencias, de pronto un ruido ensordecedor irrumpió en mis oídos, "que es esto?, me pregunté, al mirar hacia un lado vi como en la calle y a toda mecha pasaba una moto poderosísima, su piloto vestía ropas de Harley Davidson, en aquel calor algo incomprensible para mi pensamiento lineal. Me paré y caminé hacia donde se había estacionado el misterioso personaje, de pronto y al quitarse el casco me di cuenta que se trataba de una dama, una dama en moto y que iba a comprar unas empanadas a la playa.
A pesar que el ruido había perturbado mi tranquilidad continué mi camino hacia la extraña dama, ella muy tranquila pedía empanadas de cazón para llevar y parecía no inmutarse por nada. En el tarantín de las empanadas pedí una simplemente con la finalidad de joder al parque y ver de que se trataba aquel personaje vestido así en aquel calor, cuando la dama fue a pagar me adelanté y dije "yo le invito las empanadas, eso si me debe decir que carajo hace usted vestida así en este calor?, la mujer recelosa pagó y ni siquiera me contestó, me echo una mirada de arriba a abajo se colocó su casco y se fue haciendo ruido en aquella máquina infernal.
Gustosamente descansaba en la habitación del hotel donde me hospedaba cuando viendo la televisión escuché que una famosa locutora de la isla había desaparecido unas horas atrás. Traté de no hacerle caso a la historia pero mi curiosidad y mi pacto con la humanidad dominaron mi cerebro, al parecer había desvanecido de un momento a otro, nunca llegó para hacer su show de farándula y entretenimiento a la estación de radio, su moto había aparecido en un pueblo llamado Juan Griego, pero de ella no existía ningún rastro. Por un momento intenté de olvidar el asunto pero a los dos minutos me encontraba en el lobby del hotel haciendo preguntas a ver si alguien sabía algo. Según entendí la conocida locutora venía denunciando la presencia de un grupo de holandeses en la isla que se dedicaban al tráfico ilegal de sustancias prohibidas, “Lami, Lami Cabagnes se llama la locutora” me dijo el empleado del hotel. "Coño Policarpio, pensé "estás de vacaciones, no te las vayas a joder, además esa mujer con ese nombre más raro, anda a saber tu en que anda."
Racionalidad, esa palabra me acompañado toda mi vida, sin lugar a dudas no era racional no joderme las vacaciones porque la pobre mujer tuviera un nombre raro, alquilé un carrito y me embalé a buscar a la misteriosa dama. Mi primer punto de búsqueda fue Puerto Cruz, una playa en donde los surfistas se reunían a practicar su deporte, beber caña y meterse sus alucinógenos. Con mi wet suit puesto y con la vida aprisionada por el mismo empecé a correr olas, los locales me miraban con recelo, algunos turistas simplemente ni me miraban, y yo seguía tratando de pararme en aquella tabla poseída por Neptuno. Finalmente pasó lo que tenía que pasar, me llevé por el medio a un surfista, nos dimos un carajazo bestial, y después de tragar agua y haber partido la tabla estaba acostado en la arena rodeado de surfistas arrechos que me querían matar. Les metí un cuento, les dije que era detective y que estaba buscando a Lami, los surfistas de inmediato camabiaron cara y se mostraron colaboradores pues Lami, al parecer, era una especie de semi-diosa en la isla con su voz ronca y sus programas entretenidos.
Otro grupo de surfistas observaba a lo lejos, "los holandeses" me dijo uno de los locales, en ese momento supe que eso era todo lo que tenía que saber, me despedí y les regalé el wet suit, caminé por la playa hasta llegar a un grupo de holandesas que esperaban por sus surfistas en la orilla, me presenté y les di mi dirección de correo electrónico para ver si querían hablar por ahí e invitarme a Ámsterdam en algún momento, ellas sonrieron y prometieron escribirme. En cuestión de segundos tenía a los holandeses mirándome con cara de pocos amigos, les dije que era vendedor de cera para tablas y tintes de pelo, y que estaba buscando clientes, les ofrecí unos precios irresistibles, eso si, tendrían que acompañarme al depósito en donde guardaba los productos.
Se subieron al carro conmigo tres holandeses, quienes hablaban felizmente en inglés conmigo y se preguntaban como carajo lo había aprendido tan bien, los mareé con unos cuentos de cuando surfeaba en Australia y de mi batalla a muerte con un tiburón blanco llamado “Ian”. Cuando los surfistas se habían relajado aceleré el carro a velocidades inesperadas, los holandeses al principio se reían, luego gritaban, después lloraban, "ahora me dicen no jodas, donde está Lami, donde está la locutora no jodas o nos matamos pal carajo los cuatro" gritaba yo mientras aceleraba a más de 180 km/h en la peligrosa autopista de la isla, los tipos no soltaban prenda y ya a 220 km/h y rodando por el canal contrario uno de ellos me gritó que me parara que el iba a confesar todo.
Sin pensarlo mucho reduje la velocidad pero para que quedara constancia que estoy loco de bola me metí contra un kioskito que vendía cocadas y escoñeté todo lo que tenían en el, con el carro en la arena y los holandeses golpeados por el carajazo me dispuse a hacerlos hablar, eso si primero tuve que quitarles unos dólares para dárselos al margariteño al que le había reventado su puesto de ventas. Los holandeses se gritaban entre ellos en su idioma, dos de ellos salieron corriendo y no pude detenerlos pero le hice una zancadilla al otro y me le lancé encima, le metí un puñado de arena en la boca y se la hice tragar, luego lo arrastré hasta el kioskito destrozado en donde metiéndole la mano en una batidora que todavía prendía lo hice hablar acerca de Lami mientras lo amenazaba también con amarrarlo por 3 meses comiendo chocolate y cochino asado para que perdiera los abdominales que tenía marcados.
El infeliz surfista confesó que el sabía que a Lami la iban a sacrificar en un acto surfista, un acto antiguo y salvaje, realizado para alabar a los Dioses del Surf, en la noche en La Restinga, otra playa de la isla, ahora el no sabía nada de estupefacientes ni alucinógenos, le metí otro puñado de arena en la boca y le di una patada en la boca del estómago. Le dije al margariteño que los holandeses me habían secuestrado y que este era el que venía manejando el carro, el vendedor lo agarró a palos también y yo me fui corriendo a buscar transporte para Porlamar.
Sin decirle nada a nadie pues de informar a las autoridades venezolanas seguramente Lami saldría sin vida por la actuación mediocre de las mismas, me armé con los clásicos materiales que necesita un loquito como yo para causar el caos, luego pasé por el hotel y alquilé otro carro mientras les informaba que había sido atracado por unos holandeses que me habían dejado botado en la carretera. Pasé por la 4D y me comí un helado de Nutella, con calma manejé hasta La Restinga y estudié el lugar a fondo para poder salvar a la famosa locutora. Leyéndome un periódico viejo que encontré dentro de la basura esperé a que llegaran los surfistas para realizar el sacrificio.
Comenzaron a llegar a golpe de 6 de la tarde, prendieron una fogata y clavaban sus tablas haciendo una especie de camino. Apareció un Jeep en donde traían a la locutora, cual sería mi sorpresa al ver que era la dama vestida de Harley Davidson que me había mirado feo en la mañana. La verdad me provocó pintarme el pelo, poner cara de holandés y quemarla viva también pero eso me habría marcado de por vida y no podría cargar con eso en mi conciencia. Unos 20 surfistas y sus mujeres bebían y celebraban, armaron una especie de altar con bamboo y allí colocaron a Lami, se escuchaban risas macabras y cánticos desconocidos.
Un carro misterioso llegó de pronto, del mismo se bajó el jefe de la policía del Estado Nueva Esparta y empezó a repartir alucinógenos a todos los surfistas, allí agradecí a mi ángel de la guarda que no se me había ocurrido avisarle a la policía porque de seguro Lami quedaría carbonizada cual chicharrón piche. El silencio se apoderó del lugar, todos los surfistas se colocaron en perfecta formación y el jefe de la policía ahora vestido con wet suit y una peluca amarilla se plantó al frente de la capilla crematoria que habían construido para Lami. Unos rezos prosiguieron y comenzaron a bañar a Lami con anis y ron, la pobre mujer con la boca tapada y vestida de guerrera de la carretera no la estaba pasando bien.
En ese momento comenzó a surtir efecto mi plan, aparecieron 5 muchachitos, vendedores de empanadas y maíz a los cuales les había pagado para que distrajeran a los surfistas mientras yo podía actuar. Los surfistas y el jefe de la policía trataban de ahuyentar a los niños que insistían en venderles unas empanadas y unos maíces cocidos. Pude ver como la tensión se estaba apoderando del ambiente pero el jefe de la policía y los surfistas usando la fuerza amarraron a los pobres niñitos y los pusieron al lado de Lami. “Carajo” pensé “no solo van a quemar a Lami sino a los chamos estos también”, sin perder ni un segundo pasé a la segunda etapa de mi plan. Prendiendo el carro que alquilé en fuego lo lancé por una ladera que daba a la playa, el carrito, ya el segundo que le escoñetaba a la empresa de alquiler agarró velocidad y explotó justo como lo había calculado unos metros antes de donde los macabros surfistas realizaban su sacrificio.
Mientras la atención se posaba sobre el carro en llamas, prendí unos fuegos artificiales que había comprado y que comenzaron a iluminar el cielo, la confusión reinó entre los surfistas quienes no sabían para donde mirar. Aquí prendí un radio reproductor con una musiquita que siempre llevaba para casos así y que me había grabado mi amigo Atanasio, una mezcla de Thrash Metal con Dark Metal, en ese momento los nervios y el caos se habían apoderado de la situación, corriendo por la arena con dos antorchas encendidas, un antifaz del zorro y una franela Rip Curl para no perder la nota surfista me paré al frente de la banda de traficantes.
Tengo que reconocer que en esos momentos de tensión me da por reírme, los surfistas no entendían de que se trataba todo y el jefe de la policía huía en su potente auto deportivo pensando que se trataba de un atentado perpetrado por el Cartel de Medellín. Algunos surfistas ante aquel espectáculo corrían y se lanzaban al agua con sus tablas, pues pensaban que le había llegado su hora, finalmente quedaron los tres anormales a los cuales había hecho sufrir la aventura en el carro. Tomando mi china y mojando un garbanzo en gasolina, para luego pasarlo por la antorcha disparé el primer garbanzo de fuego en la historia de la humanidad, el mismo le pegó en la franela a uno de los surfistas incendiándose al momento, otro de ellos al ver esto optó por correr hacia el agua y el último quien no era otro que al que le había metido la arena en la boca se abalanzó hacia mi con toda su fuerza.
Del golpe me arrancó el antifaz del zorro y al verme se arrechó más aún, trató de meterme arena en la boca pero con habilidad logré darle con la liga de la china en la cara pues no pude cargar el garbanzo, el holandés se retorció y le volví a echar arena en la boca, el hombre sin poder hablar se arrodilló y pidió clemencia. Me acerqué a los niñitos quienes no estaban muy contentos por haber terminado amarrados y casi chamuscados, les regalé mi china y prometí que la locutora los llevaría a su programa para que cantaran algo.
Finalmente solté a Lami quien al ver mi cara no sabía para donde agarrar, trató de explicar el por qué de su conducta en la mañana y hasta me dijo por qué llevaba ese traje de motorizada, yo la verdad no la estaba escuchando, su mirada tenía algo, esas cosas que no podemos explicar, extendí mi mano llena de arena y dije “Policarpio y por favor no pidas explicaciones de que hago aquí”, ella trató de darme un beso y simplemente me quité, los dos al unísono dijimos “igual que yo, yo hubiera hecho lo mismo”, le dí una palmadita en la espalda a la altura del hombro y me perdí en la oscuridad de la noche...
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15 comments:
Vaya la que se puede formar en unas vacaciones.....
:) besitos mi héroe...
Besotes y adelante
Chido, no es para menos. Volveré a echarle otra leída. Salu2!
hola! gracias por la visita :D por aqui nos estamos viendo
A lami esa tuvieron que amarrarla a una de esas tablas y ponerla a navegar en la laguna de La Restinga por maleducada... Pero Poli, mi Poli, es unico y no es rencoroso... todo por salvar a la loca de la moto... y segurito que ni te invito al programa...
Policarpio sigue haciendo de las suyas, ¿eh?
Pero permite que te diga que esta historia resulta algo menos intensa que las anteriores, me pareció algo más fría.
¡No bajes la guardia! Tienes mucho nivel.
k pex contigo, escribe mas intenso, plis. cuidate mucho.
Un encanto pasear por tu blog,
todo un "genio" de la escritura.
Besos Dino.
policarpio no descansa.
Ja!...Policarpio y sus historias entretenidas.
Me gusto!
Un beso
Es cierto lo q dicen en cierta tribu del africa, q cuando un hombre muere es como si se quemaría un biblioteca. Un saludo hermano, me encantó.
A ver a ver Jacobín, que me gustó, y a palabras necias, oídos sordos. A ver si se entiende (guiño). Un beso.
Sin duda Policarpio es un gran heroe para mi, me salva siempre y está pendiente de esta hada pintoresca!!! y lo mejor de todo, es que siempre, SIEMPRE le roba de las mejores y las mas grandes sonrisas.
Estoy encantada de brindar con Coca-Cola y ud. mi querido Dinobat.
Un abrazo fuerte y grande.
Peeeeeero.... que es eso de la CHINA EN PELOTAS¡¡¡¡¡¡¡¡...
Perdón, pero fue Dino o el intenso Sudakei, el que lo escribio?... osea, un mensaje pa la Fide?
Aquí estoy de regreso leyendo tus historias y como siempre mantienes mi atención hasta el final... :d
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