Friday, August 04, 2006

Difuntos


Todo empezó una calurosa noche, de esas en las cuales debes quedarte en tu casa y simplemente dejar que las horas pasen, todo empezó aquella noche en que bajé del puesto en donde me había escondido para llevarme a mi mismo y lidiar con lo incompresible del andar humano. Desde ese primer día en donde veo todo aquello se que ese es mi destino, que he de morir allí, que hay situaciones que aún a sabiendas que atentarán contra nuestras fibras vamos a tener que enfrentarlas, o no?, sería mejor huir, esconderse, refugiarse bajo las sábanas, evitar lo inevitable. Hay días en que me reclamo a mi mismo haber dado el paso con conocimiento de causas, hay otros en que acepto que soy un ser humano.

Abrí los ojos al compás del ruido de la respiración de esas voces que siempre me acompañaron, esas voces que te recuerdan que hay gente que nunca te abandonará. A los pies de mi cama, un periódico, como todos, con un titular, es solo que esta vez llevaba un mensaje claro. Una centella enviada para recordarme el porqué de mi estadía, todos los mundos, cualquier galaxia, tiempo o espacio poseen un equilibrio, hay quienes juegan con los buenos, otros defienden a los malos, un gran grupo solo observa, plácidamente, la manera como se mueven las fichas, en la búsqueda infinita de regocijarse al enterarse del veredicto final entre los que luchamos por el bien y los que propagan el mal por doquier.

La anciana del vicio, el ladrón de almas y la mentirosa traslúcida habían escapado, eso decía el titular, esa realidad hizo que brincara de la cama, el trío enfermizo vendría a buscarme, con su clásica sed de venganza, esta vez para una batalla final. Los superhéroes siempre creamos enemigos a lo largo de nuestras vidas, corrijo, ellos son creados en la fábrica de mierdas desechables del universo, es solo que usualmente tienen larga vida y todo el poder magnánimo del dolor humano para inyectar gasolina a sus deseos de destrucción. Enemigos de vieja data, mercaderes del mal, capitanes de la irracionalidad, monumentos al terror natural, eso eran, el trío asqueroso, son uno, son todos, y muy belicosos.

Estoy sentado en una silla, solo llevo una lista, siempre me han gustado las listas, más aún cuando contienen elementos para defenderme. Vienen uno a uno, esperan su turno revolcándose en la mierda de su existir. Recuerdo como me han hecho saber que el mal se canaliza fácilmente, el bien es solo cuestión de algunos. Yo se a que han venido, ellos saben porqué estoy allí, es solo que hay momentos en los cuales preferiría haberme escondido, pero allí me doy cuenta que alguien debe prestarse para recordarles a los bandidos que no están solos en el universo, que habemos quienes no nos doblegamos ante tanta maldad junta.

Siento el viento clásico que solo hacen las brujas cuando se acercan a toda velocidad en sus escobas malolientes, bazofia andante, pedazo de hiel, cerebro ausente en todo su ser. “Mi nombre, exijo me llames por mi nombre” dice la vetusta escaramuza, yo observo cada movimiento que hace con detenimiento, “sabes porque estoy aquí?, pregunta la vieja podrida, no me deja contestar y prosigue “quiero todo, todo de ti, llevármelo, para esconderlo en el basurero de mis sueños, para destruir tu andar.”

Hago el intento de hablar pero no me lo permite, enciende un tabaco oloroso, y despide su fétido humo hacia mi cara, grita con desesperación al ver que no llama mi atención, “porqué no te doblegas?,” vuelve a gritar mientras clava sus amarillentas y putrefactas uñas en mi cachete. “Para que has venido?, logro decir, “ya te lo dije” grita la viciosa. “Podrías decirme para que has venido? repito nuevamente, “mi nombre, quiero que me llames por mi nombre, que digo, quiero todo, todo, eso creo, mi nombre” grita desconcertada la anciana, vuelve a atacar con gritos aguerridos “todo, todo, debo llevarme todo, lo que no es mío pero me pertenece, lo que es tuyo pero no mereces tener”. “Vuelvo a preguntarte, para que has venido? le digo, ya la enfermiza y descerebrada solo balbucea que quiere la llamen por su nombre, el cual desconozco, le miro a sus ojos tristes y acabados, solo alcanzo a decirle “vuela lejos y no vuelvas, en mi mundo no hay cabida para el odio de tu nombre.”

Estoy sentado en una silla, solo llevo una lista, siempre me han gustado las listas, más aún cuando contienen elementos para entretenerme. Escucho los pasos falsiformes del ladrón, a veces rápido, a veces sigiloso, pero nunca mostrando su verdadero caminar. Saca cuentas a toda prisa pues no puede perder, acaso sabe lo que es ganar?, me insulta mientras sonríe, su odio se ve reflejado en su mirada vengativa. Saca unas monedas de su bolsillo, me pregunta en tono burlón, “cuanto vales?, me limito a mirarle, no respondo, aún no, “cuanto cuesta tu alma Policarpio?, vuelve a preguntar el ladrón, no obtiene mi respuesta, “cuanto cuesta comprarte Policarpio?, cuanto por ser el dueño de tu existir?, yo tengo muchas monedas como ves, cuanto vales amiguito?" continúa diciendo en tono asqueroso, convencido que seré uno más de sus secuaces, otra alma comprada por su poder.

Me saco una moneda de mi bolsillo, la última que me queda, se la entrego, el ladrón se regocija de tener una moneda más en sus arcas, ahora me dice, “la quieres?, quieres la moneda?, te la devuelvo pero si vendes tu alma, a mi persona, mi avaricia es ilimitada, soy una cagada, pero cagada con monedas, te vendes Policarpio?”. Contemplo aquel espectáculo doloroso, aquel pobre espíritu frente a mi, midiendo en monedas, buscando comprarme. Me pregunta si tengo más monedas para darle, revisa las suyas y las cuenta de nuevo, tiene una nueva se siente mejor, tener más es su condición, pisar y humillar es su diversión, le miro a los ojos y digo tranquilo “te olvidas imbécil que las urnas no tienen bolsillo, me quitas ahora, te llevas después, es solo que tu infelicidad límites no tiene, por más que trates siempre sabrás que nunca pudiste usar tus monedas en pro de llevarme”.

Estoy sentado en una silla, solo llevo una lista, siempre me han gustado las listas, más aún cuando contienen elementos para hacerme feliz. Escucho la voz de la mentirosa traslúcida, engañosa, tenebrosa, llena de elementos que ella sabe se alejan de la verdad pero que debe evocar con el fin de dañar. Es un títere manipulable, un peón a las órdenes de la cochinada. Ha crecido en la venganza, ha usurpado la esperanza, ha movido la balanza, ha molestado al que al final tocará la danza. Aparece de pronto, para amenazarme, su alimento constante, “Policarpio he venido a robarte, quitarte, desposeerte, todo he de llevarme, mi fuerza es directamente proporcional a la materia que tenga, adentro vacía, por fuera hermosa, dame tus cosas insolente paladín, no puedo arriesgarme en caso de sobrevivir.”

“Tómalo todo sucia piltrafa” alcanzo a decir, “llévalo lejos, muy lejos de mi, mío no ha sido pues no crezco de la posesión, mi espíritu crece en otra dimensión, tu necesidad palpitante por lo inanimado ha hecho sin dudas que me escape de tu sudoroso lado”. “Mutuo acuerdo has engañado, no me esperaba menos soldado, el plan con cuidado has desarrollado, la trampa mortal has querido poner, sin darte cuenta te has pisado el papel, tu truco vencido sobre ti caerá, no esperes venganza pues no llegará, lo mío era tuyo, lo tuyo del diablo, doy gracias al cielo de no verte más, yo espero tranquilo, sin mucho afán, pasado es pasado y así quedará.”

Estoy en el novenario, en el noveno rito, el último, la despedida a los difuntos que se han ido, pido una vez más por sus almas putrefactas, sonrío en mi interior al saber que no están. Finalmente venzo al sueño y despierto, ha sido una pesadilla, no podía ser de otra manera, en el mundo de los humanos no existen seres tan macabros, aunque debo confesar que yo los conocí. Solo me quedó sonreír pues la mentirosa traslúcida, el ladrón de almas y la anciana del vicio han permanecido en el olvido, al menos, en el olvido de la realidad, desde que comprendí que la justicia humana es de todos pero la divina es de quien la espera con paciencia…