Friday, October 07, 2005

Tomasito

En una sala de partos de un hospital capitalino una mujer daba a luz a un pequeño infante al que llamaron Tomás Enrique. Tomasito como le apodaron en su casa fue un bebé muy inquieto desde que lo llevaron a su casa, no dormía, lloraba todo el día y se negaba a tomar del seno de su madre. Su mamá trató de todas las formas y maneras habidas y por haber para que el muchachito se calmara pero nada dio resultado. Al cumplir un año Tomasito daba sus primeros pasos y se paró enfrente de la mesa de la sala y comenzó a largar todos los objetos que allí encontró contra el piso quebrándolos uno por uno. Después de esto agarró la andadera y la largó escaleras abajo partiéndose la misma en tres pedazos.

El comportamiento de Tomasito era el de un diablito empedernido, se quitaba los pañales y orinaba toda la casa y cuando trataban de alimentarlo le tiraba la comida a su pobre madre ensuciándola repetidamente. Al cumplir dos años se encontró un yesquero y le prendió fuego a la cama de su hermanita Beatriz causándole quemaduras graves en todo el cuerpo, después de esto su mamá habló con el cura de la parroquia para que le echara agua bendita y le bendijera al niñito, el Padre Ruiz se presentó en la casa y cuando sacó su potecito con agua Tomasito le metió un mordisco sacándole un tajo de la mano, el cura sin saber que hacer se fue enfurecido mientras le gritaba a la mamá que educara a ese animalejo salvaje que tenía por hijo.

Con 3 añitos Tomasito entró en el kinder y el primer día le pintó el pelo de azul a una niñita con tempera, le tapó los huecos de la nariz a otro compañerito con plastilina y colocó tachuelas en todos las sillitas creando un berrinche generalizado cuando todos los niñitos se pincharon. La directora del colegio llamó a la mamá de Tomasito y le advirtió que ese comportamiento no era aceptado en ese kinder y que de no mejorar el niñito tendría que ser sacado del colegio.

La mamá de Tomasito no sabía que hacer y lo llevó a un brujo pa' que le echara unos ramazos y le explotara un coco a ver si el muchacho se calmaba, en una montaña alejada el brujo condujo su sesión mientras se fumaba un tabaco, Tomasito lo miraba fijamente y sonreía, el brujo bailaba y echaba ramazos, cantaba y le ponía un gallo en el cabeza a Tomasito, de pronto y con una habilidad temible Tomasito agarró el coco que iban a explotar y mientras el brujo rezaba concentrado sentado enfrente del infante le lanzó el coco que le explotó al brujo en sus partes íntimas, el brujo arrecho y con un dolor tremendo lanzó cuatro maldiciones y le metió un ramazo en la cabeza a Tomasito y le dijo a la mamá "llévese a este ente demoníaco de aquí, yo curo gente normal no engendros infernales."

Al llegar a la casa Tomasito abrió todas las llaves de agua causando una inundación en la misma, su mamá ya desesperada lo llevó al psicólogo de niños. La doctora Pardo recibió al temible muchachito y lo sentó en una sillita, le dio unos creyones y le dijo "a ver Tomasito pinta algo", Tomasito agarró los creyones y pintó una mujer parecida a la doctora, abajo escribió "Ramera" y le entregó el dibujo. La Doctora salió del consultorio y le dijo a la mamá "mire señora este niñito necesita la ayuda de un psicólogo clínico, yo no lo voy a poder ayudar."

Tomasito entró a la consulta del doctor Larraín, "hola Tomasito" dijo el doctor "hola guevonzón" le dijo el niñito, "hay pero que grosero, te vamos a lavar esa boca con jabón" replicó el doctor, "atrévete bolsa" dijo Tomasito, el doctor se sentó y comenzó a mostrar a Tomasito unas tarjetas con distintas figuras, "que esto Tomasito?, "su esposa con otro hombre" dijo el niño, el doctor se acomodó en la silla y sacó otra tarjeta "y esto Tomasito?, "eso es un terrorista volando una estación de trenes", "a ver Tomasito y esto que es?, "un autobús lleno de niñitos que se cayó por un precipicio." El doctor se levantó de la silla y salió del consultorio y explicó a la mamá que al infante él no lo podía tratar, le recomendó a un psiquiatra especializado y se escondió en su oficina.

A la mañana siguiente Tomasito entró en la oficina de la doctora Márquez, "hola mi amor como estás, como te ha ido?, le dijo la doctora, "muy bien y a ti zorra sin destino?, dijo Tomasito, "bueno vamos a sentarnos aquí y vamos a conversar si?, la doctora habló por un tiempo con Tomasito y de pronto se empezaron a escuchar gritos, golpes, cosas que volaban y que se estrellaban contra las paredes, así emergió la doctora toda coñazeada, desbaratada, despeinada y con un tacón del zapato roto, le dijo a la mamá "señora conseguí la solución para Tomasito", la mamá apenada por el estado en que se encontraba aquella pobre mujer pero a la vez emocionada porque al fin una solución había sido encontrada dijo "ay si doctora, cuanto se lo agradezco, y cual es la solución?, la doctora con cara de arrecha gritó "múdese y no le de la dirección al hijo 'e puta ese que está ahí dentro en mi oficina"…….

Wednesday, October 05, 2005

Miedo

Se despertó a media noche, asustado, sudando, con el corazón latiendo rapidamente y todas las cobijas regadas por el piso, bebió un sorbo de agua del vasito que siempre se llevaba a la cama, y se puso en pie, caminó hacia la sala y se sentó en una silla, que me está pasando se preguntó, esto no es normal, coño estoy sudando, temblando, tengo frío, calor, y mis párpados palpitan, ay coño la pelona me persigue, ahora sí, ha llegado mi hora, carajo y no me confesé, pal' infierno voy a ir, ay coño no, ese candelero, y a llenar tobos de carbón, no no, que es esto?, ay coño me muero.

Todavía delirando en las horas vírgenes de la madrugada seguía sentado allí, carajo y nunca le dije que la amaba, coño y el cachorrito aquel que le dí una patada y rodó por un barranco, ay coño, y la señora si si la viejita en el banco, la que no dejé que se adelantara en la cola, y cuando me robé dos empanadas en el colegio, ay coño, me duele el costado, siento puyas en la cabeza, coño estoy todo jodido, ay carajo tengo las uñas de los pies moradas, coño coño tengo algo en el pecho que me late, ay ay ay, ahora si, me jodí, de esta no salgo, hay carajo tengo cinco dedos en cada mano, ay no, cinco, coño, estoy jodido.

A la mañana siguiente con cara de cansado y unas ojeras que le llegaban a la barbilla se montó en el carro y se embaló al hospital, se llevó a unos viejos que venían entrando en la emergencia y se tiró en el piso gritando, me muero, me muero, de inmediato enfermeras y médicos saltaron al rescate de este pobre individuo que desesperadamente pedía ayuda mientras decía "ay coño, me muero, y nunca me lancé en paracaídas, ay no, nunca besé a Virginia Elena, coño no!!!!!!!!!!, señor que le pasa? preguntó un médico, "ay no se, me muero, me duele todo, no se, ay ay ay". De inmediato lo llevaron a un cubículo y empezaron a examinarlo, en medio del caos el paciente le dijo a uno de los médicos, mire yo se que estoy jodido, pero no me diga que tengo, después que me hayan hecho los exámenes pasemenlo por escrito, yo no podría aguantar, ay coño, tengo algo duro en el medio del pecho, ay ay, tranquilícese señor decían médicos y enfermeras sin saber como dominar a esta bestia enfurecida, finalmente y después que el paciente había rasgado la bata de una de las enfermeras dejándola semi-desnuda en frente de todos los presentes le administraron un Doricum intravenoso y el paciente se durmió.

Cuando despertó tenía enfrente a un médico que le dijo "buenas señor Santana, como se encuentra?, yo?, muriéndome, no me ve?, ay me muero, mire le dijo el doctor, cálmese, le vamos a practicar todo tipo de exámenes para determinar que puede estar mal en su organismo, y no se preocupe que le vamos a tratar con la máxima profesionalidad y dedicación, ay que miedo gritó y con la misma agarró al doctor por las bolas, el médico se liberó lo más rápido que pudo y salió cojeando de la habitación y con cara de bolas exprimidas.

Entró una doctora muy arreglada y le dijo al señor Santana "Que tal, soy la doctora Sánchez, cardiólogo, y bueno vamos a comenzar por revisarle su corazoncito, así que cálmese y relájese que nada va a pasar, "ay coño ahora si, el corazón, yo lo sabía, ay ay ay", mire cálmese señor Santana, no le va a pasar nada, la elegante doctora procedió colocar los aparatos y realizar los tests necesarios al finalizar se despidió y cumpliendo la petición del paciente no dio ningún diagnóstico.

Seguidamente entró una muchacha y procedió a tomar muestras de sangre, Santana gritaba "ay carajo, sangre, me voy a desangrar, ay no, sálvenme", con la ayuda de cuatro enfermeros lo agarraron y tomaron las muestras de sangre y se retiraron al laboratorio para realizar las pruebas necesarias.

Entró un doctor serio y cara de culo, yo soy el neurólogo y vamos a hacerle una tomografía a ver como esta andando su disco duro, "ay ay ay, el cerebro, eso es, ahí esta la clave, estoy jodido, me muero gritaba Santana a todo gañote, finalmente le llevaron y le metieron en la máquina diabólica para ver en que estado se encontraba su cerebro. Adentro Santana se movía inquieto teniendo que repetir el técnico la operación en varias oportunidades, a todas estas pensaba, "el cerebro, listo, estoy listo, coño me habrá perdonado aquel carajito que tenía el disfraz del Zorro con la Z al revés y lo jodí hasta que se puso a llorar, ay ay ay, me muero."

Una pequeña y arreglada mujer entró al cuarto, buenas buenas señor Santana dijo, soy la psiquiatra, solo le voy a hacer tres preguntas y luego lo dejo tranquilo, a ver, a usted le gustan las manzanas o las peras?, "ay coño me muero, las manzanas, me muero, ay ay ay", ok, dígame usted que prefiere el día o la noche?, "el día, en la noche ay ay ay muero, me muero", aja, usted besa el labio de arriba o el de abajo?, "ay me muero, y usted me jode con estas preguntas?, me muero, me muero, pero beso el de arriba, ay ay ay, sálvenme!!!!!!!!!

Finalmente entró un médico que se presentó como el jefe del hospital, le dijo al señor Santana que podía irse a su casa y que allí tendría una carta con los resultados, estrechó la mano de Santana y le deseó buena suerte, "ay ay buena suerte, de bolas estoy escoñetado, buena suerte ay no, eso es lo que voy a necesitar, ay ay ay, me muero."

Santana llegó a su casa, se bajó del carro, y camino lentamente hacia la puerta, abrió el buzón y miró con terror la carta del hospital, "ay me estoy muriendo, lo sé, ay ay ay, que dolor." Con cuidado se sentó en una silla y abrió el sobre, adentro había una carta muy simple, sin muchas explicaciones, Santana leyó en voz alta,

Caracas, 29 de Octubre de 2005


Estimado Sr. Santana:

Después de examinarle cuidadosamente la Junta de Médicos de este hospital ha llegado a un diagnóstico final en su caso.

USTED LO QUE TIENE SON GANAS DE JODER!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Atentamente,


Los Médicos

Monday, October 03, 2005

Malleus Maleficarium

Al atardecer salía yo de un Congreso de Vagos sin Destino en la ciudad de Boston cuando dando un paseo por el Río Charles la ví sentada en un banquito, me llamó la atención pues leía un libro extraño, muy grande y ancho, con páginas que parecían haber aguantado todo tipo de embates a lo largo del tiempo. Allí tranquila estaba ella, vestida de punta en blanco y concentrada en su misterioso libro.

La fuerte brisa golpeaba mi cara y en un principio dude en acercarme, pero creo que una mezcla de frío, soledad y aburrimiento me llevaron a decir un tímido "hola", subió la mirada y cerró de inmediato el libro. "Disculpa no quise molestarte" le dije, con voz suave y elegante contestó "no te preocupes, ya me iba, está haciendo mucho frío, solo revisaba algunas cosas en este texto." Me permití preguntar de que se trataba aquel libro tan extraño y solo obtuve una respuesta "disculpa pero eso no te lo voy a contestar, no puedo, me podría meter en problemas."

Esto de nacer curioso es un problema y sino pego mi nariz en los cristales siento que dejé algo por hacer, sutilmente le dije a la misteriosa dama que si deseaba tomarse un chocolate caliente pues la verdad me llamaba la atención el misterio que rodeaba a aquel personaje. Caminamos lentamente, hablando, conociéndonos, simplemente dejando que las palabras fluyeran a medida que nos acercábamos al lugar. Ya adentro y más cómodos seguimos contando historias como si nos conociéramos desde tiempos inmemoriales, después de varias me atreví a preguntar su nombre. "Jana Drela" contestó con su voz exquisita y dijo "ahora me tengo que ir fue un placer conocerte", se levantó y se perdió en la oscuridad. No me dio tiempo de decir adiós pero al mirar enfrente mío pude ver como había dejado en una servilleta su número de teléfono.

Jodido y desconcertado a la mañana siguiente y después de una noche en vela pensando en aquel misterioso personaje que había conocido me decidí a marcar el teléfono, del otro lado contestó la misma voz que todavía retumbaba en mi mente, sabía que ibas a llamar, dijo entre risas, que te parece si nos vemos más tarde?, yo como siempre de vago y sin mucho que hacer le dije "pues claro, a las 2 de la tarde enfrente del Quincy Market" y tranqué.

A las 2 en punto estaba allí en pleno invierno esperando a ver si mi misteriosa amiga no me daría la espalda, finalmente y con unos minutos de retraso apareció. Nos sentamos tranquilos y nuevamente comenzamos a hablar de cosas mundanas y profundas. El tiempo parecía estar estancado, las palabras fluían con facilidad y sin querer nuestras miradas se cruzaron por enésima vez, ya adultos y dueños de nuestras vidas salimos del restaurant y nos fuimos a su casa.

Nunca había pasado por algo así, lo sentía como una especie de hechizo, y simplemente no podía creer la facilidad con que las cosas se estaban dando. Dormía yo en el sofá cuando de pronto sentí que algo caminaba por la sala, miré un tanto dormido y alcancé a ver una figura que solo podía ser sacada de un cuento, su sombrero puntiagudo con hebilla, su escoba y su traje negro largo la delataron inmediatamente, "coño pensé, estoy metido en casa de una bruja, coño Policarpio porque tu no puedes llevar una vida normal no jodas". Cerré los ojos para no levantar sospechas y en ese momento asocié el libro extraño con el traje de bruja, nuevamente me dije "carajo la bruja te echó un hechizo, y ahora te jodistes, por eso tanto recelo con el librito ese".

Durante un rato traté de disimular que dormía pero de pronto las luces del apartamento se prendieron y allí estaba tan escultural como desde el primer día. Sonrío suavemente, no tenía una verruga en la nariz ni llevaba medias de rayas negras, "que coño es esto" le dije, "tu estas jodiendo verdad?, Jana me dijo "todos los hombres son iguales, creen que pueden hacer lo que quieran con nosotras y por el simple hecho que dicen tres palabras bonitas ya se juran los dueños de una", yo respondí "no, no Jana, yo simplemente quería conocerte, no se, conversar no te pongas así", "si claro, seguro" respondió ella "todos son iguales, y tu no eres la excepción y por eso vas a pagar", sin más ni menos procedió a descargar todas las cosas que le pasaron por la cabeza sin ningún tipo de medida ni pasión, yo simplemente observaba a Jana poseída culpándome al parecer de sus desgracias y aventuras fracasadas.

Rabia, rabia es lo que me dan los hombres gritaba sin parar, todos cortados con la misma tijera, en ese momento empezó a decir unas palabras que no comprendía y pude notar como unas llamitas comenzaban a salir por sus dedos finos, aquí sin pensarlo pensé "esta bruja no me puede joder, o actuó rápido o me cocinan en una caldera", agarré un zapato y se solté por la cabeza, el sombrerito de mierda salió volando, y al parecer ahora Jana estaba más sorprendida que yo, "no me vas a fregar bruja del coño" grité, en ese instante unas llamaradas salieron de las manos de Jana y tuve que brincar hacia atrás del sofá, Jana reía incontrolablemente y profería improperios en mi contra, logré divisar unas manzanas encima de una mesa y salté para agarrar una, con toda mi fuerza y puntería le metí aquella roja manzana en la mitad de la frente y la bruja cayó desmayada ante mi.

Aquí fue cuando decidí hacer algo por todos los hombres que habían sido víctimas de una bruja en su vida, recordando mis estudios de la Inquisición decidí utilizar el método más idóneo para acabar con brujas y herejes, la hoguera, aprovechando que los cojines del sofá todavía ardían partí las patas de la mesa del comedor y les prendí fuego, allí coloqué el cuerpo rendido de Jana y después de darle un beso en la frente que por cierto estaba hinchada del manzanazo la eché a la hoguera para que se quemara eternamente. Busqué el libro extraño y lo guardé en mi maleta, salí a la noche fría y oscura y me despedí de Jana para siempre…