Thursday, November 03, 2005

Guerra

A todos nos llega la hora de ir a la guerra. El planeta lo reclama, la sociedad lo exige, las hormonas lo regulan. Tarde o temprano llega, sin avisar, se mueve con rapidez a través del viento, penetra y domina la razón. No tiene pasiones y sabe donde vivimos, nos lleva, nos arrastra, nos consume, nos acaba. Afloran los miedos, el mundo no se ve igual, las horas son eternas y la espera sin igual. A todos nos llega la hora de ir a la guerra, el temor de no regresar por siempre nos va a acompañar.

Para Juan Mariano Rivas la cosa no fue diferente, a él también le llegó su turno de servir, de pagar por el hecho de ser humano, de sufrir en carne propia los horrores del dolor. En una mañana de verano allí estaba parado con su uniforme, rodeado de otros que como él habían sentido la necesidad de alistarse. Todos jóvenes y llenos de ilusiones, con deseos que desbordan por doquier, con la convicción y creencia que lo racional terminará por hacerse de cargo de aquella locura temporal y la existencia volverá a la normalidad para seguir el cause que ha sido trazado para ella desde el comando de operaciones.

La transición de niño a hombre en cuestión de minutos no es nada fácil, simplemente llega y hay que asumirla, aceptarla, internalizarla, siendo esto nada más que una mentira mal contada pues asumir lo que conlleva terror per se no es tarea fácil en el esquema de los seres humanos. Aquí no hay manual, no hay leyes y aunque mucho han escrito los autores no es más que un intento fallido en tratar de darle forma a otro de los tantos misterios que dominan el curso normal de la vida. Asignado a un pelotón, Juan Mariano aún tenía serias dudas sobre que era todo aquello que estaba pasando, en su interior y afuera de él, órdenes iban y venían, el revuelo clásico del comienzo de una campaña más, el principio de un fin seguro que solo dejaría cicatrices.

Montado en aquel poderoso C-130 el soldado Rivas esperaba la orden para saltar al vacío, para internarse en lo desconocido. Sintió el frío viento de la noche en su cara, sus huesos se estremecieron, pensó en su madre y en la tranquilidad de su niñez, intentó calmarse dándose una respuesta que pusiera parches momentáneos a sus miedos. El paracaídas se abrió y Juan Mariano surcaba la oscura noche, abajo la densa selva le esperaba, pero mientras tanto el soldado Rivas flotaba y lo disfrutaba, nunca antes había sentido esa sensación, ver el mundo desde allá arriba, su corazón palpitaba con fuerza, la mezcla de sentimientos nuevos y desconocidos lo hacían apasionante, la tierra se acercaba con velocidad y finalmente la tocó.

"Ay coño" dijo Juan Mariano al doblarse el tobillo, de inmediato lo mandaron a callar, una vez liberado del paracaídas y con el pesado morral a cuestas el jefe del pelotón reunió a sus hombres y les impartió todas las instrucciones para conseguir el primer objetivo. Moverse sigilosamente por el río y llegar a la desembocadura en donde armarían una torre de radio para establecer un punto de comunicaciones. Cojeando y con dolor en su tobillo Juan Mariano caminaba y se arrastraba por el terreno fangoso y húmedo, finalmente y después de varias horas de tensa calma llegaron al lugar indicado y procedieron a armar el equipo. El enemigo estaba identificado y ahora ya contaban con una manera de comunicarse a través de la selva.

Después de montar el campamento y de recibir unas cuantas instrucciones más Juan Mariano cayó rendido. Soñó con un sin fin de historias sin sentido y a la mañana siguiente al levantarse se dijo a si mismo "esto como que no es tan difícil". A pesar de estar parado sobre aquella tierra caliente Juan Mariano no lograba olvidar la sensación del flotar, esa que le había invadido la noche anterior y que le acompañaría a lo largo de la travesía. El próximo paso no sería tan fácil, el enemigo estaba consciente de la presencia de seres hostiles en su círculo de acción y sin lugar a dudas repelería cualquier intento por apoderarse de su tan preciado territorio.

Caminando por la selva tupida y con un calor desesperante el pelotón se dirigía a tratar de tomar por sorpresa un puesto de combate del enemigo. De pronto una gran explosión sorprendió a Juan Mariano, un soldado que caminaba unos metros más allá voló por los aires al pisar una mina cayendo despedazado y sin vida. Una serie de pensamientos sin sentido y veloces pasaron por la mente del soldado Rivas. Sin mucho tiempo para ordenar ideas las balas comenzaron a invadir el espacio, al suelo, pecho en tierra, y a buscar donde cubrirse, Juan Mariano perdió la calma por unos segundos pero la voz del jefe del pelotón le ayudó a normalizar su ritmo cardíaco y accionar su rifle en contra del enemigo.

Intensas horas de presión y soledad, el sonido sórdido de las municiones que tratan de acabar con tu existencia y el horror en las caras de los heridos en combate. Explosiones de granadas y morteros, el olor a pólvora en el aire, la desesperación propia del momento. El fuego continuó por un tiempo más, que es un tiempo en la vida de un soldado?, finalmente la voz segura del jefe gritó "tomemos por el asalto el puesto, ya están disminuidos". En cuestión de segundos dos explosiones, varios gritos de horror y la tranquilidad de la victoria. Juan Mariano volvió a sentir que flotaba, los soldados muertos, las expresiones de terror y el calor agudo no importaban en ese momento de conquista, avanzar a toda costa en pos del objetivo final.

La guerra te da tiempo de encontrarte, es solo que usualmente te encuentras con lo que no conocías de ti mismo y da paso al miedo, por otro lado te brinda la oportunidad de pensar, de pensar en todo aquello que eres capaz de hacer y en las cosas que anhelas con pasión. Los sueños se avivan, la imaginación vuela, Juan Mariano flotaba, flotaba en ese espacio donde se mezclan lo desconocido con lo nuevo, en donde los niños se transforman y los sentimientos descubren que la razón es su enemiga principal.

Con intenso dolor en su tobillo Juan Mariano solo pensaba en la próxima confrontación, el soldado Rivas flotaba, seducido por aquel juego de la muerte. Escondidos en la selva frente a un pequeño caserío se escucharon los estruendos de las bombas que venían del cielo, con rapidez y precisión los soldados avanzaron, algunos cayendo víctimas de una bala que por obra del destino decidía juguetear en el aire impactando el cuerpo de algún humano que osaba atravesarse en su camino. El arrase fue total, el caserío prendido en fuego solo mostraba su alma desnuda y penetrada, Juan Mariano flotaba nuevamente, la misión iba cobrando forma, era solo cuestión de seguir recorriendo los caminos y de tocar los botones correctos.

Comunicaciones iban y venían, encuentros furtivos con el enemigo, algunas minas que acababan con la vida de algún insignificante soldado, alguna bala que rozaba el casco. Juan Mariano flotaba, viendo como el horror a su alrededor no podía detenerle, este juego de la guerra cada día le gustaba más, lo enviciaba, lo envolvía, lo atrapaba y le hacía delirar. El enemigo era parte de su vida, siempre ahí, presente, vivo, respirando, manteniendo la imaginación a mil por hora para buscar nuevas formas, nuevas maneras, nuevas técnicas, era solo cuestión de esperar.

Avanzando por la selva en día de lluvia y humedad agobiante el pelotón casi llegaba a su objetivo final. Luego de una larga espera y de uno que otro momento de tensión por pequeñas trampas colocadas por el enemigo el día del ataque final había llegado. Juan Mariano aún flotando, esta vez decidido, seguro de si mismo, escuchaba con atención las instrucciones, la fortuna tenía que sonreírle, después de todo aquello, de todas esas noches de desvelo, de conversaciones imaginarias, de crueldad y ternura, de dolor y alegría.

El ataque comenzó como cualquier otro, lo usual, las balas, la destrucción, el terror, gritos desgarradores, el pelotón continuaba avanzando a pesar de los duros golpes que recibía. Varias minas explotaron mermando la capacidad de aquel escuadrón, fueron cayendo como barajitas, uno a uno, la vida se escapaba en segundos, Juan Mariano flotaba en su desesperación, miraba a un lado y al otro, la soledad se hacía cargo de todo, un último grito por parte del jefe detuvo a Juan Mariano en seco, un grito de muerte, el soldado Rivas solo ante aquel enemigo bajó su rifle y se arrodilló pidiendo clemencia, una bala atravesó su corazón.

"Juan Mariano, Juan Mariano estás ahí?" decía la bella muchacha de ojos azulados, "me estas escuchando?, que te pasa?. Juan Mariano subió la mirada, "te estoy diciendo que no, no Juan Mariano, no me gustas para nada, yo no quiero nada contigo, nada que ver, somos amigos no lo entiendes?, repetía una y otra vez la dulce niña, "si no me vas a contestar me voy, tu y tus locuras, venirme a decir que me quieres, cero uno contigo Juan Mariano, amigos somos amigos no lo comprendes?. Juan Mariano volvió a bajar la mirada, Juan Mariano ya no flotaba…

Wednesday, November 02, 2005

Casada

Saliendo del médico para chequear mis niveles de adrenalina pude constatar que se encontraban muy bajos, los guerreros de la divinidad, como yo, necesitamos mantener el corazón latiendo a toda mecha, pero no latiendo fuerte mientras se flota pensando como un idiota en cualquier romance que terminará inscrito en los anales de las relaciones no consumadas. Los que hemos nacido así necesitamos poder palpar en nuestros paladares el sabor inequívoco de la sequedad extrema que provocan esas sensaciones que solo se experimentan pocas veces a lo largo de la existencia.

A la mañana siguiente y después de una noche de revisar mis cuadernos forrados de fieltro en donde mantengo mis notas secretas de "cosas por hacer" decidí llevar a cabo uno de mis experimentos, confieso que estaba indeciso, una de mis opciones era vestirme de policía peatonal y dedicarme a amargarle la existencia a cuanto conductor me diera la gana poniendo multas imaginarias y haciendo tomar el test de nivel de alcohol hasta dejarlos sin aliento. La otra opción y por la cual me terminé decidiendo era buscar un trabajo, identificar una mujer casada y tumbarle el marido solo para después dejarla con la finalidad de escribir una historia para mi libro anecdótico de las vivencias de un loco de nacimiento.

Vestido de flux y corbata imprimí un Currículum Vitae y me subí en mi carrito por puesto que me llevaría al Metro para poder repartir mi hoja de vida por ahí. Debo reconocer que gracias a la ladilla incansable que me montaron mis padres no solo tenía mi carrera sino dos postgrados en el exterior, conseguir trabajo sin lugar a dudas resultaría una tarea ardua pero al final con un poco de labia chimba, algo de conocimientos que se me pegaron en la universidad y una actitud entusiasta y alegre algo saldría por allí.

Caminé como un loquito, nada difícil para mi, no es lo mismo ser cuerdo y caminar como loco, que ser loco y caminar sin parar, paseé en ascensores, repartí chocolates a todas las recepcionistas para que no echaran en la basura mi hoja de vida y al menos se la llevaran a la persona encargada de recursos humanos dándome una ventaja considerable sobre todos aquellos infelices que solo entregarían su currículo sin entregar dulces. Cansado después de la ardua tarea me senté a tomar una Coca-Cola mientras pensaba en todas las cosas lindas que le iba a decir a esa desconocida que trabajaba en algún lugar de la metrópolis y que pronto sería mía o más bien eso creería ella.

Milagrosamente las llamadas para entrevistarme no tardaron en llegar, así nuevamente vestido de traje y con una sonrisa de comercial me dirigí a la primera entrevista. Sentado con la gerente de recursos humanos enfrente escuché con atención todo lo que se esperaba de mí y las bondades de la empresa. La dama de recursos humanos cuestionaba con sorpresa que como era posible que una persona con mis credenciales se encontrara descansando en su hogar, yo sin pensarlo mucho culpé a la tasa de desempleo y por supuesto a la viveza de querer obtener los servicios de alguien preparado a cambio de un vaso de leche y dos cesta tickets. Una vez que me explicaron todo el cuento la dama me dijo "tiene alguna pregunta?, yo le dije "si, en efecto, quisiera saber si aquí en la empresa hay mujeres casadas?, la tipa de recursos humanos que lo había escuchado todo menos mi pregunta totalmente desconcertante alcanzó a balbucear "y eso por qué?, no entiendo su pregunta". Yo con mi habilidad para dormir serpientes y convencer a un ciego de tirarse por una montaña esquiando le expliqué que existían teorías que demostraban que la gente casada trabajaba con más afán pues sentían la responsabilidad en sus hombros de una manera distinta a los solteros. La sorprendida mujer me dijo que iba a investigar sobre el tema pero que igual la empresa necesitaba de alguien como yo con urgencia y que simplemente empezara a trabajar cuando quisiera. Ni corto ni perezoso le dije "pues empiezo ya, y por cierto usted está casada?. La gerente asintió con la cabeza así como diciendo en su lenguaje de señas "jodida pero acostumbrada."

Sentado en mi puesto de trabajo prendí el computador y puse cara seria para que creyeran que estaba ocupadísimo, después de quince minutos me paré y le di una vuelta completa a la oficina en donde me fui presentando y averiguándole la vida a todas las mujeres que allí laboraban. Ya sentado nuevamente en mi oficina había identificado las posibles candidatas para mi ocioso experimento, finalmente y después de volver a recorrer la oficina a vuelo raso decidí que la víctima sería una atractiva mujer de unos 29 años, cabello rojo pintado, ojos azules y una pinta de estar más ladillada del marido que yo de mis voces internas.

Con sutileza me acerqué a su oficina y entablé una conversación de esas que parecen tontas pero que van destinadas a averiguar con precisión el abc de la vida de una persona. Después de un rato hablando la invité a almorzar a lo que respondió que estaba muy ocupada y que me avisaría cuando tuviera un tiempito libre. Al día siguiente volví a tratar obteniendo la misma respuesta y me dije "coño Policarpio estas perdiendo habilidades", vas a tener que aplicar otra técnica. Me la topé en el pasillo y pude ver en sus ojos la confianza esa de "me levanté a este guevón", yo con discreción saludé y seguí de largo sin cruzar otra palabra. No hay nada más macabro para la existencia de una fémina que ver con tristeza como el banquete que se estaba dando con un tipo atrás ha llegado a su fin. Paciente y tranquilo esperé por varios días hasta que finalmente apareció la susodicha diciendo "bueno te olvidaste del almuerzo o que?

Cagado de la risa internamente pero con cara de culo por afuera respondí que no me gustaba fastidiar ni perseguir a nadie y que por supuesto no se me había olvidado el almuerzo solo que había estado ocupado en algunas cosas de la empresa. "Entonces? dijo la dama "vamos hoy?, "si, si, como no, a la una paso por tu oficina" contesté. Allí en la comodidad de mi oficina recordé que no hay mujeres imposibles sino mujeres mal tratadas, es solo cuestión de aplicar la técnica correcta mi querido Policarpio me decía mientras saboreaba un sorbo de Coca-Cola bien fría.

Sentados en la mesa de un interesante restaurant observaba con detenimiento a la esculpida dama que sin ningún tipo de pena me atacaba con sus encantos. Yo calmado como siempre escuchaba sus historias y todo su intento por venderse, la dejé hablar de ella y de ella y un poco más de ella, hasta que finalmente le dije "y tu no eres casada?,. El semblante de la dama cambió de inmediato, "y como sabes?, "bueno mi estimada usted misma me lo dijo cuando nos conocimos", la voz de la mujer cambió y dijo "ay si, es que se me olvidan las cosas, es que ese marido mío, no se, yo de verdad no se que hacer". Sin yo decir nada la dama soltó toda una cuerda de letanías de lo difícil y desastroso que era su matrimonio, haciendo énfasis en lo malos que eran los hombres sin siquiera darse cuenta que yo por lo menos hasta donde sabía seguía haciendo pipí parado, después de recorrer los momentos más felices y más horribles que había pasado al lado de aquel monstruo me dijo "y tu que me cuentas?, yo la verdad ya estaba atolondrado pero convencido que podría hacer algo para salvar a la pobre dama de su desastroso lazo matrimonial, y me limité a decir que teníamos que volver al trabajo pues se hacía tarde.

Haciendo uso de todos mis encantos ataqué sin piedad a la susodicha, la agobiada damicela fácilmente cayó en mis cuentos chinos y mis promesas de un futuro mejor. Unas flores y unas noticas que había sacado de una página de Internet aunado a unas frases que me leí en una novela de Corín Tellado hicieron que la mujer flotara nuevamente. Varios almuerzos y unos zarcillos que encontré en una bolsa de piñata que había traído mi hermanito y que hice ver reales con una mezcla de barniz fueron conquistando a la bella damicela. Una vez que pude constatar que había caído tendida en mis redes desplegué mi plan maestro.

La invité a cenar y por el otro lado invité al marido también al mismo sitio haciendo uso de la cuenta de e-mail de ella, en el correo electrónico le decía al marido que se preparara porque esa noche se tornaría llena de fuego y pasiones. Llegué temprano a la cita y me senté a esperar muy tranquilo. En pocos minutos apareció radiante la bella dama y se sentó frente a mi. Sin dejarla decir nada saqué un cactus enano y se lo puse en la mesa, "para ti mi bella dama", la sorprendida muchacha mirando para todos lados sonrío forzadamente y me lo agradeció. Después de contarme algunas cosas la interrumpí y le dije "tu sabes que yo me tiro unos peos olorosísimos no?, la mujer que no entendía como el lord inglés que habitaba en mi se había esfumado sonrío sin poder dejar de mostrar su disgusto por mi comentario. En el acto procedí a agarrar un pedazo de pan y decir "esta vaina esta fría" y me la metí en la parte trasera de mi pantalón me senté y luego lo saqué y dije "listo calientito, recién sacado del horno". "Pero que te pasa Policarpio, estas bebido?, que es esto?, que son esas ordinarieces?, yo sonriendo le metí un mordisco al pan y agarré la copa de agua y se la eché en la camisa mientras gritaba "ahora si, evento de camisas mojadas", la dama se paró de la silla sin saber que decir y allí me le tiré encima dándole un beso con sabor a ajo puro, desde las tres de la tarde tenía par de dientes de ajo metidos en la boca y los había chupado con dedicación. La mujer al sentir aquel sabor espantoso me alejó y me dijo "no lo puedo creer, has roto mi corazón, que patán que eres Policarpio."

En ese instante llegó el marido quien se trasladó a la mesa para encontrar a su mujer con un tipo con cara de loquito y además bañada en agua. La dama le dijo "ay Juan Pedro, perdóname, yo no se que estaba haciendo, yo te amo". El hombre que no sabía a quien soltarle una mano optó por tratar de golpearme pero hábilmente lo esquivé brincando por encima de la mesa y pegando una carrera hacia la puerta mientras gritaba "que viva el amor, que lindo es."

Sentado en el techo de mi casa me sentía feliz, había logrado que una dama desesperada y hastiada de su marido recuperara la pasión por él, al menos por un día, mirando hacia el cielo me quedé dormido, no había perdido mis habilidades de levante, había conseguido un trabajo y me pude confirmar una vez más a mi mismo que aunque la grama del vecino siempre luzca más verde nosotros conocemos los huecos de la nuestra.

Sunday, October 30, 2005

Manejando

En mis días de juventud y ocio desaforado solía salir a pasear por la ciudad, a mezclarme entre la gente, a captar los movimientos misteriosos de las personas en su danza rutinaria por las calles, en uno de esos tantos días venía yo feliz de la vida cruzando una calle mientras mis manos se encontraban ocupadas por un perro caliente y un helado de Crema Paraíso cuando sentí un carajazo que hasta el día de hoy no he podido describir con palabras, el perro caliente salió volando cayéndole encima a un tipo que vendía mamones en un carrito de automercado, el helado se estrelló contra el parabrisas de aquella máquina maldita que me llevó por el medio y yo volé cual doble de película de cine aterrizando en el caliente y duro asfalto.

Mientras mi maltratado cuerpo procesaba todo lo acontecido lanzando alarmas de dolor, una dama arrecha y terminando de pintarse los labios se paró enfrente mío a pararme un peo mundial, “que riñones tienes tu” gritó mientras sacaba de la cartera un cepillo, “como te atraviesas así?, confieso que mi confusión era mayor, me dolía la vida y además una vieja mal encarada y furiosa lanzaba improperios contra mi pobre ser sin dejar en ningún instante de maquillarse y acicalarse, “a no mijito un día de estos te van a matar, voy tarde para el trabajo así que chaíto”, dio dos pasos y se volteó y gritó “ y además me ensuciastes el carro con el heladito ese”. Mi cerebro aturdido ordenó las piezas de aquel incidente y pude comprobar que había sido atropellado por una peligrosa mujer que manejaba mientras se maquillaba, que no conforme con llevarme por el medio se siguió maquillando mientras se cercioraba que no me había matado, que me dejó allí tirado porque iba tarde para el trabajo y que me reclamó que le había ensuciado su vehículo con mi helado.

“Pero que bolas tiene la vieja de mierda esta” pensé mientras el vendedor de mamones se acercó y me dijo “estas bien?, la vieja esa dejó el pelero y mire patrón yo no se leer así que no me pregunte por la placa”, “que coño voy a estar bien” contesté “me quedé sin perro caliente, sin helado, seguro que algo tengo fracturado y la vieja me armó mi peo cuando ella fue la que me atropelló”. Le entregué mi celular al “mamonero” quien después de intentar varias veces logró llamar a una ambulancia que me trasladó a un centro asistencial en donde me realizaron las pruebas necesarias para comprobar que no iba a morir de aquel ataque furtivo pero que mi tobillo estaba fracturado y el hueco en el coco requería de 59 puntos quirúrgicos para cerralo.

Entrando por la puerta del laboratorio de mi entrañable amigo Zoltan Forsternberg, científico sueco residenciado en los Altos Mirandinos, divisé una vez más el letrero que marcaba la entrada a su cuarto de experimentos, “Mujer al volante, peligro constante”. Una vez adentro y todavía caminando con muletas debido a la embestida violenta por parte de la vieja no identificada Zoltan me saludó amigablemente y me dijo “menos mal que solo fue un susto Policarpio, siempre te lo he dicho no existe nada más peligroso en el planeta que una mujer detrás del volante”. Zoltan llevaba años estudiando la conducta peligrosa, descuidada, animal y poco segura de las féminas al subirse a un carro después que una vieja que luchaba con su pequeño de 2 años para que se tomara el tetero, trataba de insultar a su marido vía celular por haber llegado tarde la noche anterior e intentaba colocarse unas pestañas postizas se lo había llevado por el medio dejándolo en un coma profundo por más de dos meses.

El científico sueco me dijo “Policarpio, es hora de vengarse, y tu eres el hombre indicado”, “tenemos que darles un escarmiento a todas las mujeres que pretenden manejar mientras hacen mil cosas a la vez poniendo en peligro la vida pobres mortales como tu y yo”. Vamos a causar terror en la ciudad para que las mujeres en definitiva empiecen a respetar las reglas básicas del conducir un vehículo automotor y a causa del miedo que provocará en ellas ser la próxima víctima de lo que seguramente los medios de comunicación llamaran “El Vengador Errante” tendrán máximo cuidado cuando se sienten detrás del volante logrando así y de una vez por todas la seguridad de no solo peatones sino otros conductores que se convierten en parte de las estadísticas que demuestran que el 97.3% de los accidentes de carros envuelven a una mujer.

“Coño Zoltan” le dije “ahora si que estas vengativo y arrecho, pero bueno vamos a darle, que es lo que tengo que hacer yo?, mi amigo sueco sacó unas listas que había compilado durante los años de angustia y terror posteriores a su atropello en donde se enumeraban todas las imprudencias fatales que cometen las mujeres al sentarse a manejar, la lista incluía entre otras maquillarse, tomar café y comer, hablar por celular, pelear por celular, darle comida a los niños pequeños, mirarse al espejo para cerciorarse que siguen bellas, admirar el paisaje y bucearse tipos que caminaban por las calles.

Pasando a otro cuarto del laboratorio de Zoltan lo ví parado allí, un Chevette todo escoñetado, “pero Zoltan este no era tu carro?, “era amigo mío, hasta que una vieja que le contaba a una amiga un chisme sobre otra amiga que tenía una amiga que la prima conocía a una tipa que la abuela le había contado que el marido le montaba cachos me llevó por el medio y me reventó mi carrito”. “Pero no te preocupes Policarpio”, “el motor esta intacto y además le puse unos truquillos para que le cagues la existencia a cualquier dama que se atreva a realizar una de sus peripecias clásicas”, me entregó las llaves, me dio una palmadita en el hombro y me explicó con detalles el plan de ataque para erradicar de las calles de Caracas a las mujeres que creen que pueden manejar y ser mujeres al mismo tiempo.

Echo mierda en el Chevette por la autopista del este identifiqué a mi primera víctima, una chamita ridícula que hablaba felizmente por celular mientras aceleraba a más de 120 km/h en su Audi 3, prendiendo todos los aparatos instalados por Zoltan logré sintonizar la conversación que mantenía con su novio al cual le iba parando un peo de mayores proporciones por haber estado mirando a otra chica la noche anterior en una fiesta, después de dejar que le armaran su peo al macho arrepentido y con la conexión lista grité “cállate coño e’ madre, no se le para peos a los novios por celular en la autopista a 120 km/h no jodas”, la infeliz damita clavó los frenos y se dio un sonoro carajazo contra la barrera destruyendo su hermoso Audi 3, con cuidado me detuve y me acerqué a ver en que estado se encontraba la imbécil del caso. Pálida y llorando me dijo “esto es horrible, una voz, un fantasma, no se, me tienen intervenidas las llamadas, el carro ay no” y siguió llorando mientras llamaba a su papá para que la salvara, yo me saqué una tarjeta del bolsillo y se la tiré en las piernas mientras me iba, la tarjeta decía “cretina, es hora de tomar en serio el manejar un vehículo, tu amigo “El Vengador Errante”.

Mi próxima víctima la identifiqué en una calle transitada en Las Mercedes, la tarada iba maquillándose mientras trataba de moverse en el tráfico, me coloqué al lado de su carro, y sacando una tenaza de mi escoñetado Chevette le partí el vidrio del carro, con mi habilidad característica para las maldades moví la tenazita y agarré la pintura de labios y le pinté la cara cual payaso de circo de pueblo, la mujer sorprendida gritaba y lloraba, agarré otra tarjeta y se la metí por la ventana, la misma decía “Atolondrada, no se maquilla uno en un carro, igual eres fea, tu amigo, El Vengador Errante.”

Aceleré mi poderoso Chevette y debo reconocer que me causó dolor lidiar con la tercera víctima, un cadáver insepulto, una viejita pasada de años pues, que debía estar en su casa cosiendo en vez de tratar de conducir su potente Toyota Prado en la Cota Mil, con cuidado y acelerando a más de 140 km/h pues la vieja iba hecha mierda me coloqué al frente de su camioneta y saqué la pantallita de cine en mi vidrio de atrás, toque el botón preciso para este caso y la película porno que era mezcla de sadomasoquismo, animales y pedofilia comenzó a proyectarse, en cuestión de segundos la viejita se salió de la carretera yendo a parar al cerro, con cuidado me acerqué y después de cerciorarme que la vieja sobreviviría le lancé la tarjetica “Vieja del coño, a tu casa a cocinar y a jugar con los nietos, tu amigo El Vengador Errante.”

De inmediato localicé a mi próxima víctima, aquella mujer bebía su café mientras saboreaba un cachito de jamón humeante, aquella infernal gorda del coño iba por la autopista Valle-Coche a más de 130 km/h, colocándome por la ventana del pasajero partí el vidrio y con una de las tenazas de mi avanzado Chevette le vacié un termo de café mezclado con mierda de vaca en el asiento del pasajero, con la misma solté la tarjetica que decía “Obesa maldita, rebaja, y por cierto tu mamá nunca te dijo que en el carro no se come?, tu amigo, El Vengador Errante.”

Al frente de un kinder capitalino una mamá aceleró su potente Toyota Corollla, se colocó el celular al oído, sacó una crema de la cartera y empezó a untársela en las manos y le dio el tetero a uno de los infantes mientras le metía un pellizco al otro. Esto no lo podía permitir y procedí a atravesármele, disfrazado de Winnie Pooh me acerqué al carro, del tarrito de miel saqué unas chupetas y se las di a los niñitos y sin darle chance a la vieja le puse unas esposas y la amarré al volante, le abrí la boca y le metí la tarjeta que decía “no solo te vas a matar infeliz, vas a matar a los pobres niñitos, manejar no es juego de niños.”

Así continué mi periplo en donde puse fuera de combate a varias féminas, entre ellas una niñita de 14 años que se había robado el carro de la casa y a la cual amarré en plena Avenida Urdaneta y le dejé una Barbie de regalo, golpeé con un guante de boxeo que con un resorte salía de mi Chevette a una mujer que miraba felizmente una tienda de muebles mientras avanzaba por una calle a más de 60 km/h y detuve a una muchachita que se buceaba a un transeúnte y después de echarle limón en los ojos le dejé unas revistas Playgirl para que se deleitara en su casa pero no en el carro.

Finalmente me dispuse a consumar mi última venganza, no se trataba de otra que la vieja infeliz que me había atropellado, Zoltan había conseguido después de arduas horas de trabajo identificarla y me lancé a perseguirla, en plena autopista frente a La Carlota la intercepté mientras hablaba por celular, se echaba colorete en los cachetes y se bebía una Polar Ice, después de tirarle el carro encima varias veces haciéndola soltar la botella de cerveza, meterse la brochita del colorete en un ojo y tener que soltar el celular le metí la tenaza por el vidrio rociándole un spray con olor a cama de hospital que la hizo clavar los frenos de inmediato. Con rapidez y tenacidad me bajé y le metí un helado de Crema Paraíso por la cabeza mientras la cretina sorprendida me decía “tu eres el que atropellé”, sin darle chance a decir más nada le solté la tarjetica que decía “me debes 3.540.000 bolos por la clínica, el carro véndelo y dona los reales a la obra de caridad de tu preferencia, la próxima vez que te vea manejando te botó en El Guaire forrada en tirro de electricista, tu amigo, El Vengador Errante.”

En la noche mientras descansaba escuché a lo lejos en el televisor “Un informe del Ministerio de Transporte y Comunicaciones reveló hoy que los choques han disminuido en un drástico 89% en cuestión de un mes, el mismo no puede explicar las razones de la baja en el porcentaje pero una fuente que pidió ser mantenida en el anonimato nos indicó que todo se debía a un individuo que se hace llamar ‘El Vengador Errante’ que mantiene en vilo a las mujeres que conducen un carro”, la narradora de noticias algo molesta prosiguió “yo reto a este idiota a que me haga dejar de manejar, que se ha creído?.

A la mañana siguiente la bella narradora apareció con el celular en la boca, una carita feliz pintada con pintura de labios en cada teta y una tarjetica que decía “Cuando tu aprendas a manejar yo dejaré de ser El Vengador Errante.....