Thursday, January 05, 2006

Descanso

Descanso, a veces el cuerpo, fugaz vehículo de nuestro andar, necesita, descanso, la mente por su parte reposa en algo, no del todo, no tanto como yo quisiera. Mi mente no para, por más que le pido que me deje disfrutar de la simplicidad de algunos momentos, ella siempre busca formas nuevas de enredarme e inmiscuirme en ideas y situaciones sin respuesta humana dejándome sin dormir. La falta de sueño me lleva a investigar las causas y consecuencias de cualquier estupidez en el transcurrir de la existencia, el paso de los minutos sin conseguir respuestas coherentes a lo que mis ojos tienen que enfrentar, me llevan a levantarme y buscar.

Las búsquedas tienen un comienzo, su fin es incierto, al menos eso pienso, usualmente cuando buscamos imposibles no terminamos, nunca, dije imposible?, no hay nada imposible, es solo cuestión de diferenciar que se puede y que no. Si aceptamos que hay cosas que no se pueden, pues todo lo demás es posible, simple?, nada de eso, solo una de mis teorías sin sentido, para encontrarle el sentido, a lo que no tiene sentido, haciendo uso de mis sentidos, creo que me enredé ya, como dije, mi mente no me deja, no me deja saborear la tranquilidad del horizonte cuando se come al sol en esos atardeceres para recordar, soy así, y empiezo a preguntarme si el mar se está tragando al sol o cualquier otra estupidez que me lleve a escalar un sin fin de pensamientos que desembocan en una duda inmensa y difícil de exterminar.

En mi confusión eterna, recuerdo, como siempre, me viene a la mente un momento del existir, sin sentido en realidad, pero viene, unos carnavales, hace tiempo, un tiempo atrás, quizás es que extraño las bombas de agua y el sol de aquellos días, pero mi historia no es acerca del agua de carnaval. Unos amigos me obligaron a atender a la Feria del Sol, en Mérida, en los Andes Venezolanos, confieso que no quería ir, no me sentía bien, quizás algún dolor de esos sin remedio, quizás una gota de melancolía por hazañas pasadas, yo dormía y me raptaron, luché pero no logré liberarme, encaminado, estaba yo, hacia las corridas de toros, la bebedera de caña, la fiesta, el desastre, el caos, la locura estudiantil, la irresponsabilidad propiamente dicha, encarnada en ese sitio, en un sitio que nunca olvidaré.

Pasando Barinitas logré soltarme las amarras que me habían colocado mis amigos, casi causo un desastre cuando le tapé los ojos al que conducía, en venganza por haberme raptado, la camioneta rodó por el canal contrario, un jeep saltó al vacío, nosotros logramos salvarnos, detenidos en el hombrillo, todos sudaban, yo me reía, improperios en mi contra, vuelta a la normalidad, al camino otra vez, horas de viaje, cuentos pasados, historias jugadas, recuerdos, eso es todo, eso es lo que llevamos, un cúmulo, de esas cosas que nos persiguen, por suerte en mi morral, con ropa no escogida por mi, instrumento equilibrista, mi china, descansé, me integré a su mundo, por un rato, no pensé, viví por unas horas, unas horas nada más.

Llegamos a una de las corridas de toros, pobres animalejos, Plaza Monumental Román Eduardo Sandia, me senté obligado, con cara de niño regañado, todos bebían, desenfrenados, alocados, eufóricos, ensimismados en la pasión del momento, la jodita nacional, el juego de las relaciones humanas en su máxima expresión, todos buscan, pocos encuentran, yo miraba como siempre, los movimientos, los pecados, el desate de la normalidad, es un juego, que no existe, solo reflejos incapaces de sostenerse por si solos, desaparecen, en un valle oscuro. Aburrido me levanté y no antes sin quitarle un vaso de cerveza a uno de mis amigos para tirarlo al ruedo y casi lograr que el toro se jodiera al matador, caminé por los alrededores de la plaza, un gentío, enfilé hacia el Alberto Carnevalli, aeropuerto de la ciudad, ya me iba, no aguantaba, y volteé.

A veces el hambre nos mete en problemas, decidí pasar por el mercado principal de Mérida, antes de irme, unas arepas andinas, para saciar los deseos de mi estómago, me senté en una mesa, solo, tal cual como vine al planeta, el lugar no estaba muy concurrido, quizás todo giraba en torno a la corrida de toros, a la Feria del Sol, al desastre sin autor, al frente de mi, en una mesa, tres hombres y una dama, ella parecía no estar muy cómoda, ellos con cara de gochos molestos. Traté de concentrarme en la comida, soy curioso, que vaina de verdad, siempre queriendo saber más, escuché, más bien intenté escuchar la conversación, no entendí, de pronto, los tres hombres se pararon, tomaron a la dama por el brazo y se la llevaron, a la fuerza digo yo, con una sutil fuerza, casi imperceptible, a la luz, esas cosas que se escapan de los ojos humanos, mordí la arepa una vez más y del tiro ya no regresaba a Caracas, tengo un deber, un contrato que no firmé, un convenio sin cláusulas, simplemente seguí mis instintos.

Se subieron a un carro, yo me subí a un taxi, Mauro era el nombre del taxista, lo recuerdo aún, seguimos con cautela al carro aquel, llegamos a La Hechicera, zona universitaria y residencial, ubicada hacia el extremo norte de la ciudad, donde se encuentran las principales facultades de la Universidad de Los Andes. Pedí a Mauro que me esperara, el accedió, caminé de prisa, atrás del cuarteto misterioso, más bien, del trío y su presa. Dentro de la universidad se dirigieron a la facultad de odontología, las paredes observaban, el recinto estaba desolado, en vacaciones, la dama recogió unos instrumentos, en una bolsa, de nuevo agarrada de los brazos la desplazaron hacia el carro, de allí, a pasear, directo al teleférico, para ascender a la Sierra Nevada de Mérida.

Mauro me llevó hasta el lugar, de nuevo accedió esperarme, con cara de turista me subí al funicular en donde iban los gochos y la dama. Ella me miraba, trataba de decirme algo, yo me hacía el loco para joder, la pobre estaba asustada, en manos de aquellos hombres, y yo al tanto de la situación me divertía haciéndole ver que no me interesaba. Se bajaron en la última estación, antes de poder continuar contando sus pasos tuve que tomarme una Coca-Cola en el cafetín, me miraban como loco, todos tomaban café o chocolate caliente, hacía frío, a cinco mil metros sobre el nivel del mar hace frío. Salieron por una puerta algo escondida, se montaron en un vehículo todo terreno y salieron despedidos. Yo tuve que convencer a un andino que me prestara una mula, el animal inquieto corría al borde del precipicio, en mi vida había montado mula, me cagaba del frío la verdad, pero mi mulita respondió y logré seguirlos hasta un pueblillo internado en el medio de la montaña.

Escondido en una casa vi como la extraña dama arreglaba los dientes de unos pequeñines, alrededor de diez niñitos esperaban su turno, los gochos, ansiosos apuraban a la mujer, finalmente entendí de que se trataba todo, uno de los maleantes le dijo al otro que los compradores estaban ansiosos, los pequeños serían vendidos a una red de colombianos en Cúcuta que vendían las dentaduras de los pequeños, cosa extraña por demás, pero que había tomado auge gracias a un dentista colombiano quien implantaba estos dientes en adultos que habían perdido los suyos, haciendo que el proceso de formación dental volviera a tomar su curso natural, operación ilegal, y por demás macabra desde cualquier punto de vista pues los infantes habían sido raptados de sus hogares.

Con mi mula estacionada afuera y con un frío del carajo veía con asombro hasta donde puede llegar la maldad humana, en una de las casas del pueblo, pedí prestada una ruana y un sombrerito, con pinta de andino me metí en la casa donde se llevaba a cabo la operación con los niñitos. En un principio los gochos fuertemente armados pensaron en dispararme, yo me arrodillé gritando "no me maten, estoy perdido", les expliqué que era turista y que había llegado al lugar por equivocación, los desconfiados hombres me gritaron que me fuera y me perdiera. Esperé fuera de la casa, y al salir los gochos pellizqué a la mula quien salió despavorida llevándoselos por delante, creé como acostumbro, el caos, el método más fácil para salir de enredos, la pobre dama sorprendida y que además llevaba a los niñitos agarrados de la mano no sabía que hacer, mi china disparó al instante, sobre la humanidad de los gochos, al menos para darme tiempo de escapar, subimos a la camioneta, ella, los niños, y yo, aceleré alcanzando el teleférico rapidamente, yo sabía que los gochos vendrían por mi.

Edni, Edni Folurim, asi se presentó la dama, quien también me dijo que era de allí y de todos lados, su nombre extraño, su apellido también, su sonrisa inigualable. Los niñitos gritaban de algarabía pues se sentían a salvo finalmente, ellos no sabían lo que estaba por venir. En el teleférico nos subimos a un funicular todos juntos, Edni no paraba de agradecerme por haberles rescatado, ella había sido llevada a la fuerza a arreglar los dientes de los pequeños, yo callado pensaba, un ruido seco, escuché, una bala atravesó el vidrio del funicular, en el carrito que nos seguía, venían los gochos, disparando, todos al suelo, las balas pasaban, finalmente abajo y con pocos segundos de ventaja corrimos hacia el carro de Mauro, que pacientemente, esperaba, el gocho al ver la manada se limitó a decirme "compadre yo no sabía que usted tenía tanto muchacho", volteó y le dijo a Edni "y usted que bien se conserva pa' esa prole que lleva", ella sin entender se limitó a sonreír, yo sin pensar quité a Mauro del volante, ahora iba yo manejando un viejo taxi, con diez niños agolpados, una dama que no conocía a mi lado y un taxista enfurecido por mi acto vandálico.

Embalado y con un peso tremendo en el carro terminé estrellándome contra la iglesia del Llano dentro del casco central de la ciudad, los niñitos pensaban que se trataba de un show o algo así pues aplaudían y gritaban con algarabía, Mauro trataba de golpearme hasta que tuve que meterle un chinazo para repelerlo. En la Plaza Homónima me encontraba parado, rodeado de andinitos que pensaban que yo era una especie de guía salvador además de payaso vitalicio, y de una mujer que me miraba sin entender realmente el por qué de mi actuar. Me dirigí a la estación de policías en donde entregué sanos y salvos a los infantes para que fueran devueltos a sus padres. De allí de nuevo a la plaza de toros, esta vez entré con Edni, ante la mirada de mis amigos que no entendían como carajo en cuestión de horas yo había desaparecido y vuelto a resurgir con tan bella dama al lado mío.

La gente disfrutaba del espectáculo, de pronto aparecieron en el medio de la plaza los gochos armados, la corrida estaba por empezar y el toro entró al ruedo, uno de los gochos disparó hiriendo al animal en el acto, Dominguín, el torero, molesto trató de decirle algo y recibió también un impacto de bala en una pierna, nuevamente el caos reinó en la plaza de toros, Edni, trató de agarrar mi mano, pero ya me había ido. Subido en uno de los caballos para picar los toros, con lanza en mano, me lancé a la captura de los gochos, al primero lo ensarté por el pantalón lanzándolo de golpe contra el burladero, el segundo fue una tarea fácil pues al tratar de atacarme por la retaguardia fue pateado por el caballo, el tercer gocho disparaba con furia en mi contra, por suerte su puntería no le hubiera valido una medalla olímpica, me bajé del caballo, y apertrechado en la baranda saqué mi china, un certero pepazo en el ojo acabó con las pretensiones del gocho, ya para este momento, la gente asistente se había lanzado al ruedo y linchaban sin piedad a los maleantes, aprovechando el momento corrí hasta afuera de la plaza, en una de las puerta estaba Edni, quien al verme, sonrío, y trató de acercarse, yo solté un beso al aire y lo soplé, ella se detuvo paralizada, yo me di media vuelta y seguí mi camino, yo me quería ir de Mérida, me habían llevado obligado, en el avión de regreso a Caracas, descansaba, pensaba en aquella sonrisa sin igual, entonces ya no descansaba, recordaba, es que siempre asociaré el carnaval con aquel día, carnaval sin agua, miro a un lado y mi hermanito me mete una bomba de agua en la cabeza, y nuevamente me acuerdo, un recuerdo para siempre…

18 comments:

Blackwidow said...

Los recuerdos terminan por olvidarse.
Querer es poder.

fgiucich said...

Estas si que son vacacaciones y no macanas. Saludos.

Anonymous said...

Me ha encantado tu post... respecto a tu pregunta en el mío... cuando escribo tiendo a desdibujar los límites entre la ventana y los sueños, así es que no te lo puedo responder.
Un abrazo y gracias por pasar por mi blog.

Zyanya said...

Descansar... es dejar de recordar.

la witch said...

No se como habrán sido realmente tus vacaciones en Venezuela(porque allí sí que se que has estado)pero ni que sean la mitad de emocionantes de como lo narras,seguro que habrá valido la pena ;)

Anonymous said...

Gracias por la visita mi pana. Comiste hayacas en Diciembre?

Laura said...

cuantos recuerdos nos pueblan días y noches... y miles no se olvidan ni que los quiera enterrar uno...

Me reí tantísimo con la actualización que hiciste en tu blog para el nombre de mi nuevo blog... GRACIAS!! Eres un ser adorable! Lo comentaba con Pahses Moon y me decía "es un sol, verdad?"

Por cierto, ni ella ni yo nos decidimos a montarte un club paralelo al de tu fan apasionada... ni afiliarnos al que ella te creó! Peor Phases Moon te escribió un postcito en su blog hace algún tiempito... http://phasesmoon.blogspot.com/2005/12/mi-hroe.html

ahora, de tu post... te digo... me dejas con un saborcito en la boca con la itnroducción. La mente que no descansa nunca, als preguntas sin respuesta que no dejan de aparecerse.. .quizás nos baste mirar más a menudo a las estrellas o las nubes para entender que todo es como debe ser y, a veces, sin razones se vive mejor porque todo es parte de lo que ya fuimos y si lo supiéramos todo, sabríamos qué éramos y qué seremos... no crees?

Alma said...

Hay un dicho que en mi tierra dice: ¨Aquí sólo se duerme, a descansar sólo con la muerte¨. Creo que tu post-cuetno, lo demuestra.
La función de la mente mientras viva es no detenerse jamás, cuando esa se para la vida se detiene.

Recordar mata, pero también da fuerza para revivir cada día.

Gracias por pasar a mi blog, lindo el tuyo.
Saludos.

Mariandote said...

Bienvenido adorado Policarpio!!!
Te cuento que Santa te dejo algo en mi arbolito que luego te hare llegar, Un Kilo de Garbanzos, un Paquete de Coca-cola y un bolsa de ligas...jeje
Este mi super heroe que nunca descansa te auguro un año de muchas hazañas, aventuras y felicidad.
Te extrañaba mucho.
Un abrazo apretado de Feliz Año Nuevo y muchos Besitos Brincones.
Tu siempre FAN!!!

Nidesca said...
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Nidesca said...

Creo que es buen tema para una película, además sería muy original que el héroe en vez de empuñar un arma de fuego o una espada samurai empuñara una china.
Muy emocionante.

Manuel said...

Y efectivamente... si quieres encontrar algo, hay que buscarlo.

Saludos de vacacion.

Anonymous said...

Me gustó!
Saludos,

Elizabeth Sobarzo said...

urzulA ERES MI IDOLA ja que sincera... pero la neta yo si soy lectora compulsiva...
Besos a ambos
no ps el tuyo si que entretiene Dinou

Anonymous said...

merida, margarita, maracaibo, la trilogía de las M´s que puebla mi mente divagante de recuerdos, creo haber estado en la corrida donde te tacaron los gochos y en Margarita cuando los tiburones mordieron al surfista, también en Maracaibo cuando los invadió la lemna. Saludos desde Caracas, donde mi mente también divaga y se hace preguntas sin fin en el funicular.

Cristibel said...

Buena historia. Y nuestro pasado nos construye: he ahí la importancia de los recuerdos.

Ceshire_andromeda said...

: )

SANDRA WAS HERE

David Wilson said...

ya me parece ,buenisimo que nos estemos viendo y leyendo para leeer lo tuyo se necesita tiempo ,y me lo hare,jaajajaj chauuu y suerte,,,