Estoy sentado en un establecimiento de comida, el día está gris, es más, la lluvia es torrencial, se puede escuchar a lo lejos, su caer, sus gotas gigantes que chocan contra el pavimento muriendo en el intento de crear. Hace algo de frío, el vaso helado del líquido que me hace feliz baja por mi esófago rumbo a mi estómago quien lo espera inquieto. Hablo, con unos amigos, tonterías, de nuestras vidas, cosas de aquí, cosas de allá, explicamos nuestras razones, nos damos ánimo, discutimos en paz, damos y recibimos consejos, algunos buenos, otros no tan buenos, somos amigos, nos alcahueteamos, el tiempo pasa, nosotros miramos, tranquilos, esperando.
Puedo ver por la ventana un desfile de paraguas, otros llevan periódicos en sus cabezas, hay quienes corren, otros simplemente apuran el paso, caminan, los que no pueden correr, el viento hace que nada detenga lo mojado, llegaran a sus vidas llenos de agua, quizás tarde, es posible que nunca, pienso que en el fondo no quieren llegar, sueñan que las gotas de lluvia se transformen en carrozas que los lleven a un lugar distinto, lejos de aquello, de lo cotidiano, del contar los pasos que ya han recorrido, sus miradas me lo dicen, no es la lluvia quien les agobia, es su interior, es la desesperación eterna de un mañana mejor, que no llega, ni debe llegar, sería alterar el orden, el orden supremo, el equilibrio del malabarista, la cuerda floja cansa, abajo una multitud espera ansiosa.
Una dama corre a toda prisa, va descalza, sus pies dejan huella en la acera mojada, veo, y como siempre mi mente vuela, me permito sonreír, para mi solamente, mis amigos continúan hablando, de pronto interrumpo, pido permiso, para contar una historia, me miran, ven sus relojes, es que son esclavos del tiempo, se les ha olvidado que no existe, acceden, ellos saben, que lo que viví es único, esperan ansiosos por escuchar, algo, que les recuerde que están vivos, que tienen esperanzas, que no todo está perdido, que habrá otro día, que sus heridas sanarán, ordenan otra ronda de cervezas, para mi una Coca-Cola bien fría, toda historia tiene un tiempo, y se adapta, a las necesidades humanas, a pesar de ser contada por quien venció, o simplemente por quien la vivió.
Empiezo mi historia sin muchos detalles, me limito a decir que estaba en Santiago de Chile, ni siquiera se como llegué ahí, si lo se, pero no lo pienso decir, no esta vez, me paseo por las calles, veo el edificio de Telefónica, impactante, sigo de largo, de pronto aparece al frente mío, cabello rojo, ojos azules, va asustada, la detengo, más bien choca contra mi persona, "que te pasa?, acaso es la nueva moda andar sin zapatos?, pregunto, su cara refleja cansancio, terror podría ser, "te sientes bien?, "te puedo ayudar en algo?, ella me mira, me dice que si, que efectivamente la puedo ayudar, me agarra del brazo, me jala, y me explica una historia de esas que solo se viven una vez, de esas que llevan horas en contar, pero me aguanto, más bien disfruto cada palabra que sale de su boca, soy superhéroe hay cosas que no puedo hacer.
Huele muy bien, eso recuerdo, su perfume, más nunca lo olí, sus palabras hablan de misticismos y mantras, de un gurú diabólico, de cosas por venir, sus ojos me muestran su soledad, yo se de eso, hace tiempo lo acepté, ofrezco caminar con ella hasta su apartamento, me invita a pasar, yo debo seguir, me disculpo. "Fidelia, Fidelia Ruiseñor, ese es mi nombre", me dice, extiende su mano, que aún tiembla, "Policarpio" respondo, en mi mano ahora tengo un papel, con un número, me doy media vuelta, no me puedo ir, me volteo, la abrazo muy suave, ahora si me despido, bajo por las escaleras, mi corazón se acelera, del ejercicio?, no, no, de otras cosas, de esas cosas que mueven al mundo.
Me doy un paseo por la ciudad, mi mente está perdida, que tiempos aquellos, llego al Estadio David Arellano, conocido como Monumental, le doy la vuelta, he tenido esa costumbre desde niño, los parques de deportes se ven distintos dependiendo de donde estemos, mientras voy en círculos, no lo puedo evitar, el papel, ahora en mi mano sudorosa, destiñe, apenas veo los números, apresuro mi paso, saco mi teléfono y envío un mensaje, "Hola Fidelia, Botafoguita, voy para allá"...Camino flotando, es raro este andar, recuerdos contiguos, prisión en su altar. Llego al mismo lugar en que horas antes me fui, toco la puerta y sale su olor, me recibe sonriente, un beso me da, en la mejilla, pasamos en silencio y sentados hablamos.
"Le distes su merecido? pregunta uno de mis amigos, lo mando a callar, es una historia sublime, es un dulce cantar. Hablé por horas, ella hizo su tanto, son esas veces cuando las palabras salen sin esfuerzo, cuando te conoces sin conocerte, cuando en el fondo sabes que vas camino de Guanajuato, inevitable, imposible. He bajado la guardia, estoy concentrado, en ella, encanto sutil, se acerca con disimulo, tiene un pequeño libro en la mano, la guía de la iluminación, dice ella que es, lee unos párrafos, sonríe inquieta, yo escucho tranquilo, la cercanía, que cerca estuvimos, escucho un ruido, ventanas quebradas, entran dos entes que me cuestan describir, "los discípulos de Radja" grita Fidelia, esta vez no son juegos, los bichos con túnicas echan rayos por sus dedos, destruyen la mesa de vidrio, unas botellas de vino derraman su sangre.
"Hemos venido por ti, Fidelia", "has deshonrado al Maestro Gurú Radja Singh", el otro monigote grita "lo quemaste todo, lo chamuscaste con tu templo", "coño" pienso yo, "de que carajo están hablando este dúo dinámico", con cautela preparo mi china, todavía no es el momento de atacar, Fidelia me mira buscando consuelo, yo no entiendo un carajo, y comienzo a reírme, uno de los discípulos me echa un maleficio, sin darme cuenta comienzo a reírme, pero en chileno, es que se ríen distinto a nosotros, me tapo la boca, los monigotes se ríen, Fidelia también, cansado saco la china y disparo, el garbanzo atraviesa a uno de los payasines y se estrella contra la pared, disparan sus rayos macabros, me queman los zapatos, mi dedo gordo se asoma por la media, esto no lo pienso permitir, les lanzo un vaso, y se estrella de nuevo contra la pared, los monigotes demandan llevarse a Fidelia, me instan a desaparecer so pena de hacerme daño real.
Me vuelvo a reir en chileno, veo un espejo, me lanzo y lo agarro, los monigotes vuelven a echar sus rayos, esta vez, chocan contra el espejo, comienzan a arder en llamas, gritan, "puta, chucha, weón, nos quemamos", Fidelia hábilmente los empuja hacia la ventana rota, los envía al vacío, se voltea y me dice "Poli, hay que correr, pronto vendrán más". Salimos a toda prisa, corremos hacia la estación del tren, no llegamos, divisamos a tres monigotes más, gurúes, no se, vestidos con túnicas de colores, nos ven, por suerte hay una patinata en un parque, la gente está disfrazada, alquilamos unos "Roller-Blades" y nos lanzamos por una bajada, no es una patinata común, la gente va disfrazada, reconozco, que no se patinar, me doy mi primer carajazo.
Fidelia con su gracia patina a gran velocidad, volteo y veo a los tres gurúes, nos persiguen, en patines, diviso una cola, una cola de ratón, es un hombre vestido de ratón, lo agarro por la cola y me dejo llevar, el ratón patina a gran velocidad, le paso por al lado a Fidelia y la saludo, pierdo el control, más bien el ratón pierde el control, nos llevamos a medio mundo, nos estrellamos contra un punto de venta de refrescos, el caos, pero sirve para ahuyentar a los monigotes, el muchacho, vestido de ratón, uno de esos héroes anónimos que nos salvan, extiendo mi mano, "Policarpio", "El Charro Pimpinela" me dice, "carajo que nombre más raro", digo yo, "ese es mi nombre artístico", ahora comprendo, "como te puedo pagar?, me responde que lo saque con Fidelia, accedo, pero tiene que ser al instante. La odisea continúa con un nuevo personaje, "El Charro Pimpinela".
Fidelia nos lleva al Parque Forestal, al lado del Río Mapocho, allí tiene unos amigos que nos resguardarán al menos por unas horas, llegamos, Fidelia, El Charro Pimpinela y yo, un guardaparques amigo de Fidelia nos mete dentro de la casita de madera. Estamos algo cansados, Fidelia le explica todo lo sucedido. El guardaparques, algo confundido, mira con detenimiento al Charro Pimpinela vestido de ratón, luego me observa, me río, y aún me sigo riendo como chileno, el maleficio permanece conmigo, que joda de verdad, las cosas que me pasan a mi, quien las entiende. Se hace de noche, el guardaparques debe cambiar de turno, debemos salir, vamos al apartamento del Charro Pimpinela, en el barrio Bellavista, allí pasamos la noche, el diminuto ratón trata de hacer un movimiento con Fidelia, esta lo rechaza y le dice que me ama, "su nombre es Policarpio, lo adoro, es precioso, mi héroe de amor" continúa Fidelia, esas palabras me hielan, recuerden soy un superhéroe.
A la mañana siguiente bajamos, Fidelia, el Charro Pimpinela, quien ya no viste de ratón y yo, Fidelia, dice que debemos buscar al Maestro, al Gurú, a Radja, ella dice estar dispuesta a sacrificarse para que otras damas como ella no sufran los embates del malvado personaje. Al poner un pie en la calle, se aparecen diez infelices vestidos con sus túnicas anaranjadas, nos secuestran, a los tres, nos meten en un camión cava, el frío es insoportable, Fidelia me abraza, El Charro Pimpinela se congela en una esquina, yo tiemblo, por el frío y por la cercanía. Damos más vueltas que un perdido, finalmente nos bajan, ojos vendados, siento el olor de Fidelia, la voz de terror del Charro Pimpinela, nos conducen adentro, hemos llegado, al lugar, al Templo, al Templo Sagrado, la casa de Radja, la mansión del delirio, las paredes de la iluminación infinita.
Radja nos saluda, quemado claro está, su cara tiene pestañas y cejas postizas, su cabellera es amarilla, una peluca, se ve cómico, me río, nuevamente en chileno, el maleficio no se quita. Radja se acerca a Fidelia, la abofetea, lo quiero matar, pero debo esperar, Radja pregunta quienes somos, el Charro Pimpinela y yo, Fidelia, valiente, dice que nos deje ir, que no tenemos vela en ese entierro, que somos unos simples amigos. El Gurú ya nos tiene identificados, suelta una carcajada macabra y dice que moriremos junto a Fidelia. Nos llevan a un altar, bendito, o maldito diría yo, nos esposan a unas argollas que cuelgan de la pared, manos y piernas, comienza la sesión, cantos, bailes, ritos, fuego por doquier. Me siento en el infierno, salvo que a mi lado hay un ángel, al otro lado, el Charro Pimpinela.
Allí atrapado recuerdo, múltiples momentos, de mi infancia, de todo, de mi vida, usualmente nos da por acordarnos de las cosas más importantes cuando nos enfrentamos a la muerte, pareciera que necesitamos de la urgencia del momento para pensar en lo que realmente importa. Miro a un lado, al otro, Fidelia está siendo despojada de su ropa, la llenan de una crema, huele bien, Fidelia por supuesto, la crema huele a pasto, no se de que es, al ver al otro lado, veo con alegría que las diminutas manos del Charro Pimpinela no están atrapadas por las esposas, son muy grandes para él. Le hago una seña, mi bolsillo, la china, el Charro Pimpinela me dice que nunca ha disparado una de ellas, lo miro feo, con cautela, saca la china de mi bolsillo, los garbanzos, los ritos continúan, Radja está poseído, sus discípulos también.
Se acerca a Fidelia, la vuelve a abofetear, me enferma ese proceder, quiero escapar, colocan unas antorchas cerca de nosotros, Radja saca un cuchillo afilado, una daga misteriosa, un machete glorioso. Se dispone a cortar el cuello de Fidelia, el Charro Pimpinela, se libera, dispara, certero, a la cabeza de Radja, el garbanzo hace su trabajo, le tumba las cejas postizas y las pestañas también, los discípulos están en trance, esperando por el sacrificio, Radja se cae al piso, el Charro Pimpinela vuelve a disparar, esta vez en los genitales, Radja se retuerce de dolor, menos mal que nunca había usado una china, es más peligroso que yo mismo, "las llaves" le grito, las toma del bolsillo de la túnica que dice "Viva Chile", nos libera, el Charro Pimpinela, nos libera, tomo una antorcha y empiezo a prender el lugar en fuego, los discípulos despiertan, comienza el festín de rayos, de todos colores, por suerte, Radja, es vanidoso, tiene un espejo, lo tomo, y de nuevo los rayos se devuelven, van cayendo, uno a uno, sin cesar, los soldados del mal.
Radja se pone en pie, no es con rayos que ataca, nos dispara, alcanza al Charro Pimpinela en una pierna, Fidelia brinca, yo me escondo tras una mesa, mi china, la tiene el Charro, estoy desarmado, el furioso Gurú continúa disparando, a diestra y a siniestra, es ahora o nunca, Fidelia, le grita, "mátame a mi", Radja se voltea, brinco, caigo al lado del Charro Pimpinela, tomo la china, disparo, Radja dispara, mi garbanzo al medio de su frente, su disparo al brazo de Fidelia. Me paro enfrente de Radja, y lo prendo en fuego, fuego eterno, para siempre, recojo a los heridos, salgo a la calle, el templo está prendido en fuego.
Arriban bomberos y policías, se llevan a Fidelia y al Charro Pimpinela al hospital. Me cercioro que estén bien, acostados en camas adyacentes reposan. Entro a verles, Fidelia me toma de la mano, me pide un beso, se lo doy, en su frente, el Charro Pimpinela extiende su mano, se la doy, y la estrecho, doy las gracias, nos salvó. Fidelia deja correr una lágrima por su mejilla, el Charro Pimpinela hace lo mismo, yo los miro, trago grueso, miro al cielo, exijo respuestas, inmediatas. Me retiro, ya me voy, sin mirar atrás, me vuelvo a reir, sin maleficio esta vez, debe haber sido la cercanía, aún recuerdo su olor, miro afuera, ya no llueve, la mujer descalza se ha ido, mis amigos se levantan, se vuelven a sentar, han decidido no trabajar, allí se quedan, para hacerme compañía, allí se quedan con la esperanza de oír más…
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34 comments:
...aqui sigo yo también,con la esperanza de oir más...
Tienes una imaginación que desborda todo lo posible. Abrazos.
Hola.
Oye que buena historia aunq medio me confundí jejeje, saludines especiales...
me has sorprendido Dino! con razon dices ser un super-heroe
uf, que belleza de relato!aa
gracias por tus saludos
me gusto mucho como relatas todo.
te felicito
siiii, saben que pienso y que siento, es compartido
gracias
un abrazo grande y una linda semana
que este muy bien
Besos y sueños
hola! oye sigue con la historia esta buenisima!!
pd:gracias por comentar en mi blog
Vaya, la tendré que releer porque me he confundido un poco. Mucha acción!!
besitosssssss.
Notable relato! sencillamente notable!
gracias por tu visita, ya estaba extrañando tus mensajes azules.
Cariños
Tarí
Saludos borincanos:
Te devuelvo tu visita, muy interesante tu historia... un abrazo
Hello Planète Bleue !
Je te rends ta visite mais hélas mon niveau d'espagnol ne me permet pas de profiter pleinement de tout ceci...
Recuerdos de Paris,
=)
Un abrazo loco. Es una pasada tu blog
IMAGÍNENSE SI EL CHARRO PIMPINELA HUBIESE SABIDO DISPARAR...
EXCELENTE HISTORIA... YO TAMBIÉN QUIERO LEER MÁS...
SALUDITOS...!
¡Qué historia tan fantástica! Ese Policarpo se las trae...
La verdad es que tengo miedo y estoy asustada de muchas cosas y me asusta no poderle hacer frente a todo lo que se me viene encima.
Tienes un blog muy elaborado. Seguiré por aquí.
Un beso!
Quiero oir más, qué gran historia!
salu2
ay dino, siempre con relatos largos, prometo leerlo todo a la hora de la comida. Sobre tu pregunta en mi blog, no fue ningún rey mago pero si me partieron la rosca...
Estoy esperando que pare de llover para llevar a Jazz a pasear.
Para mi un vaso de agua, sin hielo, por favor.
Otra, otra y que no pare de llover...
Para mi Coca-cola pero con algo de Ron y Limon...jejeje
SALUD!!!!
More Jumping kisses!!!
Fan # 1
Lo primero decirte que el detalle de los patines ha sido de lo más original. En ningún momento dices que te los quitas (o que Policarpio se los quite) así que te imagino con ellos hasta el final, y tiene más gracia.
Hay momentos muy dulces en medio de tanta acción; supiste combinar lo dulce y lo salado y te salió un plato de lo más sabroso.
Aunque también es cierto que a veces un@ se lía.
Me dejaste riendo, pero en chileno, y con una sonrisa chilena me voy, prometiendo (en chileno, siempre en chileno) que volveré.
Un saludo y recuerdos a Fidelia y a El Charro Pimpinela, que se mejoren de mi parte.
Debo confesar que al ver tanto parrafo casi desisto. Pero se lee fluido y sin afanes. Y se leerá tambíen cuando venga un nuevo relato, es decir, lo leeré, tal vez, asi, cargado de comas y quien sabe en que clima.
Un saludo.
Buen cuento, as always...
feliz 2006 :)
mmmm hola.... lei tu post en mi blog.... no toy aburrida solo estaba confundida por todo lo q tenia q pasar , pero ahora bem sobrevivi a la tortura y pensar q esa idea llego de la forma menos inesperada....tuve suerte ***
saludos
wow! empieza como algo romantico y de repente es una historia de acción. Curiosa historia de historias en días de lluvia.
Salu2!
Guau,:/!
Me gustó leer aquí.
Saludos!
Hoy es un día lluvioso en Bs As, marco perfecto para disfrutar de una buena historia y quedarse c/ganas de más...
Gracias x firmar mi blog!
Saludetes...Noe!
:) Saludos, sigue escribiendo.
No siempre tengo el tiempo que me gustaría para leerte...Como siempre, delicioso!!!
Un abrazo.
Cada segundo de la lectura valió totalmente la pena.
Volveré mas seguido! :)
Guau! Quede algo mareada pero me gusto, es una de esas sensaciones bellas y desconcertantes que se dan en el día a día, en las historias más cotidianas.
Supongo que será obvio, pero me gusta tu blog. ¡Adelante!
Mi amiguito Jacobo: ¿Qué hemos hablado de las mujeres? Una cosa es flirtear inocentemente pero que se te contagie la risa de una chica ya es una señal peligrosa. jaja (guiño)
Ohhhhhhh. my Poli, my Policarpín, Popopolicarpiooooo. POLICARPIO .
Genial. Lo que no me quedó claro es si usaron o no la guía de iluminación. Me imagino que no la lanzaron al Mapocho! si algo bueno hizo el Careradja, fue eso, " la gran guía iluminadora de la vía"
Estuvieron en el Mapocho y no aprovecharon de mojarse las patitas y nadar un poquito sin túnicas ni na???.
Atcharya
Muy bueno tu blog, me encantan tus historias, qué brillante imaginación y qué forma de expresarlas, me encantó lo de "reirse a lo chileno", soy chilena y no tenía idea que nos reíamos distinto.
Felicitaciones
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