Todo empezó una bella mañana de un día cualquiera del año '83, el Tío G se despertó, se tomó su café y se fumó 23 cigarros mientras leía El Nacional, después de lograr salir de su casa teniendo que usar una sierra para cortar un mueble de hierro que misteriosamente había aparecido en el salón y ser mordido por uno de los 216 perros que allí habitaban el Tío G era un hombre nuevo otra vez, prendió su potente Malibu, encendió su cigarro # 29 del día y salió a la ciudad palpitante.
El Tío G se sentía liberado, por fin salí de ese manicomio una vez más se decía a si mismo cuando parado en un semáforo sintió como le tocaban la ventana, al mirar a un lado vió a un hombre siniestro apuntándole con un Magnum 357 y pensó "No puede ser, la sierra para salir de la casa, el perro me muerde y además me van a atracar". Así la ventana volvió a sonar y el Tío G ya rendido abrió la puerta y le dijo al atracador "Mira llévate el carro pero no te me lleves los cigarros", el atracador simplemente lo miró y le gritó "bájate vicioso o te quemo", el Tío G abatido se bajó mas triste por la pérdida de los cigarros que por el carro y miró como su potente Malibu se perdía en la mañana de Caracas.
Pero esta historia no se queda aquí, la vida del Tío G es más complicada que un simple atraco. Pues bien el Tío G siguió con su ajetreada vida y se olvidó por completo de su Malibu perdido. Siete años después una tarde mientras descansaba en su sofá fumándose un cigarrito y bebiéndose su sexto palo de whiskey escuchó como golpeaban a la puerta de su casa con fuerza, sonaban sirenas, frenazos y gritos y el Tío G se dijo a si mismo "Yo lo sabía, al fin están tumbando el gobierno del adeco este, déjame salir a ver si puedo matar uno o dos adecos".
Después de lograr atravesar el salón de su casa, donde pisó a un perro, se resbaló con unos espaguettis viejos y se clavó un termómetro partido en un pie llegó a la puerta de su casa y gritó "Donde es la cosa?, a cuantos adecos vamos a matar hoy?", seguidamente sintió un golpe fuerte en la frente mientras un efectivo del Grupo BAE le decía " Usted es Gustavo Eduardo Briceño Lara?, usted está detenido por participar en 33 robos en diferentes agencias de Bancos en el país".El Tío G algo confundido por el golpe se limitó a decir "entonces no vamos a matar ningún adeco?, y extendió las manos para que le pusieran las esposas.
Mientras se lo llevaban en una patrulla el Tío G no sabía si estar triste o feliz, y pensó "bueno si me dan mi palito de whiskey y unos cigarritos en la cárcel prefiero eso al manicomio en que vivo".
Llegando a la Comisaría del El Recreo ya el Tío G había recuperado algo de la razón y por primera vez dijo, "un momentico pero si yo nunca me he robado nada, como es esto que atraqué 33 agencias de Bancos, yo soy un hombre honesto, déjeme llamar a mi abogado para que me defienda", el funcionario Rangel Padilla lo miró y le dijo "cállate bandido, tu creías que no te íbamos a atrapar? robastes agencias en Barinas, Mérida, Táchira, Apure y finalmente logramos detener a tres de tus compinches en Barquisimeto, camina por ahí que vas para el calabozo".
En ese momento el Tío G comenzó a llorar y a sonreir, y Rangel Padilla le dijo "a te vas a burlar de mí", pero el Tío G estaba en trance, lo que veían sus ojos parecía un espejismo, allí enfrente de él estaba paradito el Gran Malibu, todo balaceado, sin tasas, sin vidrios, con una pelota de tennis en la antena de radio, un "tupé" azul cubriendo el volante y unos dados colgados del retrovisor además de un calcomanía que decía 'No te pegues que no es bolero', El Tío G gritó "mi carro, mi carro, mi preciado carro, esto es un milagro", Rangel Padilla le dijo " si claro si en ese bicho cometistes todas las fechorías", el Tío G en ese momento recordó que nunca había puesto la denuncia del robo 7 años antes y le dijo a Rangel Padilla "mira vale tu crees que yo con esta cara puedo atracar bancos?, además con los nervios termino yo dándole los reales que tengo en el bolsillo a la cajera, ese es mi carro, me lo robaron y nunca puse la denuncia, déjame llamar a mi esposa para que traiga los papeles".
Rangel Padilla lo miró y pensó para si mismo "es verdad, este tipo no puede atracarse ni a si mismo, aquí debe haber una confusión". A todas estas el Tío G llamaba su esposa y le decía "Marie, Marie, apareció el Malibu!!!!!!!!, traeme los papeles, tengo carro otra vez", mientras Marie le contestaba "Ay Gustavo yo ahora no voy para El Recreo ni a tiros, tengo que pasar por casa de mi Mamá y después veré si te llevo eso".
El Comisario Rangel Padilla vió la cara de desesperación del Tío G e inmediatamente se convenció que ese hombre no había atracado ningún banco y que probablemente ese era su carro, entonces le dijo a Gustavo "mira yo te voy a creer, pero debe haber algo que pueda probar en este momento que ese carro es tuyo".
Gustavo sonrió y le dijo "venga conmigo Dr. Rangel Padilla", sin dudar por un segundo Gustavo se agachó y sacó de del tubo de escape dos cartones de cigarros, y le dijo a Rangel Padilla "quieres uno?, yo te dije que este era mi carro, sino como iba a saber que ahí había cigarritos?. Rangel Padilla le miró y le dijo "Oiga hermano usted es más apretado que tuerca de submarino" le dió una palmadita en el hombro y le entregó las llaves del Malibu...
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