Olindo José Medina Flores nació en El Saladillo, dentro de Maracaibo, en plena República Independiente del Zulia, su infancia fue feliz, llena de gaitas, de juegos de las Aguilas del Zulia y una que otra competencia de gurrufío, metras y trompos. A los 10 años Olindo empezó a sufrir cambios en su personalidad, varias peleas en el colegio y en la cuadra llevaron a sus padres a investigar más a fondo la razón que se encontraba detrás del repentino cambio de un niñito alegre y tranquilo a uno violento y retrechero, después de varios de días de búsqueda llegaron a la conclusión que había que estar de acuerdo con Olindo o las cosas podían tornarse peligrosas y agresivas en cuestión de segundos. Olindo no podía ser contradicho.
En el patio del colegio varios muchachos jugaban metras, otros se perseguían jugando al ladrón y al policía, algunos discutían sobre el partido de las Aguilas la noche anterior y otros simplemente se tomaban una malta para saciar la sed del momento, el calor de Maracaibo hacía mella en los muchachitos pero esto no impedía que la gritería y la algarabía estuvieran presentes. En un grupito de muchachos se discutía acerca de a quien le gustaba quien, típica conversación de muchachitos a esa edad, de pronto uno de los participantes dijo "vos veis, al Olindo le gusta la catira esa de cuarto año, esa no le para ni con la ayuda de la Chinita", Olindo respondió "que no me para?, si esa es mía", el otro muchacho le dijo "vos si eres iluso, que no te para", "que si" gritó Olindo, "que no" el otro muchacho y aquí se acabó la discusión, se acabó porque Olindo lanzó un recto de derecha que hizo impacto en la nariz del pobre muchacho fracturándole el tabique en tres pedazos.
En las celebraciones de la fiesta de la Virgen de la Chinita la familia de Olindo brindaba una fiesta, una prima de Olindo, Altagracia, se le acercó y le dijo "ay Olindo, vos quereis un paliito de whiskey ?, Olindo le dijo "no Altagracia, a mi no me gusta el whiskey", Altagracia riéndose le contestó "como que no muchacho, si siempre te ha gustado", que no Altagracia" dijo Olindo, "a pues Olindo que si" "mira Altgracia te dije que no", la pobre Altagracia cometió el error de volver a ofrecerle un palito de whiskey, Olindo la cargó y la lanzó por el balcón de la casa cayendo la pobre mujer con polifracturas en todo el cuerpo.
Olindo tenía una novia, Gracielita, una muchacha coqueta y bonita, una noche en el cine a Gracielita se le ocurrió decirle a Olindo en juego de esos de novios, "yo te quiero más que tu a mi", Olindo le dijo "mirá Gracielita, no digas eso que yo te quiero más a ti que tu a mi", Gracielita siguiendo el juego respondió "no, no, yo más a ti", "no, Gracielita, yo más a ti", "no, Olindo, no, yo te quiero más a ti", "ay Gracielita por favor no me contradigas, yo te quiero más a ti", la infeliz de Gracielita dijo por última vez "no, yo a ti y punto", sin pensarlo dos veces Olindo le metió el vaso de Coca-Cola por la cabeza, el pote de cotufas por el pecho y le soltó par de cachetadas diciéndole "yo te quiero más a ti."
Olindo ya era un hombre hecho y derecho, por demás había crecido mucho, un metro noventa de estatura y ciento cinco kilos de peso, en su trabajo en la Alcaldía del Municipio Urdaneta su jefe lo llamó para discutir un plan de acción contra la suciedad en que se encontraba sumida la ciudad, después de varias horas de deliberaciones el jefe dijo "bueno Olindo que te parece?, "mire señor" dijo Olindo "yo creo que esto está errado, vos quereis hacer que los maracuchos botemos la basura en pipotes poniendo multas, y eso no va funcionar aquí", "como que no Olindo?, en todos los países civilizados funciona así", "si mire jefe pero aquí no somos muy civilizados", "pues tendrán que aprender a serlo" replicó el jefe, "no señor, hay que buscar otra solución", "mira Olindo, definitivamente aquí se hace lo que a mi me da la gana", las palabras del jefe no habían terminado de salir de su boca cuando una silla de madera se partió en mil pedazos sobre la cabeza del jefe de Olindo, de un brinco Olindo se le abalanzó y le agarró dos dedos de la mano fracturándolos de inmediato. Esa noche confundido y agobiado por su proceder, además de desempleado, Olindo volvió a su casa y se sentó a cenar con su madre.
"Mamá", dijo Olindo "esto es grave, yo no logro controlarme, tengo que buscar una solución", "hay mi amor" dijo la viejita "no se que decirte, pero tómate esta sopita de apio para que te calmes", "mire mamá, esto es auyama no apio" replicó Olindo, "a pues Olindo como vas a decir eso, es apio no lo ves?, "mamá que es auyama", "no Olindo chico, apio, mi amor, es apio", "mamá por favor no me contradiga, esto es auyama", "Olindo como vas a saber más que tu madre que preparó la sopa, apio mi amor", el carajazo voló la plancha de los dientes de la pobre vieja, y de pasó la estrelló contra la nevera dejándola semi-consciente, Olindo al ver esto salió corriendo de la casa se subió al carro y aceleró perdiéndose en la noche.
Embalado por una carretera Olindo trataba de encontrar una razón a su violencia acumulada, de pronto a lo lejos vió una luz y se acercó a ella, se trataba de una iglesita de pueblo, cercana a Cabimas, clavó los frenos y se bajó del carro. El cura de la iglesia al escuchar el estruendo causado por el frenazo salió a ver que pasaba y vio a aquel bien dimensionado hombre todo sudado y con cara de pocos amigos.
"Que la pasa hijo?, preguntó el diminuto cura, "mire padre, yo no se que hacer, yo me vuelvo loco si me contradicen, usted tiene que ayudarme padre, por favor", "pero hijo como es eso?, como que te vuelves loco?, "bueno padre, a mi no se me puede contradecir, enfurezco, me vuelvo loco, una bestia sin control", "pero hijo eso no es posible", "si padre se lo digo, mire mis hermanos han parado todos en el hospital por contradecirme, a mi abuela le abrí el coco en dos cuando insistió que me llamaba Onirio en vez de Olindo, he sido despedido de 23 trabajos, todos mis jefes han parado en el hospital, 4 primos he fracturado, he perdido 10 amigos a causa de mis golpes y bueno esta noche golpeé a mi madre discutiendo sobre una sopa de auyama."
"Bueno hijo" dijo el cura con cara de preocupación y seriedad "esto esta mal, pero déjame pensar como lo podemos solucionar, a ver mijo, Olindo es tu nombre no?, vos creeís en Dios?, Olindo mirándolo a los ojos le dijo "no padre yo no creo en Dios" y el cura sin dudarlo le respondió "eso estaba por decirte no creaís en guevonadas"…..
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