Saliendo del médico para chequear mis niveles de adrenalina pude constatar que se encontraban muy bajos, los guerreros de la divinidad, como yo, necesitamos mantener el corazón latiendo a toda mecha, pero no latiendo fuerte mientras se flota pensando como un idiota en cualquier romance que terminará inscrito en los anales de las relaciones no consumadas. Los que hemos nacido así necesitamos poder palpar en nuestros paladares el sabor inequívoco de la sequedad extrema que provocan esas sensaciones que solo se experimentan pocas veces a lo largo de la existencia.
A la mañana siguiente y después de una noche de revisar mis cuadernos forrados de fieltro en donde mantengo mis notas secretas de "cosas por hacer" decidí llevar a cabo uno de mis experimentos, confieso que estaba indeciso, una de mis opciones era vestirme de policía peatonal y dedicarme a amargarle la existencia a cuanto conductor me diera la gana poniendo multas imaginarias y haciendo tomar el test de nivel de alcohol hasta dejarlos sin aliento. La otra opción y por la cual me terminé decidiendo era buscar un trabajo, identificar una mujer casada y tumbarle el marido solo para después dejarla con la finalidad de escribir una historia para mi libro anecdótico de las vivencias de un loco de nacimiento.
Vestido de flux y corbata imprimí un Currículum Vitae y me subí en mi carrito por puesto que me llevaría al Metro para poder repartir mi hoja de vida por ahí. Debo reconocer que gracias a la ladilla incansable que me montaron mis padres no solo tenía mi carrera sino dos postgrados en el exterior, conseguir trabajo sin lugar a dudas resultaría una tarea ardua pero al final con un poco de labia chimba, algo de conocimientos que se me pegaron en la universidad y una actitud entusiasta y alegre algo saldría por allí.
Caminé como un loquito, nada difícil para mi, no es lo mismo ser cuerdo y caminar como loco, que ser loco y caminar sin parar, paseé en ascensores, repartí chocolates a todas las recepcionistas para que no echaran en la basura mi hoja de vida y al menos se la llevaran a la persona encargada de recursos humanos dándome una ventaja considerable sobre todos aquellos infelices que solo entregarían su currículo sin entregar dulces. Cansado después de la ardua tarea me senté a tomar una Coca-Cola mientras pensaba en todas las cosas lindas que le iba a decir a esa desconocida que trabajaba en algún lugar de la metrópolis y que pronto sería mía o más bien eso creería ella.
Milagrosamente las llamadas para entrevistarme no tardaron en llegar, así nuevamente vestido de traje y con una sonrisa de comercial me dirigí a la primera entrevista. Sentado con la gerente de recursos humanos enfrente escuché con atención todo lo que se esperaba de mí y las bondades de la empresa. La dama de recursos humanos cuestionaba con sorpresa que como era posible que una persona con mis credenciales se encontrara descansando en su hogar, yo sin pensarlo mucho culpé a la tasa de desempleo y por supuesto a la viveza de querer obtener los servicios de alguien preparado a cambio de un vaso de leche y dos cesta tickets. Una vez que me explicaron todo el cuento la dama me dijo "tiene alguna pregunta?, yo le dije "si, en efecto, quisiera saber si aquí en la empresa hay mujeres casadas?, la tipa de recursos humanos que lo había escuchado todo menos mi pregunta totalmente desconcertante alcanzó a balbucear "y eso por qué?, no entiendo su pregunta". Yo con mi habilidad para dormir serpientes y convencer a un ciego de tirarse por una montaña esquiando le expliqué que existían teorías que demostraban que la gente casada trabajaba con más afán pues sentían la responsabilidad en sus hombros de una manera distinta a los solteros. La sorprendida mujer me dijo que iba a investigar sobre el tema pero que igual la empresa necesitaba de alguien como yo con urgencia y que simplemente empezara a trabajar cuando quisiera. Ni corto ni perezoso le dije "pues empiezo ya, y por cierto usted está casada?. La gerente asintió con la cabeza así como diciendo en su lenguaje de señas "jodida pero acostumbrada."
Sentado en mi puesto de trabajo prendí el computador y puse cara seria para que creyeran que estaba ocupadísimo, después de quince minutos me paré y le di una vuelta completa a la oficina en donde me fui presentando y averiguándole la vida a todas las mujeres que allí laboraban. Ya sentado nuevamente en mi oficina había identificado las posibles candidatas para mi ocioso experimento, finalmente y después de volver a recorrer la oficina a vuelo raso decidí que la víctima sería una atractiva mujer de unos 29 años, cabello rojo pintado, ojos azules y una pinta de estar más ladillada del marido que yo de mis voces internas.
Con sutileza me acerqué a su oficina y entablé una conversación de esas que parecen tontas pero que van destinadas a averiguar con precisión el abc de la vida de una persona. Después de un rato hablando la invité a almorzar a lo que respondió que estaba muy ocupada y que me avisaría cuando tuviera un tiempito libre. Al día siguiente volví a tratar obteniendo la misma respuesta y me dije "coño Policarpio estas perdiendo habilidades", vas a tener que aplicar otra técnica. Me la topé en el pasillo y pude ver en sus ojos la confianza esa de "me levanté a este guevón", yo con discreción saludé y seguí de largo sin cruzar otra palabra. No hay nada más macabro para la existencia de una fémina que ver con tristeza como el banquete que se estaba dando con un tipo atrás ha llegado a su fin. Paciente y tranquilo esperé por varios días hasta que finalmente apareció la susodicha diciendo "bueno te olvidaste del almuerzo o que?
Cagado de la risa internamente pero con cara de culo por afuera respondí que no me gustaba fastidiar ni perseguir a nadie y que por supuesto no se me había olvidado el almuerzo solo que había estado ocupado en algunas cosas de la empresa. "Entonces? dijo la dama "vamos hoy?, "si, si, como no, a la una paso por tu oficina" contesté. Allí en la comodidad de mi oficina recordé que no hay mujeres imposibles sino mujeres mal tratadas, es solo cuestión de aplicar la técnica correcta mi querido Policarpio me decía mientras saboreaba un sorbo de Coca-Cola bien fría.
Sentados en la mesa de un interesante restaurant observaba con detenimiento a la esculpida dama que sin ningún tipo de pena me atacaba con sus encantos. Yo calmado como siempre escuchaba sus historias y todo su intento por venderse, la dejé hablar de ella y de ella y un poco más de ella, hasta que finalmente le dije "y tu no eres casada?,. El semblante de la dama cambió de inmediato, "y como sabes?, "bueno mi estimada usted misma me lo dijo cuando nos conocimos", la voz de la mujer cambió y dijo "ay si, es que se me olvidan las cosas, es que ese marido mío, no se, yo de verdad no se que hacer". Sin yo decir nada la dama soltó toda una cuerda de letanías de lo difícil y desastroso que era su matrimonio, haciendo énfasis en lo malos que eran los hombres sin siquiera darse cuenta que yo por lo menos hasta donde sabía seguía haciendo pipí parado, después de recorrer los momentos más felices y más horribles que había pasado al lado de aquel monstruo me dijo "y tu que me cuentas?, yo la verdad ya estaba atolondrado pero convencido que podría hacer algo para salvar a la pobre dama de su desastroso lazo matrimonial, y me limité a decir que teníamos que volver al trabajo pues se hacía tarde.
Haciendo uso de todos mis encantos ataqué sin piedad a la susodicha, la agobiada damicela fácilmente cayó en mis cuentos chinos y mis promesas de un futuro mejor. Unas flores y unas noticas que había sacado de una página de Internet aunado a unas frases que me leí en una novela de Corín Tellado hicieron que la mujer flotara nuevamente. Varios almuerzos y unos zarcillos que encontré en una bolsa de piñata que había traído mi hermanito y que hice ver reales con una mezcla de barniz fueron conquistando a la bella damicela. Una vez que pude constatar que había caído tendida en mis redes desplegué mi plan maestro.
La invité a cenar y por el otro lado invité al marido también al mismo sitio haciendo uso de la cuenta de e-mail de ella, en el correo electrónico le decía al marido que se preparara porque esa noche se tornaría llena de fuego y pasiones. Llegué temprano a la cita y me senté a esperar muy tranquilo. En pocos minutos apareció radiante la bella dama y se sentó frente a mi. Sin dejarla decir nada saqué un cactus enano y se lo puse en la mesa, "para ti mi bella dama", la sorprendida muchacha mirando para todos lados sonrío forzadamente y me lo agradeció. Después de contarme algunas cosas la interrumpí y le dije "tu sabes que yo me tiro unos peos olorosísimos no?, la mujer que no entendía como el lord inglés que habitaba en mi se había esfumado sonrío sin poder dejar de mostrar su disgusto por mi comentario. En el acto procedí a agarrar un pedazo de pan y decir "esta vaina esta fría" y me la metí en la parte trasera de mi pantalón me senté y luego lo saqué y dije "listo calientito, recién sacado del horno". "Pero que te pasa Policarpio, estas bebido?, que es esto?, que son esas ordinarieces?, yo sonriendo le metí un mordisco al pan y agarré la copa de agua y se la eché en la camisa mientras gritaba "ahora si, evento de camisas mojadas", la dama se paró de la silla sin saber que decir y allí me le tiré encima dándole un beso con sabor a ajo puro, desde las tres de la tarde tenía par de dientes de ajo metidos en la boca y los había chupado con dedicación. La mujer al sentir aquel sabor espantoso me alejó y me dijo "no lo puedo creer, has roto mi corazón, que patán que eres Policarpio."
En ese instante llegó el marido quien se trasladó a la mesa para encontrar a su mujer con un tipo con cara de loquito y además bañada en agua. La dama le dijo "ay Juan Pedro, perdóname, yo no se que estaba haciendo, yo te amo". El hombre que no sabía a quien soltarle una mano optó por tratar de golpearme pero hábilmente lo esquivé brincando por encima de la mesa y pegando una carrera hacia la puerta mientras gritaba "que viva el amor, que lindo es."
Sentado en el techo de mi casa me sentía feliz, había logrado que una dama desesperada y hastiada de su marido recuperara la pasión por él, al menos por un día, mirando hacia el cielo me quedé dormido, no había perdido mis habilidades de levante, había conseguido un trabajo y me pude confirmar una vez más a mi mismo que aunque la grama del vecino siempre luzca más verde nosotros conocemos los huecos de la nuestra.
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1 comment:
Ay Policarpito-Vengador, tú si que estás más tostado que yo.
Cómo siempre me encanta leerte aunque no puedo evitar sentir lástima por la peliroja -¿era necesaria la humillación del agua en la camisa?- Claro hostigamiento sexual a mi juicio. Tu personaje se puede meter en problemas legales. Pero claro, esto es un cuento, nos podemos reír a coro del evento. Vengador, castígame a un hombre en la próxima, ¿vale?
Un beso con capa,
Sandra
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