Nací superhéroe, vine a la Tierra siendo un superhéroe, me costó aceptarlo lo reconozco, pero siempre hay un día en la vida en que internalizas lo que eres y en esa fecha comienzas a vivir, o no?, pues no estoy tan seguro si esas consideraciones demasiado trascendentales tienen cabida en la correlación de actos mundanos que se tejen para formar la existencia de los seres humanos. Llegué en una época donde aquellos que estamos llamados a proteger a los indefensos habían sido relegados a idiotas sin destino que aparecían en revistas de ilustraciones, llevando vidas ocultas y luchando con personajes que de malos tienen solo lo que la imaginación de sus ilustradores es capaz de procesar, aquí no les queda más remedio que creerme, eso no es maldad.
A todas estas me crié como cualquier otro niño normal, con algunas excepciones, pues al nacer cuando el médico me dio una palmadita para que llorara le devolví un manotazo que lo hizo soltarme, yo me dí mi primer carajazo y el se abrió el coco con la cama en donde mi madre realizaba las labores de parto. Es importante señalar que no todos los superhéroes echan rayos, vuelan o corren rápido, si bien es cierto que tenemos cualidades para realizar actos supernaturales a cada uno de nosotros se nos encomienda una misión. Todo depende de donde venga uno y que cualidades se heredan de nuestros predecesores, es complicado, no me pidan que lo explique, pues tendría que revelar secretos y poner en peligro a los guevones que como yo nacimos superhéroes.
Risueño desde pequeño, mi vida transcurrió como cualquier otra, tratando de encontrar mi verdadera vocación. No es fácil, pues uno no viene con instrucciones, hay que descubrir de que se trata todo, así un día me atropellaron cuando pensé que podía detener a un autobús que iba a pisar a una viejita cruzando la avenida Casanova, en la clínica cuando recuperé la conciencia, me di cuenta que no tenía la fuerza para detener autobuses. Otro día traté de volar del techo de mi casa al patio del vecino para rescatar una pelota, el resultado, tres huesos rotos y un buen regaño de mis padres. Igualmente les prometí a unos amigos del colegio que podía ver a través de la gaveta donde estaban guardados los exámenes del trimestre, la verdad es que no pude ver un carajo y nos clavaron a toditos.
Ya crecidito y sin encontrarle mucho sentido a todo esto, confieso que pasé horas buscando a que coño me iba a dedicar cuando cumpliera los 18 años, por demás, la edad donde los superhéroes deben empezar a realizar actos para de alguna u otra forma salvar a la humanidad. La fecha se aproximaba y traté mil y una cosas sin llegar a nada concreto, me enterré un cuchillo en una pierna a ver si era de goma y me abrí un hueco, me vestí del partido verde y me fui a un mitin de los blancos a buscar pelea y terminé con un ojo pepudo y un dolor en el costillar que aún conservo. Horas de desvelo y frustración colmaron los días anteriores a mi cumpleaños, me consideraba un superhéroe fracasado y hasta había llegado a dudar de mi condición de guardián de los desvalidos en el bello planeta Tierra.
Llegó la noche de mi cumpleaños y nada de nada, mi madre que pensaba que todavía tenía 5 años cocinó todo tipo de dulces y manjares y se encargó de invitar a todos mis amigos y conocidos. Las notas del cumpleaños feliz se escuchaban entre risas y aplausos y allí estaba yo parado en el medio de la fiesta, viendo unas velas quemarse y todavía sin descubrir para que coño servía. Soplé las velas con toda mi alma y se apagaron de inmediato, en ese momento y por arte de alguna fuerza sobrenatural lo comprendí todo.
Al venirme a dar un beso la novia de uno de mis mejores me pude dar cuenta como sus sentimientos estaban dirigidos hacia otro de mis amigos, aquello me aterró pero logre conservar la calma, a medida que todas las mujeres que se encontraban en mi casa aquel día me fueron felicitando pude ver exactamente de quien estaban enamoradas y todas las maldades que cometían en contra de la población varonil del planeta. Ese día me convertí en el protector de las almas que sufren a causa de las maldades terroríficas cometidas por las féminas en su andar devastador por la vida de los hombres.
Admito que al principio estaba más triste que el carajo, un superhéroe maricón pensaba yo, no jodas tanto esperar para ver si tenía algún poder arrecho y nada que ver, simplemente darme cuenta de los horrores que pasaban por las mentes retorcidas de las mujeres. Pero poco a poco la cosa fue tomando sentido, y con las palabras de sincero agradecimiento por parte de aquellos hombres que eran sometidos y traicionados por sus mujeres le agarré el gustico a la cosa.
Mi labor comenzó con la novia de aquel amigo que me había felicitado y que había logrado hacerme descubrir a que carajo tenía que dedicarme. Después de pasar con mis amigos la noche en una fiestita, los seguí hasta la casa de la susodicha quien se bajó del carro y en cuestión de segundos se estaba montando en otro carro con otro tipo. Sin pensarlo dos veces me les pegué atrás hasta llegar a aquel viejo motel, una vez adentro y vestido con una sábana blanca con dos huequitos en los ojos tumbé de una patada la puerta en donde la parejita mantenía su nido de amor por esa noche. La cara de sorpresa no faltó en aparecer, "no nos mate" gritó la tipa mientras el asustado hombre se tapaba sus partes íntimas como si hubiera visto un fantasma. "No estoy aquí para matar a nadie" les dije, "simplemente tu mañana vas a llamar a tu novio y le vas a decir que no le vas a seguir haciendo daño, que lo vas a dejar, se acabó la farsa en esta vaina", me saqué del bolsillo un sellito y se lo estampé en la frente, las letras "MC" acompañarían a la mujer aquella por un buen tiempo.
Seguí con mis movidas delatoras dentro del círculo de amigos, mujer que veía en andanzas raras le metía su susto y le estampaba su "MC" en la frente. Capturé a las incautas "angelitas" en el Avila, en el Parque del Este, dentro de un carro en un estacionamiento, en discotecas, bares, en sus propias casas y hasta una que tan sirverguenza le pedía el carro prestado al novio para hacer sus travesuras. A esta no solo la marqué en la frente sino que le reventé el carro a ladrillazos para que tuviera que responder también por el mismo. Uno que otro "amante" vengador trató de detenerme en mi tarea, pero debajo de mi sábana blanca llevaba una china que con garbanzos viejos hacían de mi persona un arma letal. Mujeres marcadas con su "MC" y hombres adoloridos por un garbanzo en las bolas se volvieron mi día a día.
Pasaron varios años en donde continué con mi labor, del círculo de amigos pasé a los conocidos, después a los conocidos que me pesaban y poco a poco me vi defendiendo a pobre hombres que ni sabía quienes eran ni me interesaba pero que al final del día terminaban agradeciéndome que les había quitado de encima a una que otra sanguijuela que los vivía mientras disfrutaba de otro por ahí. Existen por supuesto muchas anécdotas de mis días de gloria, entre otras, la vez que una mujer sorprendida en su acto malvado trató de confundirme y me ofreció irse conmigo a cambio que no le pusiera la "MC" en la frente, yo enfurecido, no solo le puse su vaina en la frente sino en cada nalga también. Hubo otra que al verse sorprendida comenzó a golpear al hombre de su travesura, me tuve que meter entre los dos, agarrar uno que otro carajazo, para finalmente estamparle su "MC" en la frente. Hombres violentos me echaron tiros, lámparas de motel, ceniceros, vasos, botellas y cualquier instrumento que estuviera a la mano. Muchos se preguntarán como hice para sobrevivir, pues la respuesta es difícil de conciliar en una mente humana pero yo simplemente era un superhéroe, y aunque más mortal que otros por ahí, superhéroe al fin.
Sentado en el escritorio de mi oficina, a claro es que los superhéroes tenemos que trabajar también, me encontraba concentrado en alguna idiotez de mi aburrido trabajo como ser humano, subí la mirada y estaba parada allí, "Hola soy Yrma" me dijo con su voz tranquila, yo cerciorándome que me hablaban a mi y no a un atracador que se había parado atrás de mi escritorio logré devolver el saludo, de inmediato sentí como esta pequeña damita pensaba en mí, "que cagada" pensé "un alma pura, cero vainas raras por ahí, y no se le ocurre otra cosa que pensar en mí". Después de una breve conversación cerré la puerta de mi oficina y allí solo como siempre había estado comprendí que hasta los superhéroes de vez en cuando de cuando en vez sentimos algo.
Consciente del peligro que significa para un superhéroe caer en las redes de una fémina, le di vueltas a mi cabeza durante días mientras hacía mi pequeño trabajo de reafirmar que efectivamente Yrma me deseaba con locura. "Pero como coño?, me preguntaba "si nunca le miré, es que yo no miro a nadie, eso lo acepté hace tiempo, yo estoy aquí para otras cosas, no para jugar los juegos humanos." Como todo superhéroe que se respete pues me envalentoné e hice que Yrma cayera tendida, rendida y sin derecho a pataleo. No hay nada peor que un superhéroe enamorado, uno se pone pendejo, idiota y guevón. Por un tiempo jugué a ser humano y me permití libertades que usualmente no había experimentado a lo largo de mi existencia. Mi temor era que algún día a Yrma le diera por pensar en otro y yo sin compasión tendría que meterle su "MC" por la frente.
Sentados en un bello parque de la ciudad mentí al decirle que no la amaba, ella quien dejaba escapar unas lágrimas sinceras no entendía el por qué de mi decisión repentina y radical. De un brinco me paré y saqué mi sello, poniéndome como pude mi sábana blanca corrí hasta detrás de un árbol y le estampé el mismo a una tipa que se besaba con alguien que obviamente no era el que debía estar allí. Hoy en día aún la veo, y me sorprendo al sentir que todavía piensa en mí y en más nadie. Es solo que no puedo arriesgarme, es solo una historia más en la vida de un superhéroe…
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1 comment:
En mi planeta los superhéroes si se permiten entregarse porque reconocen a las almas puras de sentimientos virginales
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