Tuesday, May 30, 2006

Escobas

La bruja vieja y arrugada conversaba con otra bruja pasada de peso y algo ordinaria, una no pensaba la otra menos podía, hablaban y hablaban sin parar de una venganza a perpetrar sin nunca tomar en cuenta a la tercera bruja del clan quien dormía placidamente, soñando sin pestañear. La idea era acabar con un héroe venido de lejos, quien no cree en terrores sembrados ni mucho menos en gatos alados. Con escobas pueden volar, el daño pueden hacer, su cabello se cae con el viento, si solo supieran que la mejor respuesta a su venganza fue tan solo mi silencio.

Mi existir continuaba su curso normal, el sol calienta y la noche es fría, sentado en el techo de mi hogar recordaba tiempos pasados, mejores quizás, sin nunca olvidar que lo que sucede tiene razones, con validez o no, pero inscritas en el libro de aquellos bastiones de nuestro andar, se puede reír se puede llorar pero de algo podemos estar seguros que nunca podremos escapar. Muchos enemigos he debido enfrentar, a lo largo de la carrera por llegar, de diversos matices y rencores guardados, pero nunca tan fuerte como el odio que aquellas tres brujas habían acumulado.

Con sus trajes negros y sombreros puntiagudos planeaban con precisión cada paso a seguir, la ira reinante se vuelve detonante, la miseria baldía está palpitante. Una de ellas pulía la hebilla característica de las mujeres que vuelan montadas sobre escobas, la otra trataba de quitarse una verruga en su nariz con una pócima preparada por ella misma, la tercera dormía rendida en Morfeo, tratando de huir de aquel arrebato, un ojo abierto ahora tenía pues miedo llevaba encajado en su seno, terror infundido por tanto cretino, su vida cuidaba que no fuera robada.

Mi maestro me lo había advertido, que a lo largo de un viaje se consiguen todo tipo de manos, amigas sinceras, odiosas traicioneras, sin esfuerzo se extienden buscando atrapar a todo lo que pase cerca de su radio de acción, se buscan amigos para soportar las andanzas, se buscan humanos para odiar con rencores. Como distinguir las variadas clases de manos es una tarea de milenios vividos, se trata y se trata en vano encontrar, las huellas marcadas tienen su historia, no todos fenecen buscando la gloria, si miras arriba y encuentras la nada avisa con prisa pues vuela ahuyentada.

En aquel cuarto tres brujas y un duende enano se alistaban calmados para brincar al terreno, es acaso que no sabían que por cada tres brujas hay un duende villano?, con cara de niño y mente deforme brindaba ideas el muy falsiforme. En el caldero preparaban una sopa de frutas, aquello sabía a rayo podrido, la urraca mascota chillaba al sentir aquel olor que podía destruir cualquier porvenir, el plan bien trazado habían pintado con creyones de cera en un pizarrón, despojarle de todo era la meta, humillarle y pisarle sin dispararle, misión anhelada por tantos minutos, el odio finalmente daría sus frutos.

Yo lo sabía, lo sentía venir, de antes, de mucho tiempo atrás. El que planea venganza debe cuidar todos sus pasos sin desesperar, muchos detalles me fueron abiertos, desde siempre consciente estuve de aquello, su plan bien macabro pude seguir sin duda no entiendo a veces porqué destruir. A veces despierto muy tarde en las noches, en esas que duermo con mis ojos abiertos, aquellas que surcan lentas y solas, recuerdos latentes que vienen y van, muchos se piensan que yo estoy muy loco, pero es que no me queda otra que reír cuando me acuerdo de aquellas tres brujas montadas en moto.

A toda velocidad venían a mi encuentro, la bruja vieja no había logrado despegar con su escoba por el peso de su conciencia, la gordita partió el palo de la misma al subirse por el peso corporal, la tercera seguía durmiendo y el duende decidió quedarse pues no le convencía aquel plan. Yo por mi parte y a pesar de haber descubierto el plan para aniquilarme con antelación no pude saber lo que me esperaba, enfrentarse al odio degenerado no es un juego de niños, había visto enemigos fuertes pero este trío me iba a mover las fibras.

Había salido a pasear, contando los pasos desde mi casa hasta el puesto de periódicos, los mismos ciento veinte y siete pasos de siempre, hay cosas que nunca cambian en la vida. Permanecer es tarea de algunos, otros simplemente estamos para volar libremente, no somos ni más ni menos por ello, simplemente nos han hecho distintos, no por ellos debemos ser estigmatizados, el problema reside en que les enseñan a sentir por lo que ven y no por aquello que se mueve adentro. Escuché a lo lejos el tenebroso estruendo de unas brujas sedientas, buscando venganza como busca agua el perdido en el desierto.

El vendedor del kioskito me miró a los ojos, como quien dice “por favor no me vayas a destruir el puestito de periódicos”. El me conocía desde años atrás, y algunas historias había escuchado, en esas tardes donde surcaba la vida anhelando que todo terminara donde había empezado. El hombre asustado por el viento que comenzó a soplar trataba de cerrar las portezuelas del pequeño establecimiento, algunas revistas volaban para el beneplácito de aquellos que las recogían y sabían que no pagarían por ellas, Manolillo, así era el nombre del vendedor, encendía un cigarro mientras con su acento portugués me decía “Policarpio bastante te he aguantado y ahora me vas a destruir todo por lo que he trabajado.”

Al frente mío estaban paradas, en sus potentes motos, dos motos y un carrito lateral para ser exactos, en donde la tercera bruja dormía placidamente sin saber a donde le habían llevado. Sus ojos brillaban aún más que sus hebillas pulidas, sus sombreros puntiagudos me reafirmaban que si existen y tal cual como mi madre las había pintado cuando era un infante, sus botas y medias de rayas las hacían verse hasta divertidas, pero al sentir el odio encarnado en tanto pecado comprendí finalmente que del cuento a la realidad existe un gran trecho, tenía que pensar rápido o sería desecho.

La bruja vieja atacó de primera, rayos mal olientes trazaban el viento, chocolates y dulces brincaban sin muerte. El primer rayo fue a parar al kioskito, de un golpe destrozó medio establecimiento, un olor mezclado a azúcar quemada con papel periódico ensalzaba el ambiente, el segundo rayo rebotó en el piso, de inmediato saltó y estalló las bolsas de comida de una señora que por allí transitaba, que al ver el espectáculo quedó demacrada, llorando sentada con su boca pintada. El tercer rayo me alcanzó a mi, a pesar de todos mis esfuerzos por huir, era un rayo potente, lleno de poca brillantez, opaco en su andar, capaz de acabar.

Mi razón se vio ennegrecida por aquel rayo sin sentido, carente de toda lucidez y que me dejó perplejo y a la merced de aquel grupo asesino. Tirado en el suelo y aún sin saber como alguien podía arremeter con tanta ira, mi cerebro asaltado por aquella bruja no sabía que hacer, mirar hacia arriba, taparse el costado. La segunda bruja entró en acción, su movilidad era escasa, pero su odio gigante, de un brinco llegó a mi lado, moviendo cimientos, causando estragos, la tierra temblaba herida de muerte, el peso del caos parado a mi lado, yo ciego y sin fuerzas muy debilitado “que he hecho?” grité al cielo “para merecer este legado?

Metía sus manos en mis chamuscados bolsillos, no se que buscaba, no llevo riquezas, no llevo tesoros, tan solo mi alma con mucho decoro. Su peso inclemente aplastaba mi pecho, resentimiento latente clavado en mi frente, con sutil maldad buscaba llevarse todo aquello que a su paso encontrase. Gritando con fuerza me llamaba por nombres desconocidos, quizás me confundía con su ascendencia bandida, sus manos macabras pasaba por mi cara, buscaba y buscaba pero no encontraba. De un brinco hacia atrás salió de mi ser, la tercera bruja apenas veía el atardecer.

Sorprendida por aquel desbarajuste, la bruja que dormía abrió sus ojos ante la inclemencia de los rayos solares que se despedían de aquel día. Se acomodó su sombrero y miró a las otras brujas quienes explicaban las razones del odio, la piedra angular de una venganza planeada por tiempo y largas las horas, a veces de verdad no entiendo que llevaban en la cabeza aquellas señoras. Se acercó a mi persona, yo apenas podía moverme, el terror infundido mellaba el destino, hay veces entonces que no encontramos nuestro verdadero camino.

Estaba parada allí entre las otras dos brujas y yo, miraba hacia los dos lados, debatiéndose en sus decisiones, seguir al rebaño u optar por perdones. Venimos marcados por hebras entrelazadas, construidas muy lejos y no a desparpajo, somos lo que somos adentro y afuera, los genes relucen sin mucho pensar, hay historias que solo pueden acabar. De un salto certero brincó hacia mi, un daño potente pretendía hacer, un simple adelanto bastó sin querer, sorpresa tendida encontró a su ser cuando yo con tranquilidad y pausa simplemente la dejé entender.

Buscaban venganza y eso obtuvieron, el proceso es lento pues cura de a poco, el fuego con fuego solo deja cicatrices, a su ataque a mansalva esperé como quise, yo todo sabía por un simple error, cargadas de odio volvieron sus caras, se habían llevado materia y más nada, hay fuentes externas que se pueden perder, lo que adentro llevamos permanece en mi ser, no soy más ni menos, estoy lleno de errores más solo perdono no llevo rencores, la vida es muy corta muy larga a la vez, en serio me río al ver tanta insensatez, tres almas que odian buscando seguir, yo sigo tranquilo con mi existir, un día y muchos otros tendrán que pasar, mi eterno silencio las hará por los siglos de los siglos desesperar...

15 comments:

Laura Martillo said...

Que raro, quiénes eran las brujas?

Anonymous said...

Muy original, nos vemos!

MALiZiA said...

Un silencio eterno es un muy buen castigo. Saludos, gracias por tu visita.

Emilia said...

WOW, que creatividad, y felicidades por su forma de actuar!, yo hago lo mismo cuando sé que no he hecho nada que merezca algo asi, cuando quiero ser testaruda y no dar mi brazo a torcer si peléo, pero me parece muy bien su actitud y su forma de ver la vida, asi, sin perder el lado positivo del asunto, sea a favor o en contra suyo.

Gracias por el comentario en mi blog, y que bueno que le gustara! ;) Felicidades, tiene un blog muy bonito y original, igual, prometo visitarle de nuevo y mantenerme actualizada.

un abrazo a la distancia.

novivo said...

La indiferencia mata.

saludos

Rolando Escaró said...

vaya historia...

Anita Sepúlveda said...

Hoy escuché que la venganza es un exquisito plato que se sirve frío...

Buen verbo.

Paz, conciencia y éxito

Mar said...

Que bien escrito. Saludos

Nefastas said...

muy lindo todo lo escrito en tu blog, interesante...es raro imaginar en qué momento uno llega a esos niveles de inspiración que nos hacen crear estas cosas...
congrats! y gracias por la visita al blog!

Anca Balaj said...

Hoy sólo he podido dar un vistazo rápido, pero volveré pronto, ya lo creo. Me alegro de descubrirte.

Saluditos

Anonymous said...

En mi idioma (oficial?), el euskera, el vascuence tu nombre significa dice uno. Puro anonimato, jeje.
Escribete un libro, solo es juntar dos post ;)

J.L.Ramos said...

Quizá todo habría resultado bien para las tres brujas si hubieran reparado en un minusculo detalle... mi kiosko. En realidad debo decir que no me gusta jactarme de esto pero resulta que soy el octavo hijo de un octavo hijo de una familia de tradición comercial. El kiosko había sido traspasado de generación en generación y yo no estaba dispuesto a quedarme de brazos cruzados. Solo hay dos cosas para las cuales estamos hechos los octavos hijos de los octavos hijos: seguir la tradición familiar... o ser (por una extraña circustancia de la metafísica energética)...poderosos hechiceros. Yo no lo sabía en aquel instante... pero la rabia de que hubieran destrozado la mitad de mi negocio me llevó a reclamarles hasta su vieja casa.
Al gritarles que me devolvieran mi kiosko, recibí por respuesta una maldición que salió por una ventana en forma de un ligero humo verde... a su paso las formas vivientes dejaban de serlo. El terror se apoderó de mi cuando el humo me rodeó. Quise escapar, pero mi cuerpo no respondía a las ordenes de mi mente... estaba ocupado en ajustarse a una nueva realidad, que yo sentía, comenzaba a surgir desde mi ser exterior...
Mi mano comenzó a levantarse, luego el brazo, y mi dedo índice comenzó a apuntar hacia la casa de las brujas... palabras incoherentes comenzaron a salir de mi boca y con asombro ví como mis palabras eran escritas en el aire con tenues rayos de luz ambarina...
Luego vino el rayo... que recorrió mi cuerpo hasta llegar al extremos de mi dedo apuntador... eso duró un segundo, luego, en el segundo segundo, jajaja, la casa de las brujas estaba carbonizada y sus espirutus se encontraban flotando encima, preguntandose que diablos había pasado...

Macarena said...

Que linda y larga historia...

¡¡Saludos!!!

Anonymous said...

HEY!!! AMIGO, EXCELENTE ESCRITO, DE QUE VUELAN....VUELAN!!!, EXISTEN Y DEAMBULAN POR AHÍ, TRATANDO DE HACER DAÑO, PERO RECUERDA QUE HACE DAÑO QUIEN PUEDE....NO QUIEN QUIERE, O SI PREFIERES...A CADA COCHINO LE LLEGA SU SÁBADO...O MEJOR AÚN....LAS TORTILLAS TIENEN DOS LADOS....Y QUE EST´´A ARRIBA PARA PARA ABAJO...ASI QUE NO TE ANGUSTIES TANTO POR LAS BRUJAS, QUE EN ESTE MUNDO TIENEN MUCHAS FORMAS,COLORES,TAMAÑOS Y CONTEXTURAS....Y RECUERDA UNA COSA: "EL QUE TIENE UN PORQUÉ PARA VIVIR....PUEDE SOPORTAR CASI CUALQUIER COMO..."
UN ABRAZO Y SALUDOS DESDE CABO SAN LUCAS.

Celeste said...

Cuentos de brujas... cantos de escobas.

Espera! Brujas en moto? Policarpio ha vuelto más impredecible que nunca.

Celeste de siempre...