Saturday, February 25, 2006

Arabesco

Decido usar la medida extrema de uno de mis aliados en la Tierra, aliados, amigos, lo mismo, esos que se paran al lado tuyo aún a sabiendas que estás equivocado. La medida no es otra que acostarme a dormir para olvidar, el truco legendario, caer víctima de Morfeo para no sentir, al menos no conscientemente. Olvidamos, si, pero estamos hechos distintos, por ende, soñamos, las realidades no se pueden escapar, soñar no cuesta nada, la realidad nos cuesta el existir, soñar puede curar pero es capaz de herir en las profundidades, cuando estamos indefensos, descansando, o simplemente recordando.

Puedo ver mi sombra reflejada en la pared, me asusta, desde niño nunca me han gustado las sombras, y pensar que allí he tenido que vivir. Aún recuerdo el día que corría desesperado en el garaje de la casa con el sol a plena luz, mis padres pensaban que correteaba como cualquier otro niño, yo huía de mi sombra, y por más que traté ahí se mantuvo, de eso pueden estar seguros. Coloco mi cabeza en la almohada, por este día todos los remedios han sido gastados, todas las técnicas para escapar se han agotado, dormir o morir, es que a veces no entiendo y me desespero.

Me rindo, mis ojos se cierran, me entrego al oscuro océano de mis sueños, abro la puerta de lo desconocido, lo que está por venir es solo una historia más. Su orgullo es infinito, así empieza mi sueño, le veo a lo lejos, desesperada pero burlándose, mezcla por demás que ataca cualquier lógica humana. Lleva un vestido color naranja, me recuerda el pasado, la mitad de su cara sonríe, la otra llora desconsoladamente. Su parte feliz habla de cómo me ha olvidado y desechado fácilmente, la otra me dice que me extraña y que piensa en mi a cada instante. Yo permanezco sentado, en una especie de estrado, creo, me juzgan, por haber sido fiel a lo que creo, por haberle querido como nunca nadie le querrá.

Brinco de la cama, justo en el momento en que ella se acerca y me pide que la tome y la lleve lejos, ni en sueños puedo permitirme ese retazo de alegría, me traicionaría a mi mismo, vendería a la humanidad. El dormir no me ha ayudado, más bien se ha volteado en mi contra, ahora solo en mi cuarto, son las dos de la mañana, y puedo escuchar el retumbar de mi músculo bombeador acelerado a la enésima potencia, bebo agua y me sabe a ella, me paro, sin pensarlo estoy vestido, debo actuar de inmediato, mezclarme, perderme entre la gente, a ella no puedo buscar, pero tiene que haber una forma de escapar.

Me acuerdo que es Viernes, la ciudad apenas se levanta, puedo hacer una aparición, habrá quien se alegre de verme, otros mirarán recelosos. Me subo al carro sin pensar, mi fiel amigo Alerón va a mi lado, el tampoco duerme, creo que extraña algo, no se que será, quizás solo me cuida, todos tenemos que tener alguien que nos cuide. Me dirijo al lugar de moda en la ciudad, no se todavía porque lo hago, yo no pertenezco, pero la soledad me hace buscar vías, entro al sitio, Vodka Bar, así se llama, eso creo recordar, de inmediato me siento aún más solo, pero ya estoy allí, me desplazo entre la gente, soy uno de ellos.

Se me acercan, es que mi cara no parece la misma que ven todos los fines de semana, lo nuevo encandila, lo viejo aburre, lo diferente hace estragos, yo marco para siempre. Me disculpo, no he venido a bailar, ni a tomar, ni a fumar, es que no bebo, no fumo. He venido a sentir que me parezco a todos los que me rodean, al menos tienen brazos y piernas como yo, los uso como espejos, no de mi realidad, pero de mi eterna búsqueda entre el bien y el mal. Siempre hay otros que se encuentran en lo mismo, siempre habrá historias que contar, vidas que entrelazar, momentos que recordar.

Me siento, alejado, en un rincón, ya no tengo sueño, ni quiero soñar. Pido una Coca-Cola, el mesero me mira feo, yo sonrío, se va, en lo que se quita de enfrente, la veo, sentada, sola por igual, en una mesa, en un rincón, sin sueño, sin querer soñar. Medito por unos instantes, es tarde, estoy solo, nada nuevo, pero hay algo en sus facciones, quizás un recuerdo, no lo sé, nunca me ha gustado parecer un aprovechador, menos de una dama sola, pero solo con solo se anulan, así que me muevo, observo, me cercioro que no hay novio celoso, hombre herido, marido matón, o cualquier animal que luego tenga que combatir.

Me siento a su lado, ella se muestra sorprendida, luego sonríe, “si como no, ponte cómodo” dice en tono irónico. La miro, me disculpo, luego ataco, “bueno pensé que como estabas sola podíamos hacernos compañía”, que frase más infeliz he dicho, debe ser que estoy dormido, cansado, no lo se. Ella se ríe, esta vez con sinceridad, “no tenías una línea mejor?, yo me quedo callado, bajo la mirada, la subo, “líneas tengo muchas, pero soledad solo una”. Su cara cambia, mueve su mano, me la estrecha firmemente, Carolita Nah...., no puedo escuchar bien su apellido, la música la interrumpe, “Policarpio” digo, “y como puedes ver más solo que la una.”

Nuevamente sonríe, mueve sus manos con gracia, bonitas sus manos, eso recuerdo. “Sabes que no estoy sola” dice ahora, “solo espero por mi acompañante”, me paro de la mesa, ella hace una seña para que me siente, yo no quiero problemas. Comenzamos a hablar, de esas cosas que salen solas, de aquí y de allá, insisto sus facciones me recuerdan mi sangre, pero lo dejo pasar, me cuenta que está algo cansada, cansada del planeta, música para mis oídos, pero la dejo continuar, la persona que ha salido con ella, se ha encontrado con algo del pasado, le ha dejado allí sola, ella no lo puede creer, por eso allí permanece, esperando que regrese, aunque sabe que es solo una ficción.

Quisiera irme de ahí, con ella, pero me recuerdo que no estoy para eso. Aparece una figura, se trata de su acompañante asumo yo, está tomado, su mano agarra la mano de otra mujer, pero igual regresa a buscar lo que cree le corresponde. “Quien es este?, grita el furioso desconocido, para mi por supuesto, ella no sabe que responder, “no se, un loco que se sentó aquí, que voy a saber yo Alberto”, estoy acostumbrado a que la humanidad me niegue, es parte de la cruz que debo llevar. El tipo, quien tal cual como Pancho Villa, con sus dos mujeres a la orilla, se ha envalentonado, me da dos segundos para pararme e irme de la mesa, no me gusta que me amenacen, a nadie, la negación como parte de una amenaza es simplemente la admisión de lo que queremos hacer.

Me levanto, como ya he dicho, no quiero problemas, me despido de Carolita, también me despido de Pancho Villa, Alberto o como se llame, hago lo propio con la dama que acompaña al tipo. Debí haberme quedado en mi casa, dejar que mi sueño me doliera en el fondo, mañana sería otro día no?, me vuelvo a mezclar, siento que me miran, es solo que no deseo voltear. A lo lejos veo como Alberto se lleva a Carolita, de mala manera, así no se trata a una mujer, al menos no en mi libro, no en mi presencia. Me detengo, estoy cansado, si el mundo no quiere aprender, pues yo no pretendo enseñarle, me siento dividido, mi dolor, mi misión.

No me queda otra que ser fiel a mi mismo, los sigo, eso debo hacer, aquellos ojos de rasgos árabes me dicen algo. Camino, agarro a una niña de la mano, no quiero levantar sospechas, la damita se alegra, cree que ha hecho la noche, recorro el local hasta la puerta, allí suelto a la niña quien se queda con la mirada perdida, otro sueño roto, un cuento más que echar entre sus amigas. Alberto y Carolita me llevan ventaja, corro, los veo de nuevo, se suben a un carro, yo hago lo propio, me parece increíble lo que veo, el tipo, la otra mujer y Carolita en el carro, ahí hay algo que no me cuadra, y para cada situación donde las cosas no tengan sentido, estoy, para eso he venido.

Se bajan en un edificio de oficinas, no es hora de trabajar, son las cuatro de la mañana. Alerón se quiere ir a dormir, mi perro está cansado, lo suelto, el sabe el camino a casa. Sigo al trío, sin que se den cuenta no dejo que la puerta que abren se cierre, penetro en aquel lugar, frío, sin luz, desconocido. Salen de un cuarto vestidos con unas batas blancas, máscaras, todos cubiertos, me introduzco al cuarto y me disfrazo, ahora soy uno de ellos, al menos eso les haré pensar. Hay un olor extraño, no puedo descifrarlo, son esos olores que nunca olvidarás.

Logro ver un letrero que dice “Corporación M&M”, aún sigo sin saber de que se trata, allí me doy cuenta que he olvidado mi china, estoy desarmado. Me deslizo por el suelo, siento la presión en mis venas, finalmente entro a un cuarto en donde hay unas botellas de vidrio que contienen un líquido de variados colores. Escondido tras un mueble veo como Carolita ha sido amarrada a una silla, Alberto y la otra dama se disponen a sacar unos tubos de ensayo, eso parecen, contenedores. Se ríen, hablan pero no logro descifrar que sale de sus bocas exactamente.

Alberto saca una muestra de una de las botellas, la dama desconocida hace lo propio, se inyectan el uno al otro el contenido. En cuestión de segundos comienzan a besarse, se despojan de la ropa, y se detienen. Gritan eufóricos, se abrazan, Alberto dice “lo hemos logrado, la fórmula de la química, de la química entre humanos, ahora quien quiera simplemente por un precio elevado podrá tener a la mujer que desee, y viceversa, mujeres con hombres imposibles, hombres con las mujeres de sus sueños”. Mis oídos no dan crédito a lo que escuchan, con esto se perdería la magia, seríamos robots sin saber que lo somos, sueños rotos, relaciones destruidas, el caos dentro del juego macabro de los humanos.

Carolita suelta unas lágrimas, al parecer le han utilizado para lograr las fórmulas mágicas, sus ojos, miran desesperadamente. Me siento, solo allí en el piso de aquel laboratorio, por un minuto mi mente vuela, la recuerdo, con esa pócima todo sería factible, entregarse para siempre, pero el curso del viaje, no debemos jugar, aunque me duela en el fondo lucharé hasta demostrar que sin fórmulas químicas ella aún me extraña, lo siento, es que no puedo dejar de sentirlo. Vuelvo en mi, de mi pequeño episodio, debo actuar, esto no puede salir a la calle, perdería la gracia, a pesar que los humanos se dañan a diario con su jueguito, hay todavía algunos que creemos en él, que queremos ciegamente, sin parámetros ni dudas, que simplemente amamos.

Me paro, enfrento a Alberto y la dama, estoy disfrazado, no pueden ver mi cara, él grita “quien eres tu?, a estas horas nadie debe estar en el laboratorio”, yo simplemente avanzo, amenazadoramente, la dama que lo acompaña empuña un revólver, sus ojos se cruzan con los míos, brinco hacia un lado y se escucha un disparo, el mismo da con una de las botellas, el líquido derramándose me recuerda mis lágrimas, aquellas que llevo dentro de mi, me quito la máscara y me arrastro, los dos furibundos científicos me buscan, me vuelvo a asomar y un nuevo disparo, otra botella que se rompe, Alberto enfurecido le quita el revólver a la dama.

Alberto se detiene frente a Carolita, dice “si no sales la mato”, yo le devuelvo un “a mi no me importa ella, haz lo que quieras”, con la misma brinco hacia la puerta, un tiro roza mi brazo, pero estoy afuera. Veo un extintor en la pared, lo tomo, Alberto corre hacia la puerta y se encuentra con un humo blanco que lo cubre por completo, luego lo golpeo con el extintor en el coco, cae abatido, la dama sale y le echo más espuma, la voy a golpear con el extintor pero recuerdo que a las damas ni con el pétalo de una rosa, simplemente la agarro fuerte, la llevo al piso, presiono su cuello y cae desmayada.

Entro al cuarto y libero a Carolita, ella quiere darme explicaciones, no las necesito. Agarro una silla y me cercioro que cada una de las botellas quede destruida por completo. Salimos del cuarto y pasamos por encima de los abatidos malhechores, Carolita nuevamente empieza a hablar queriendo explicar de que se trata todo, sus ojos me dicen que ella ha sido obligada, no le dejo continuar, salimos de aquel lugar, está amaneciendo, yo solo salí a olvidar y me encuentro que hay gente que quiere cambiar el curso normal.

Carolita me dice que tiene que llevarme al médico, la bala ha rozado mi brazo y sangro, miro la herida y me río, si ella supiera el dolor que llevo adentro entendería que no hay comparación. Carolita se acerca, huele muy bien, sus ojos brillan, me abraza, siento su calor, yo permanezco inmóvil, se separa y vuelve a acercarse, esta vez cierra los ojos y aprovecho ese instante para desaparecer, ella besa al viento, seguramente se siente mejor que rozar la carne de este superhéroe, que es solo uno más, otro muerto en vida.

Camino lentamente hacia mi casa, mi brazo va regando el suelo con sangre, mi mente va soltando lágrimas, nunca lo sabrás pero aquella noche y en medio de todo aquello no pude dejar de pensar en ti...

Friday, February 24, 2006

Carta de Amor # 5

En algún lugar sobre el océano, 10 de Octubre de 1994

Así tomo mi papel y mi pluma, abro la bandeja del asiento delante de mí, son las seis y cuarenta y siete, el sol se está ocultando, lo puedo ver desde la ventana, tu me conoces, mi pasión por el vuelo es infinita, a treinta y tres mil pies de altura me siento liberado de cualquier presión, bueno salvo la vieja que está sentada al lado mío que husmea cada vez que puede pues quizás el hecho que yo escriba algo le recuerda sus tiempos de juventud, cuando ella recibió una carta así, o quien sabe, de repente es una chismosa más que no soporta la idea de no saber que escribo en este papel gastado, con mi pluma vieja, con mis recuerdos añejados y que simplemente escribo para decirte que te extrañé.

Ya basta de hablar de la vieja, ahora debemos concentrarnos en ti, pues para eso uso mi tiempo aquí en las alturas. En cuestión de horas te veré, eso creo, más bien es un deseo, tantas cosas que debo decir, es que me he puesto a pensar y créeme no es fácil darse cuenta que he pasado en una ceguera total los últimos nueve meses de mi existir. La lejanía acerca me decía mi madre, yo la miraba y me reía, ahora la entiendo, ella sabe de eso, habiendo crecido lejos de su tierra, teniendo que existir a base de recuerdos que cada día se vuelven distintos pues los acomodamos a nuestras necesidades. Como ves me distraigo, así soy, y por eso en mi distracción eterna he dejado que te vayas sin siquiera haberte dicho que te quiero.

Hay algo que nunca te he dicho, soy un superhéroe, vamos, ahora puedes reírte un rato, pero eso soy. Quizás no logras sonreír por la confusión que causan estas letras errantes en tu muy educado y recto cerebro. Las palabras extrañar y querer no han sido pronunciadas de mi boca en alguna conversación que hayamos tenido, al menos no en el contexto tuyo y mío, es que nunca fuimos tu y yo, eras tu atrás de un niño malcriado, y yo viviendo el dulce sabor del saber que le importas a alguien. Pero discúlpame, es que yo no se de esto, mi vida es racional y fría, mis pensamientos lineales, mi sentir es fuerte pero no permite altibajos propios del querer, bueno, estoy hablando tonterías, pues todo esto se me ha caído después de darme cuenta que me encantas.

Ahora le toca el turno al párrafo de las disculpas, debes seguir pensando que esto parece una carta escrita por un robot, siguiendo un modelo predeterminado, dentro de poco te darás cuenta que no es así. Perdóname, de verdad, cuantas cagadas he puesto, ya se, no te gusta que diga groserías, pero es que son cagadas las que he puesto, contigo, no se me pudo ocurrir ponerlas con otra persona, tenía que ser contigo. Herirte de esa manera tan cruda y vasta, es que a veces pienso que te veía como una especie de enemigo, como un monstruo malvado que trataba de robar algo de mi, que intentaba quedarse con mis pensamientos y seducirlos para llevarlos a la máxima expresión de aquello que llaman sentimientos, pues no me queda otra que ponerme de rodillas y disculparme, me porté como una mezcla de bebé de tres años, con adulto malcriado, niño retrechero y por si fuera poco esa combinación maligna confundida en un adorar que se transformaba por momentos en mal trato y en otros en cariño desmedido.

Ahora por primera vez siento lo que se me viene encima, estos días que debo enfrentar, como hacer que me creas que todas esas veces que te dije amistad debí haber dicho cualquier otra cosa, pues cada vez que estabas parada a mi lado mi interior se inflaba, tonto yo que pensaba que eso era sentir de amigos, es que vuelvo a repetirte yo no se de esto, me educaron para reflexionar sobre la base de la razón, me guiaron para que fuera una pared incólume, para nunca ser perturbado, para crecer, avanzar sin detener, para pensar, sobrevivir, combatir, ser fuerte, duro, no me dijeron que había lago que se llamaba sentir, lo siento, pero no me lo dijeron, pero aquí estoy sintiéndote.

Me robas el sueño, me quitas el tiempo, te llevas mi aire. Pienso, como un cretino amarrado, en ti, a toda hora, has secuestrado mi cerebro quien al no entender que está sucediendo le ha dado por ponerse idiota también y se divierte pensando en ti. Mi existir se ha centrado en otro ser, increíble pero cierto, yo pensaba que estábamos para vivir nuestras vidas solitarias sin molestarnos los unos a los otros, yo pensaba que, yo solo se que te llevo adentro, pegada, clavada, yo pensaba, de pensamiento en pensamiento salto a ti nuevamente, es que esto de pensar y pensar en una persona me debilita, con lo que me gusta pensar, pero en ti?, pensar en ti?, debo reconocer es lo mejor que he descubierto del pensar, he pensado, te lo dije?, he pensado que te amo.

Mi vida no tiene mucho sentido sino estás aquí, eso lo pude comprobar, tu te acostumbraste a quererme, yo a ser querido, es solo que tu sabes querer, yo solo probé una pizca de lo que es ser querido por otro ser humano. Por primera vez me enfrento a mi mismo, a todas mis decisiones pasadas, mis errores, mi caminar devastador, el llevarme por el medio al planeta, no me gusta lo que veo, mi arrogancia, mi burla, mi soberbia, todas esas veces que pensando que hería solo me abría un hueco gigante en mi ser, mientras más insistí en alejarte, más me alejaba de mi mismo, me desfiguré tratando de obviar lo simple, lo eterno, lo sano, lo puro. Soy mi propia burla, he sido un inconsciente, hay cosas con las cuales se juega, hay otras que debemos tratarlas con seriedad, nos duela o nos llene, nos mate o nos haga crecer, he aprendido que el burlarse de algo tan puro solo puede tener consecuencias nefastas, pero aún así me atrevo, y me tomo la confianza de decir un te quiero de nuevo.

Se me acaba el papel, y no he dicho ni siquiera un pedazo de lo que quiero decir, siempre me queda la esperanza de poder decirte esto, y mucho más, frente a frente. Aquí estoy solo como siempre, tratando de explicarme que me pasa, buscando razones donde no las hay, dándome respuestas que se no tienen base alguna. Sabes?, nunca fue mi intención llegar a tu vida, he jugado con ella y eso no se hace, más bien he jugado el juego que se jugar, el de existir porque es así, el de vivir pues me lo dieron, he usado tu cariño para sanar las heridas de mi pasado, me mostraste un lado desconocido, me has enseñado que es mejor dejar sentir que reprimir, me has hecho ver finalmente que soy tan humano como tu y que todos esos días que llorabas mientras yo reía no me los va a devolver nadie para llorar junto a ti.

Esto es una declaración, la primera que hago en mi andar, ojalá y fuera la última, que sabroso es soñar. Yo se que me espera, haciendo uso de mi racionalidad he llegado a una respuesta, solo que quisiera que esta vez el mundo hiciera una excepción y perdonara mi vasto error. Pido mucho, poco di, eso sé, el tiempo se volverá mi amigo, eso que creí era tuyo, voy a necesitar de él, eso también lo sé. Ahora me sorprendo a mi mismo cuando miro el papel y se ha mojado, una gota de mi ser, impregnada en el papel, por suerte ha caído entre palabras, no distorsionará mi sentir, es posible se seque, pero lleva la marca de la primera vez que sentí y sin más que decir solo puedo repetir que te quiero y te querré, en la tierra y en el cielo, en un mundo y en el otro, por ahora, para siempre, en un lado y en el otro, con mi alma y todo yo, solo queda para mí el dolor de la derrota pero debo agradecer que por ti vivo ahora.

Policarpio




Nota: Para los curiosos esto lo escribí hace muchos años, nunca la entregué, se la iba a dar, pero la vi con su novio, el que encontró mientras estuve afuera, el que si supo valorarla y no la trató de amigos. La carta se la di a mi hermano, quien la guardó sin abrirla y me la entregó días atrás, la había encontrado en unos papeles viejos y cumpliendo con lo que le pedí aquel día me la retornó cuando fuera tiempo. La vieja del avión lloró conmigo, increíble, par de idiotas llorando subidos en un avión, me dijo que si ella no se enamoraba con mis palabras pues nunca me había querido, creo que se equivocó, si me quiso, yo simplemente puse la torta. Al abrir la carta me reí, busqué el lugar donde cayó mi lágrima y ya no estaba allí, se secó, o simplemente un ángel la tomó prestada para usarla en otra situación…

Thursday, February 23, 2006

Buscándome

Ha pasado mucho tiempo, desde que acepté la razón de haber venido a la Tierra, han pasado largas horas desde que me convertí en un superhéroe. Convertir no es la palabra correcta, siempre lo fui, así me hicieron, ese fue mi castigo, o mi salvación, quien sabe realmente, quien sabe con seguridad lo que es la felicidad. Mis padres me criaron como a un infante normal, nunca entendieron porqué insistía en llevar una capa puesta a todos lados. “Cosas de niños” decía mi apenada madre cuando yo llegaba al pre-escolar con capa y en vez de querer aprender el abecedario me subía a los árboles para poder tener una visión exacta del patio del colegio y por supuesto proteger.

La vida te cambia, la vida te enseña, a los golpes quiero decir, las cosas que aprendemos por las buenas las olvidamos, lo que nos deja una marca lo recordamos. Recuerdo el día que mi madre botó a la basura mi capa, lloré desconsoladamente hasta quedarme dormido, en mi sueño profundo las respuestas comenzaron a llegar, el mundo juzga por lo que ve, la forma de mantenerme escondido y sin levantar sospechas era moverme en el tiempo sin una capa en mi espalda. Todo se balancea, mi madre botó mi capa pues ya comenzaba a pensar que había traído al mundo a un loco eterno, yo lloraba para entender por primera vez que significa perder algo que se quiere y mi sueño me explicaba como los humanos no sienten, miran y emiten juicios, pero ese simple hecho navegaría a mi favor.

Aún veo su cara llena de fango, sus lentes rotos tirados a un lado, su vestido sucio y roto por los cuatro costados. Me acerqué y lloraba, gritó “por favor no me hagas daño, no más”, la tomé por el brazo y la ayudé a ponerse en pie, limpié su cara con mi franela, recuerdo sus manos temblorosas, las lágrimas que se confundían con la tierra mojada, puedo a veces oler el dolor que ella llevaba a cuestas en ese momento. Teníamos siete años, María Fernanda era la burla del colegio, nunca entendí porqué, pero la gente se alimenta de la desgracia ajena, se burlaron de mi también al verme pasar con ella hacia los servicios para que se enjuagara la cara, más calmada y con la sabiduría de una pequeña de siete años me agradeció haberle rescatado, yo partí un pedazo de mi pan y se lo entregué, ella tomó una flor del jardín y me la dio.

Nos movemos, aunque no queramos, la infalibilidad de las horas hace del tiempo el mejor aliado de la desesperación. Lo que hoy vemos de un color mañana nos sabe distinto, lo que hoy probamos y nos gusta mañana ha perdido su color. No pretendo aburrirles con historias de mi infancia, crecí como todo ser humano, pasaron miles y miles de situaciones que te van dictando las notas del existir, el jugar se fue convirtiendo en responsabilidades, las sonrisas comienzan a escasear, las dudas florecen por doquier, ah! claro y casi se me olvidaba decir que María Fernanda la misma pequeña de lentes rotos me había negado, ella también creció, y no hablo de negativa del jueguito macabro de los humanos, simplemente su mundo la condicionó para juzgar y de eso es difícil escapar.

“Cuantas veces he dudado de mi mismo?”, me repetía subido al techo de mi casa, me quedé dormido y soñé, como siempre hago. Era un espacio muy verde, silente, con rasgos de igualdad y serenidad, a lo lejos una caravana de personas subía por una especie de colina, yo observaba retirado. Me fui acercando lentamente, aquellas personas me parecían conocidas, pero no me veían, me ignoraban o simplemente estaban sumidos en aquel momento triste, finalmente le pregunté a un viejito que estaba allí parado, se volteó y me dijo “como ves, están enterrando tu corazón, los superhéroes no pueden sentir, es así, así es”. De golpe desperté, sudando y agitado, la luz de la luna iluminaba la noche de la ciudad palpitante, bajé a mi cuarto y descansé hasta la mañana siguiente.

Aquel sueño permanece conmigo, no he podido descifrar si es una verdad, si se trata de una mentira, o es un sueño más, que se mueve entre la realidad y mis temores, que me recuerda a diario lo que soy. Mi dura batalla apenas comenzaba, no me voy, permanezco, de una forma u otra, allí estoy, siempre presente, si me buscan y no me encuentran es solo que no saben como hacerlo, mi sentir es poderoso, simplemente diferente, no se quita, no se borra, se multiplica con los segundos, por cada minuto que piensen en mi yo devuelvo dos a cambio, solamente distinto, de una manera nunca vista.

Estaba sentado en un salón de clases, solo como siempre, creo que esperaba algo que nunca llegaría o quizá solo esperaba por el profesor. A lo lejos me pareció escuchar una voz, un timbre sonoro que alguna vez había escuchado, de un salto me asomé a la ventana, mis ojos se posaron sobre aquella niña de lentes rotos, vestido desgarrado, olor a fango, y pidiendo a gritos que no le hicieran más daño, solo que esta vez ya no era niña, su cuerpo escultural no llevaba un vestido roto, sus lentes ocultos estaban y su olor no era el de la tierra mojada, más bien era la mezcla de la vida y la muerte, todas juntas en una cascada.

Lo divertido de este planetita son sus vueltas sin parar, giramos, pero lo olvidamos, pequeño error que cometemos. Caminando hacia ella después de tanto tiempo, subía y bajaba la mirada, unos pasos, la cercanía, yo subo la mirada y ella simplemente voltea hacia otro lado, nos cruzamos, la veo, ella no me ve. Aún no comprendo porqué se alejó, miento, si lo se, la corriente se la llevó, el riel de la humanidad, los convencionalismos, la ruta pautada que hemos de seguir, perdón, que yo no he seguido, y por eso al margen me han mantenido.

Decido seguirla, quiero saber, curiosidad humana, quizás mi instinto, no lo se. Es un grupo de unas cinco damas, ríen, hablan, juguetean, se sienten dueñas del espacio, es su medio, no es el mío. Se sientan en la cafetería, me ubico de espaldas, pero escucho, están muy alegres, en la noche, es el día de la fogata universitaria, reunión a la cual he sido invitado pero no pensaba asistir, ahora tengo razones, una razón más bien, quiero verle con el resplandor del fuego en su cara, en todo su esplendor, mirar es una cosa, tocar es otra, tengo preguntas, que no haré, sus ojos se encargarán de contestarlas.

Llamo a una amiga, pregunto si desea acompañarme a la famosa fogata, ella se contenta, pensó que nunca la llevaría, ella como yo, es distinta, a su manera, los extraños nos entendemos. Llegamos a los campos de la universidad, la gente está en lo suyo, cada quien se mueve a su ritmo, apoyo mi mano en la espalda de mi amiga, no tengo intenciones, simplemente reafirmarle que allí estoy, que no está sola, caminamos, hay gente que cuchichea al vernos pasar, debe ser que no tienen esa mano que les toque su espalda en una noche fría, hablan, eso me divierte.

Nos sentamos debajo de un árbol, ella habla de su vida, yo simplemente espero el momento para el cual he venido. Yo respondo amablemente a sus planteamientos, no estoy allí para jugar, creo que ella lo entiende, disfruta la compañía, es sincera, no hay agendas ocultas. Conversamos de la soledad, pero no estamos solos, estamos frente a frente, ella piensa que la soledad es una forma de no enfrentar nuestros miedos, yo creo que es la expresión infinita de nuestra humanidad. Finalmente y a lo lejos veo a María Fernanda, llega acompañada, yo solo quiero mirarla.

Mi amiga decide dar una vuelta, pregunta si le acompaño, me disculpo pero digo que prefiero quedarme allí, ella se para y se va, yo hago lo mismo, sin que ella lo note. Me acerco, me siento de siete años, siento que llevo mi capa en la espalda, veo a mi madre diciéndome que me la quite, escucho los gritos del patio del colegio, veo a los niños persiguiéndole, en busca de una maldad más. Veo como su acompañante la besa, no se que sentir, recuerdo el sueño donde entierran mi corazón, las palabras de aquel viejo, me detengo, me siento en el círculo que se ha formado alrededor de la fogata.

El calor del fuego me hace sudar, es un sudor frío, que nunca he sentido, escucho voces lejanas que me dicen que debo aceptar. Mi mirada se fija en sus ojos, aquellos que derramaban lágrimas en el ayer, ella está concentrada en su juego, en su andar, no tiene tiempo para mirar. Se paran del círculo, yo hago lo mismo, les sigo, me siento como un ladrón buscando fortuna en una calle sucia y vacía, yo no soy el que debo asechar, pero continúo, me muevo en las sombras de mi propia sombra, sigiloso, cauteloso, voy observando cada movimiento.

Se esconden de lo obvio, se diluyen, eso creo, están acostados en la grama, yo al lado de ellos, no me ven, me mimetizo, eso hago, solo espero. Sigo sin entender que siento, cierro los ojos y los vuelvo a abrir con la luz de una luciérnaga que en sus destellos me recuerda que siempre hay formas de ver en la oscuridad. Percibo sus movimientos, su cadencia, puedo sentir su olor, mezclado por supuesto, pero de ella al fin. No se que hago allí, no disfruto viendo a nadie, es solo que debo estar, no puedo descansar, mi misión a cabo llevar, que doloroso es este andar.

Se paran de golpe, pienso que me han descubierto, María Fernanda está llorando, forcejean, el la golpea fuertemente y profiere algunos insultos, yo sigo acostado viendo aquel espectáculo surreal. De pronto ella cae a la tierra, de boca, tal cual como años antes, él se abalanza sobre ella, vuelve a subir la mano, solo que esta vez no llega el puño a su destino. Lo tomo por atrás, detengo el golpe, el muchacho asustado se levanta y no sabe que decir, ni siquiera intenta proteger lo suyo, o lo que el piensa es de él. Simplemente le miro, callado, sin mostrar mi rostro, huye de inmediato, no quiere problemas posteriores.

Me acerco y la tomo del brazo, la levanto, la oscuridad oculta nuestras caras, me saco de la cartera aquella flor que ahora es solo un pedazo aplanado de materia orgánica, abro su mano, la coloco allí, vuelvo a cerrar su mano, ella trata de acercarse para ver quien le ha salvado, ya es muy tarde, ya me he ido, a lo lejos escucho un grito “Policarpio, eres tu?”. Efectivamente soy yo, pero tu eres otra, yo simplemente siempre he estado, tu te has olvidado, mi protección es perpetua, mi andar es seguro.

Mientras el planeta gire allí estaré, mientras haya gritos en la oscuridad no desapareceré, si me buscas me encuentras, no me voy, no me he ido, es quizás solo que mientras sigan sintiendo por lo que ven mi corazón deberá permanecer enterrado, yo soy solo un superhéroe, solitario y calmado, yo no espero, no mendigo, solo atiendo a mi llamado…….