Monday, November 21, 2011

Los Magos

Reconozco que pasé horas y horas buscando una solución, perdí novias, amigos, el sueño y hasta una ramita de ruda que me habían dado para la buena suerte cuando me gradué, lo admito pasé horas tratando de buscar una solución a Venezuela.

Un día ya con la esperanza regada por el piso llegó una carta, si una carta vía Ipostel a mi casa, en ese momento supe que algo raro estaba pasando, sería que al fin me habían contestado los sabios a los cuales escribí esperando una respuesta, al ver la fecha del sobre me desalenté un poco pues era de 2 años antes pero sin perder un instante abrí el extraño sobre color magenta, adentro encontré una carta la cual tenía un encabezado bastante inusual, se trataba de unas letras que aparecían y desaparecían y que después de mucho esfuerzo pude determinar que decían "Liga de Magos Famosos", aquí me emocioné, cual niño pequeño, sentí una emoción inocente y placentera, una de esas que no sentía desde hacía mucho tiempo.

La carta era clara y concisa, me estaban invitando a la reunión de Magos Famosos, celebrada cada 250 años y en donde personas elegidas de los distintos lugares del planeta se reúnen con los magos para plantearles problemas serios de sus países con la finalidad de encontrar soluciones que solamente con magia pueden ser resueltas. La carta decía así:

Estimado Policarpio:

Has sido elegido, ya sabes para que así que no hay necesidad de explicar, nos vemos el 29 de Octubre en Lagos, Nigeria.

Saludos,

Mandrake

Coño pensé, hoy es 27 de Octubre, como carajo llego a Nigeria, además, ese lugar tan peligroso, pero supuse que tratándose de magos ese sería el lugar ideal para tan peculiar reunión.

Metí unas cosas en una maleta, me puse un traje y llamé a un taxi, rompí el cochinito donde había guardado por años el dinero de mi mesada, mi primer sueldo, unos reales que me encontré en el Metro en Plaza Venezuela y todos los regalos de mis padres, no me despedí de nadie, bueno no había nadie de quien despedirse de todas maneras y me embarqué en mi travesía. Después de volar por más de 24 horas finalmente aterrizé en Murtala Mohammad International Airport, en Lagos, Nigeria. Cansado y algo confundido me desplazé a la salida del aeropuerto donde de inmediato fui abordado por un extraño ser vestido de verde con rasgos irlandeses que me invitó a subirme en su carro. Una vez en el carro me dijo que me llevaría al "lugar" y que por favor no le hiciera preguntas pues no podía responderlas.

Llegamos a un anfiteatro como a dos horas de Lagos, sinceramente contrastaba con todo el lugar y me dije "pues aquí debe ser la cosa". Adentro al parecer esperaban por mi pues cuando me senté se paró Mandrake el Mago y dijo "Podemos comenzar".En el panel se encontraban Mandrake, Houdini, Harry Kellar, Cheng Ling Soo, Howard Thurston y el Mago Henry (quien por cierto me sorprendió gratamente verle allí). Sentados en perfecto orden había un representante de los 192 países del planeta y allí estaba yo en una silla que no solo decía "Venezuela" sino que permitía sentirse en el Orinoco, en los Médanos de Coro, en la selva Amazónica, en el Centro de Caracas, en las playas de Morrocoy y Oriente y en el Salto Angel a la vez.

El primero en pararse fue un sueco, la verdad nunca entendí el orden pero así fue, el hombre dijo "los suecos necesitamos ser más felices y menos fríos". Los Magos sonrieron y dijeron "Fácil, un poco de espíritu latino y unos clubs de salsa y merengue". Próximo por favor. Se paró un japonés "Miren magos los japoneses necesitamos ser menos ordenados y dejar el stress de un lado", los Magos replicaron "Fácil, una pizca de caos y una maquinita Sony para la relajación". De seguido un representante de la India dijo "nosotros necesitamos control de natalidad y por favor que esa vaina de las vacas sagradas se acabe", "Fácil, subir tasa de estériles y poner un McDonald's en Bombay" dijeron los magos. Así continuaron país por país, concedían agua, comida y paz para Africa, controles estrictos contra la corrupción, empleo y desarrollo para América Latina, menos frío para los rusos y mejores jugadores de fútbol para los italianos.

Extrañado pues no acababan de darme el chance de hablar y habiendo contado que 191 representantes habían hablado me permití alzar la mano y decir "los venezolanos necesitamos, coño, de toda vaina".

Una risa al unísono heló mis esperanzas, solo alcancé a escuchar "somos Magos no Papa Dios"...

Wednesday, October 12, 2011

Los Viejitos

Estaba paseando por un parque, uno de esos muy verdes, con pájaros cantando, árboles grandes y frondosos, el frío matutino se colaba a través de mi camisa, había olvidado el abrigo, eso recuerdo. Al caminar siempre pensamos, al menos eso hago yo, mi mamá siempre me pedía que me concentrara de pequeño, que me mantuviera firme al camino, mientras dábamos vueltas, nunca lo hice, siempre miraba a todos lados, asombrado, viendo todo aquello que me rodeaba, después de todo, ese mundo es tan mío como es de los demás, eso creía, en mi infancia. Crecí y sigo sin concentrarme en el camino, me he llevado gente, he pisado desechos de perro, he caído en alcantarillas, me metieron preso por chocar con un policía, mejor dicho, choqué con su caballo, es que no lo ví, el caballo se espantó y corrió, el policía se cayó, y en la cárcel terminé, me soltaron, ciertamente me dejaron ir.

Volviendo al tema, paseaba, por un lugar muy apacible, el sol apenas brindaba unos rayos distantes, con flojera, sin ganas de trabajar, es que hasta al sol a veces le da cosita levantarse y lo hace a regañadientes, siguiendo el plan maestro, por obligación, hay cosas que se deben hacer para poner un grano de arena en la construcción del destino, un destino que no se nos impuso, que simplemente se hace de acuerdo a decisiones, decisiones tomadas por humanos, con un ente revisor que cuida sin aparecer. Creo que salí a caminar para librarme del encierro, de las cadenas que se colocan en nuestras vidas, simplemente para que nunca olvides que todos vamos por el mismo camino, que no importa cuanto trates algún día te tienes que ir. Como ven me distraigo, y no acabo de contar lo que me vino a mi cabeza, sigo caminando mirando a todos lados.

Me doy un carajazo en la espinilla con un banco de cemento del parque, es un parque como todos, con bancos de cemento, muy fríos pero llenos de historias que contar. Al agacharme para sobarme por el extremo dolor los veo, una pareja de ancianos besándose con pasión, con locura, con sus cabellos grises y sus arrugas en alto. Me extraña todo aquello, me permito hasta pensar que en el mundo hay de todo, y entre esas maravillas, un amor eterno, como ese, dos viejitos que se aman, trastornadamente, a plena luz, en un lugar público y con la amenaza de seres como yo, que en su distracción chocan con su banco, su altar de disfrute, su nido de deleite y no solo chocan sino que les caen encima, los interrumpen, los sacan de concentración, simplemente les perturban.

Decido ponerme jodedor, y me siento a pasar el dolor en mi pierna, entre los dos, un viejo a la izquierda, una vieja a la derecha, sus miradas no son amigables en un principio, pero se acostumbran, más bien deciden no oponer resistencia a mi osadía, falta de educación, falta de todo como diría mi madre. Ahora sonrío, es tan fácil hacerlo y se nos olvida, siempre llevamos caras serias, como si fuéramos importantes por hacerlo. Los viejitos se incorporan, el lleva pintura de labios en su boca, ella está algo despeinada. La verdad no se que decir, ya hasta se me olvidó la razón de mi caminata, el viejo me dice "buenas jóven, ya que ha tenido la confianza de sentarse en el medio de los dos pues ahora tendrá que ayudarnos."

Sus dientes son perfectos, eso me llama la atención, siempre me fijo en los dientes, manías, quizás es por escuchar a mi padre hablando de ellos. "Ayudarlos?, pregunto, "así es" responde ahora la viejita. Me saco un billete del bolsillo, reacción patética por demás, siempre pensando que la gente necesita dinero, cuando en realidad lo que necesitamos es curar nuestras vidas heridas por el paso de las horas. Me miran y me hacen una seña, que guarde mi dinero, eso no es lo que necesitan, ahora me intrigo, unos viejos, enamorados, en un parque, y que además necesitan mi ayuda, debo hacerle caso a mi madre, concentrarme al caminar, y así evitar situaciones engorrosas.

"Nos queremos casar", dice la viejita, "nuestras familias se oponen" me dice el viejo, mis ojos revelan sorpresa, pienso para mi, "que vaina más rara". La viejita continúa, "mire joven, usted sabe del amor?, trato de responder pero me interrumpe, "claro que debe saber, un muchacho tan apuesto, tiene que saber", hay algo raro en su voz, pero es temprano, todavía no me despierto, no logro entender de que se trata. Vuelvo a intentar hablar, esta vez el viejo me interrumpe, "nos ayudas?, finalmente logro hablar, "ayudarlos?, pero a que?, a casarse, vayan a la iglesia, no se, al registro civil, están bien viejos para la gracia". La viejita me toma la mano, "por favor, por favor" dice, "pero que tengo que hacer? digo nuevamente. Me explican, con detalles, al menos eso creo yo, mi locura, mi locura cuerda, medito un rato, tomo la decisión.

En minutos me vuelvo aliado de dos viejos, que están dispuestos a pelear, a batallar por su amor, yo no entiendo de esas, superhéroe soy. Me limito a transformar su pasión en una idea que me permita trasladar ese sentimiento a una causa justa y loable por la cual luchar. Eso hago, es mi condición, acepto y continúo, no me puedo detener, son esas cosas, una que otra que hay que hacer. Hay algo raro en todo esto, lo se, pero no logro determinarlo, es un reto difícil, yo no se un carajo de matrimonios, fiestas, pero esa es parte de mi misión, tengo que construir todo, desde el comienzo. Llamo a una amiga, "hola Poli, por fin te decidiste, yo sabía que me querías", "no, nada de eso, de que hablas rolo e' loca, necesito tu ayuda, planear una boda, pa' unos viejos", en su voz siento la decepción, no he llamado para decir que la quiero, pero se recupera, ella también acepta, y se enfoca en ayudarme, después de todo ella siempre ha soñado con casarse, y por eso, se dedica a armar bodas, de otros, pero las vive como si fueran de ella.

Me desentiendo del asunto, no del todo, no es tan fácil, dejo que mi amiga cuadre los detalles, yo me enfoco en mi misión. Voy a ser cura, si padre, por unos minutos, yo los voy a casar, disfrazado por supuesto, que pecado, el Creador no debe estar feliz con mi actuar, espero me perdone, no hay mala intención, es solo por ayudar. Visito a un viejo amigo, que es cura de verdad, me recuerda, del colegio, es amable como siempre, buen maestro, no de clases idiotas, maestro de la vida, me enseñó muchas cosas, conversamos, la verdad no se como explicarle todo esto, no puedo de hecho, lo distraigo, sin que se de cuenta me llevo su vestimenta, ahora también estoy condenado, por robo, ojalá y me perdonen. Me despido y me voy a casa, a practicar, escribo un sermón, quiero verles la cara.

Los viejitos se mantienen en contacto, cada vez me ponen más carga, ahora debo repartir las invitaciones, es complejo, sus familias, son rivales, desde tiempo inmemoriales, yo juraba que esas mariqueras se habían acabado, al parecer no, de hecho en las tarjetas de invitación no se indica su nombre, solo el lugar de la boda, quien coño va a una boda de alguien que no conoce, no lo se, ese es su plan, yo simplemente sigo instrucciones. El cura no puede ser el que reparte las invitaciones del matrimonio, no tendría sentido, llamo a otro amigo, caballero de mi clase, loco sin destino, ahora él es repartidor de tarjetas. Se viste muy formal, y las lleva, algunos le miran mal, otros se sorprenden, otros se sonríen. Cumple con su trabajo, la boda misteriosa tiene fecha en el calendario. Solo falta esperar si en efecto los invitados llegarán.

Mi amiga planea todo con la precisión de un reloj suizo, agencia de festejos, flores, orquesta, torta de boda, cree que es su boda, solo que ella no se casa, se lo ha tomado muy en serio, pienso que me quiere hacer ver que así podría ser la boda de nosotros, en que pienso, ella es mi amiga, yo soy su amigo, no estoy para eso, a veces uno se encariña, no lo se, tampoco puedo dejarme llevar, sus ojos brillan cada vez que habla de eso, yo me limito a sonreír. Sigo pensando que hay algo raro en todo esto, unos viejos, un misterio, familias que se odian, y cuando se vean ahí?, que harán?, dejar ser, o castigar, ni siquiera entiendo para que me metí en esto, debe ser el fastidio, ya ni se, que digo?, me acuerdo que estoy para ayudar, en este caso, al amor, eso creo, al menos eso creo.

Los días pasan y la fecha se acerca, he pensado mucho en que decir, me estoy tomando mi papel muy en serio, estoy loco de verdad, una buena oportunidad para mostrarle a la gente la simpleza del andar. Pienso mucho en estas horas, sin razón a decir verdad, pero divago, mi mente vuela, por doquier, busco razones para entender la proeza de los viejitos, no las encuentro, se me han olvidado ciertos sentimientos básicos del ser humano, si eso soy, como es posible que me haya olvidado, algo debe haber pasado, pero no lo recuerdo en este instante, se que pasó, pero también se me olvidó, me recuesto en mi cama, miro el techo, veo formas que solía ver de niño, que me acompañaron en el viaje, cierro los ojos y me quedo dormido y sueño, se me olvida con que sueño, de seguro era algo importante.

Ha llegado el día, del matrimonio de los viejos, del pseudo-matrimonio de mi amiga, ella quisiera estar allí vestida de blanco, ella quisiera tantas cosas. Me disfrazo, de cura, tomo una Biblia que me regalaron mis abuelos cuando niño, me subo al carro, a mi lado, "Alerón", mi copiloto sempiterno, recojo a la organizadora de la boda, mi amiga, trata de quitar a "Alerón" de su puesto, el canino se rehusa, ella opta por sentarse atrás, está tan metida en esto de la boda que ni siquiera presta atención a que voy vestido, de cura, habla y habla de lo bonita que va a quedar la boda. Llego al sitio, una casa, en algún lugar de la capital, un extenso jardín, un altar, allí trabajaré hoy, con el perdón de la providencia, pero ese es mi lugar en ese preciso momento.

Empieza a llegar la gente, no entienden nada de aquello, familias que se odian, se sientan de un lado y de otro. El odio se siente en el ambiente, el día está bonito, sol radiante, ni una nube. Para mi sorpresa, llega y llega gente, creo que la curiosidad de la boda misteriosa los atrajo, se siguen mirando feo, sin lugar a dudas se detestan, por lo menos, hasta ahora han sido respetuosos, eso si, cada uno en su bando, cada uno a un lado, de las sillas, que dividen una alfombra roja, que llevan al altar, en donde estoy parado, sin entender. El jardín está lleno de gente, y cargado de malas intenciones, finalmente y a lo lejos aparecen, los viejitos, quienes caminan, juntos, lentamente hacia al altar, ante la mirada atónita de los presentes, al parecer no los conocen, de que se trata todo esto.

Se paran frente a mi, reconozco que me estaba cagando de la risa, me contengo, doy comienzo a la ceremonia, hablo de esto y de aquello, mi amiga sentada en el público llora, esto me da más risa aún. Llega el momento del sermón, aprovecho, y me embalo, hablo de la vida, de la muerte, de los que estamos y de lo que fuimos, mezclo la niñez con los adultos, sugiero la simpleza como arma, no castigo, no pretendo cambiar a nadie, solo trato de decir lo que siento. Sigo y sigo, les explico que es un viaje, divertido, lleno de alegrías y tristezas, donde debemos aprender, con cuidado se logran las cosas, pongo como ejemplo, el amor de esos viejitos, que a su edad allí están, paraditos, esperando, por la bendición.

Termino el rito, "…puede besar a la novia", se besan nuevamente, al igual que la primera vez, se voltean y se quitan el pelo blanco, son pelucas, se remueven la máscara, es de goma, se desvisten, no para quedar desnudos sino para quedar con las figuras de su edad, un hombre y una mujer, de mi edad, creo yo, se miran, se vuelven a besar, la sorpresa empieza a tomar sentido, las familias rivales, unidas ahora, por dos de sus hijos, casados, el ambiente está pesado, "mátenlos!!!!!!!!!!!, grita alguien, desenfundan sus pistolas, liquiden al cura también grita otro, "ahora si que me jodí yo" pienso, miro a los novios, esposos más bien, bueno un carajo en realidad, les pico el ojo, en señal de aprobación por su valentía, y corro por el jardín, escucho el ruido, ese ruido seco, de las balas, se disparan entre ellos, le disparan a los novios, y hasta al cura, que soy yo, me subo a un muro, detrás de mí corren los recién casados, los veo por última vez, alcanzados por las balas, caen, a la grama, del jardín, salto a la calle, vestido de cura, Biblia en mano, acelero el paso, me subo al carro, por suerte mi amiga ha escapado, allí me espera, me da un discurso sobre el amor, los viejos, que digo, los jóvenes, han muerto por amor, es verdad, lo recuerdo, que existe, siento de nuevo, superhéroe soy, así soy, es solo que se me había olvidado…

Friday, September 09, 2011

La Cigueña

A los bebés los traen las cigueñas, es así y que nadie lo discuta, esta es la historia de una cigüeña francesa, si porque los bebés se encargan en París, es la historia de una cigüeña francesa que se arrechó y decidió echar un poco de vaina, esta es la historia de la cigüeña Lucille.

Como siempre ocioso un día me encontraba en mi casa mirando al cielo, me acordé de una vieja historia que me contaba mi abuela cuando niño de la única cigüeña rebelde y jodedora que el planeta conoció. Mi abuela siempre me dijo que en un lugar secreto entre las regiones de Languedoc-Rousillon y Provence-Alpes-Cote D'Azur se encontraba la sede del Servicio Mundial de Cigueñas, siempre me llamó la atención esa historia pero a medida que crecí como todos los humanos dejé de creer en las cigueñas cargando bebés en un trapo y me dediqué a vivir en el mundo de los adultos.

Nunca pensé que mi abuela me hubiera podido mentir, así que me embarqué en un viaje para descubrir dos cosas, una que efectivamente las cigueñas surcan los cielos llevando niños y niñas alrededor del globo terráqueo y por otro lado comprobar la existencia de Lucille.

Ya en Francia comencé a preguntar desde que llegué al aeropuerto, al principio todo resultó cuesta arriba, la gente se reía de mí al preguntar por las cigueñas y hasta limosnas me daban pensando que yo era un simple mendigo alucinando en la geografía francesa. Gracias a mi memoria logré recordar un lugar que mi abuela mencionaba cuando echaba aquella historia, "Le Capoul", se trataba de un restaurant en donde supuestamente el bartender conocía el camino y la clave para entrar en el Servicio Mundial de Cigueñas .

Adentro de "Le Capoul" me senté en la barra y pedí lo de siempre, agua con hielo, después de unos minutos le dije al hombrecillo "mire amigo, estoy buscando el Servicio Mundial de Cigueñas", el desconfiado francés respondió "yo no sé de que habla usted", le dije "mire señor por favor, yo necesito llegar allí", el bartender volvió a decir "loco, loco, usted está loco, y ni siquiera borracho porque lo que toma es agua". Ya perdiendo mi paciencia le dije "mire, como cree usted que se la historia de Lucille, ah?, si si la cigüeña echadora de verga", el rostro y la expresión del francés cambió de inmediato y se limitó a darme un papelito con unas instrucciones, le di las gracias, el bartender sonrió y se limitó a decir "que ocioso es usted."

Leí las instrucciones me subí a un taxi que me miró feo también cuando le dije adonde me tenía que llevar pero accedió y de pronto me ví parado enfrente de un galpón sucio y olvidado. Toqué el timbre y dije por el intercomunicador las palabras claves que me indicaban el papelito que me había entregado el bartender "bebé bebé aquí si es", la puerta se abrió y me transporté a un mundo completamente distinto, el contraste entre el feo galpón y el interior del mismo era indescriptible, en un pequeño escritorio estaba sentado un viejito que de inmediato pude saber que tenía toda su vida allí, me acerqué y después de saludar le dije "mire señor quisiera saber la historia de Lucille". El viejito sonrió y me dijo "pues bien, si ha viajado tan lejos no me queda otra que contársela, eso sí entrégueme el papelito con las instrucciones".

El hombre se paró de su silla y me explicó como Lucille había salido en una misión para llevar dos bebés, uno de ellos a Barlovento, otro a Frankfurt, en el camino esta cigüeña que nunca fue muy obediente decidió echarle una vaina a la madre naturaleza y dejó a Hans Dieter Schumann Aloff en Barlovento y a Eliecer Facundo Rodríguez Gómez en Frankfurt. La cigüeña a sabiendas de la cagada que había puesto decidió escapar a la clandestinidad y se instaló en una palmera en Cuba, eso era mejor que padecer el castigo por haber atentando contra la naturaleza que era llevar bebés gallegos por la eternidad.

Por supuesto el caos fue grandísimo prosiguió el viejito, usted podrá comprender que cuando los barloventeños vieron a aquel catire blanco como la leche y que además dormía a las horas, se tomaba su tetero completito, no lloraba y mantenía en perfecto orden su cuna las acusaciones en la familia Rodríguez Gómez saltaron de inmediato. Por otro lado que le puedo decir, usted sabe que cara pusieron los Schumann Aloff al ver a aquel negrito con el pelo chicha, que lloraba a toda hora, que desordenaba la cuna, que no se tomaba el tetero y pedía ron en vez de leche materna.

El viejito continuó "después de superar el caos inicial y como todo en este planeta las familias tuvieron que criar a sus respectivos muchachitos, aquí en el Servicio Mundial de Cigueñas no podíamos hacer nada por ellos pues nuestra clandestinidad tiene que ser protegida a toda costa."El Catire" como le decían al pobre alemán suelto en Tacarigua de Mamporal, no gustaba del dominó, no bebía caña, estudiaba a toda hora, mantenía su cuarto ordenado y cada vez que intentaba bailar tambores terminaba en el dispensario con la cadera salida de su sitio. Por su parte Hans Dieter no podía acostumbrarse al ritmo de vida alemán, quería tocar tambores, se paraba tarde, no estudiaba, bebía ron escondido y compraba discos de salsa erótica en una tienda clandestina en Nuremberg.

Como usted sabrá Policarpio me dijo el anciano aquí podemos ver todo lo que le pasa a todo el mundo hasta los cinco años, después de esa edad no volvemos a saber nada de los bebés que aquí enviamos al planeta. El hombre soltó una lágrima y me dijo "tenía tiempo sin tener un visitante, la gente no parece creer en estas historias, y nunca he podido enmendar el error causado por Lucille, ya me queda poco tiempo aquí, usted me podría ayudar?. Yo pensé para mi mismo "coño en las vainas que me meto yo por ocioso y metido", pero la verdad me dio dolor ver la cara del viejito que nunca había cometido un error mandando a un bebé al lugar equivocado y le dije "bueno esta bien, déjeme ver que puedo hacer para que estas familias al menos puedan ver a sus hijos reales."

La tarea no iba a ser fácil, no podía apersonarme pues el viejito me había indicado que todo tenía que ser realizado con mucho cuidado y cautela, así que decidí escribirles una carta a los dos, allí de una manera muy sutil les explicaba el porque de sus grandes diferencias con sus congéneres y en pocas palabras resumía que iban a tener que creerme para conocer a sus verdaderos familiares. Puse las cartas en el correo y sinceramente me olvidé del asunto, una mañana me desperté y leí el titular del periódico "Alemán con pinta de Barloventeño asesina a pareja de ancianos en Tacarigua de Mamporal". La reseña indicaba que este individuo que solo hablaba alemán había irrumpido en el rancho de los Rodríguez Gómez y los había asfixiado mientras dormían, dejando una nota en la cual decía que no les perdonaba que lo habían dado en adopción.

En la Comisaría del pueblo frente a frente se miraron, El Catire y Hans Dieter, el pobre alemán no podía creer lo que veía, el vivo retrato de su padre enfrente de él, igualmente El Catire veía también el retrato de su madre enfrente de él…

Wednesday, August 10, 2011

El Padre Gerardo

Conocí al Padre Gerardo cuando apenas tenía 10 años, aquellos días en los que soñar era gratis y las cosas cobraban sentido sin tener que pagar. Reconozco que me llamó la atención su manera distinta de vestir, su manera altanera de caminar, sus destellos de grandeza y de poca humildad, su deseo de gritarle al mundo que la vida era una realidad distorsionada, como su guitarra. Recuerdo que usaba el cabello largo, unos blue jeans pegados y una correa con una hebilla gigante que decía "Jesucristo", siempre muy pulida y reluciente. Como todo infante y además aunado a mi curiosidad eterna me le acerqué en un recreo cuando apenas comenzaba el año escolar. “Hola Padre” le dije, Gerardo muy amablemente pero algo sorprendido respondió "hola pequeñín y eso que me vienes a saludar?, “bueno Padre” dije yo, “es que la verdad mis amigos y yo no creemos que usted sea cura de verdad”. Gerardo se echó a reír y me dijo, “y por qué dices eso?, “bueno Padre nunca había visto a un cura con pelo largo, blue jeans y una correa con una hebilla que parece de cantante de rock arruinado.”

En ese momento a Gerardo se le iluminaron los ojos, se frotó las manos sudorosas y mientras miraba hacia el infinito y después de un largo suspiro dijo "Policarpio me has descubierto, yo soy un rockero frustrado, cura de profesión pero cantante de rock en mis entrañas". Yo con mis 10 años no lograba comprender exactamente lo que quería decir Gerardo con esas palabras pero como buen niño no le di mucha importancia. Antes de dejarme ir Gerardo me dijo, "ven acompáñame, te voy a mostrar algo interesante."

Caminamos hacia un salón que siempre permanecía cerrado y el cual siempre pensé guardaba un secreto incontable, un secreto de esos místicos, que perduraba a través de los años sin nunca descansar. Gerardo abrió la puerta y me encontré con un estudio de grabación, instrumentos musicales y todo tipo de artilugio que harían a un ingeniero de sonido ponerse envidioso de inmediato. “Padre que es esto? alcancé a decir, “pues nada” contestó Gerardo, “un estudio de grabación como lo ves, aquí practicamos los que tocamos la música en la iglesia durante las misas, no te creas no es fácil tocar esas canciones que ustedes pequeñines gritan a todo gañote y solo con la práctica se puede lograr la perfección”.

Gerardo agarró una guitarra eléctrica, hizo una especie de ritual con sus manos y se volteó la hebilla que decía Jesucristo, ahora la hebilla decía "Black Sabath", reconozco que para ese momento mis conocimientos musicales eran muy precarios y pensé que se trataba de alguna manera de llamar a Jesucristo y que todavía yo no había aprendido. Gerardo prendió un amplificador y comenzó a tocar su guitarra, empezó con una cancioncita de misa llamada "Los Caminos" pero poco a poco se fue transformando hasta que se retorcía por el piso gritando barbaridades en idiomas que variaban desde el latín, pasando por el esperanto y hasta en griego mientras "punteaba" su guitarra. Luego ya más calmado sacó de un baúl unos LP's de Iron Maiden y Judas Priest y los puso en un tocadiscos dentro del estudio. Gerardo me dijo "hijo el metal es el futuro de la música, por favor mantengamos esto en secreto pues tu sabes hay gente mal intencionada por ahí", yo me limité a sonreír y decirle "claro Padre, no se preocupe." Sinceramente salí de allí fascinado, hasta ese momento los curas para mi eran una especie de seres aburridos y distantes, pero Gerardo no era como ellos.

Como todos los Viernes en el colegio había una misa a las ocho de la mañana, todos los cursos se agolpaban en la iglesia para dar gracias al Señor por la semana. La misa transcurrió sin ningún evento, el Padre Fulgencio hablaba mierda sin cesar como siempre hasta que llegó el momento en que la banda debía entonar otra canción. Gerardo guitarra en mano dijo "1,2,1,2,3" y comenzó con las notas de "mi corazón es una caja de música donde Dios colocó su canción, mi corazón es una caja de música donde Dios colocó su canción", en ese preciso instante todo sucedió con mucha rapidez, Gerardo empezó a contorsionarse cual rockero poseído mientras unos rayos azules salían del micrófono, la estridencia de la guitarra era realmente desagradable al oído y la voz de Gerardo parecía aquella de una vieja histérica en una cola de automercado mezclada con gripe de diez días. El Padre Fulgencio gritaba "Ay Dios esta poseído, yo sabía que este cura que nos mandaron algo raro se traía, sálvalo San Pericles", las maestras rezaban y nos hacían rezar a nosotros también, a todas estas Gerardo seguía en su "baile" alrededor de la iglesia echando rayos azules y chillando cual perro que le pisan la cola, finalmente cayó al suelo justo enfrente mío, el pelo se le había quemado, echaba humo por las orejas y sus ojos parecían perdidos en la inmensidad del universo.

Todos los curas del colegio se acercaron y gritaban oraciones para sacarle el demonio de adentro y le echaban agua bendita, Gerardo me miró y me dijo "coño se me pegó el cable de la guitarra con el palo del micrófono", los curas seguían llenándolo de agua bendita y de oraciones sin importarles lo que aquel pobre hombre decía, solo se limitaban a hacer comentarios como "el satánico este", "Dios castiga a los seguidores del diablo", "hay que llamar al Vaticano para que lo excomulguen".

De pronto aparecieron unos paramédicos y la policía, subieron a Gerardo a una camilla fuertemente custodiado, el Padre Fulgencio les dijo "cúrenlo y luego métanlo preso, este hombre no merece pertenecer a esta congregación". Yo asustado y confundido por todo aquello trataba de explicarles a los curas que el pobre Gerardo no era satánico y que simplemente había sido víctima de un cortocircuito pero nadie me hizo caso.

Cuando se llevaban a Gerardo alcancé a ver la hebilla de su correa, esta vez decía "El Infierno espera por ti"…

Tuesday, July 12, 2011

Pa' loco estoy yo...

“Es tu cara, eso es, es esa cara que pones”, así gritaba en tono enfurecido aquella mujer que se encontraba sentada en la mesa justamente al lado de donde yo trataba de tomarme una Coca Cola muy fría. Los humanos somos curiosos por naturaleza, unos más que otros, el que no siente curiosidad pues muerto en vida está. Por más que traté de evitar concentrarme en la conversación, bueno quiero decir, en la gritería que aquella dama le tenía montada a aquel caballero, con cada palabra que pasaba más atención ponía, eran días de aquellos, de esos cuando era superhéroe y el mundo estaba para salvarlo.

“Esa carita, ves?, no te das cuenta, pero vale, quien se aguanta esa carita”, “pero Elvira” respondía el caballero “cual cara?, de que hablas?, esta es la única cara que tengo”, “no, no, no te me hagas el loco Juan Manuel, tu sabes de que cara hablo, esa que pones, la cara, la cara pues”. A cada momento me acercaba más a la otra mesa, con movimientos sutiles y precisos, arrimaba mi silla con la sola intención de darle claridad en mis tímpanos a toda aquella alegoría a la necesidad humana de armar peos por doquier. “Ves? ves?, repetía Elvira, “es que hay que ver vale, tu y tu cara, chico, increíble, es la carita de siempre”.

“Me cansé, me cansé de tu cara, es que no ves que me pone de mal humor?, no te das cuenta chico” gritaba la dama mientras hacía aspavientos con sus manos muy bien arregladas y cuidadas. “Esto no lo aguanta nadie, esa cara, quien ha visto?, en donde se ha visto?, pero bueno, esa carita, esa misma, ves? ya la hiciste otra vez”. “Pero Elvira vale” decía el hombre, “que cara?, ya te he dicho mil veces, es la única que tengo, no existe otra”, a todas estas el agobiado caballero se tocaba sus facciones con desespero tratando de buscar algún cambio en ellas que motivara a la dama a insistir en su cara con tanto alboroto.

“Baja la voz Elvira”, repetía Juan Manuel, “por favor chica, estas armando un espectáculo, no te da pena?”, “a mi no me da pena nada chico, nada, a mi no me da pena” gritaba la agresiva mujer aún con más desesperación que antes, “además ya ves, ya hiciste la cara otra vez, es que esa carita vale, hasta cuando, imposible, esa carita de verdad me enerva Juan Manuel, quítala vale, quítala de inmediato”. “Escúchame Elvira, es que no se de que cara hablas” decía el hombre mientras hacía muecas tratando de encontrar la cara precisa para satisfacer a su mujer, o por el contrario enfurecerla más.

“Toma chico, no quiero esa pulsera, no la quiero, mientras tengas esa cara no quiero tus regalos” gritó con un alarido digno de película de terror la damicela, el hombre quien ahora se agachaba a recoger la pulsera que había caído al piso estableció contacto visual con mi persona, hizo otra mueca como tratando de excusarse por la conducta salvaje de la mujer y volvió a retomar la conversación. Yo traté de no mirarle, hacerme el loco, bueno cosa que no es difícil para mi, pues loco soy, pero aquellos ojos de aquel hombre decían todo y nada a la vez, sin darme cuenta ya prácticamente estaba sentado con aquella pareja, con aquellos humanos que jugaban su juego, el de herirse sin sentido.

“No me des ni un regalo más” decía Elvira, “ni uno más, porque te devuelvo esa vaina, o cambias la cara, o te metes tus regalos por el bolsillo”, “pero Elvira, tranquilízate por favor” argumentaba el caballero, “cálmate, por favor, te va a dar un infarto, una cosa, un no se que, algo chica”. “Yo no me calmo un carajo” decía Elvira mientras sacaba unas camisas de una bolsa y se las tiraba en el piso al hombre, “yo no quiero tus regalos, o cambias la cara, o no quiero regalos, regalos, cara, cara, regalos, ves?, me entiendes?”. “Pero Elvira, recoge esas camisas, no te da pena con el señor?”, el señor no era otro que mi persona, quien ya por asomado había pasado a ser parte de aquel dúo infernal, aquel monumento a la discusión, aquella obra de teatro que nunca iría a ver.

“El señor está en lo suyo, no lo metas en esto, además, fíjate el no tiene esa cara que tienes tu” gritó la desesperada dama, “Elvira, baja la voz, baja el tono”, “disculpe señor” me dijo Juan Manuel, “discúlpela a ella, está pasando por un mal momento, usted sabe”. “Mal momento?, mal momento vas a pasar tu Juan Manuel, mal momento vas a pasar cuando te deje por no quitar esa cara, si, ves?, esa misma, la misma carita”. “Elvira, basta, calma, cordura por favor, el señor nos está mirando”, “mire señor” me gritó la mujer, “usted le pone esa cara, veála bien, esa que tiene este tipo, usted le pone esa cara a su mujer?, dígame, usted se la pone?”

Petrificado pues ahora si estaba metido de lleno en aquel desastre natural miré hacia arriba, la dama insistía en que mirara al hombre para verle su cara, yo seguía tomando mi refresco y el hombre trataba de captar la atención de Elvira para quitármela de encima. “Dígame pues” gritaba enfurecida la dama, “usted cree que hay derecho a que tenga esa cara?, y me la pone a cada rato, que le parece?”, “Elvira, por favor, el señor no tiene nada que ver en este asunto, por favor, cálmate” decía Juan Manuel. El hombre me veía y hacía todo tipo de muecas tratando de disculpar a la enfurecida mujer quien estaba poseída en su cruzada contra la cara de Juan Manuel.

“A te vas a poner del lado del macho no?,” me gritó la mujer, “claro, seguro que tu también le pones esas caritas a tu mujer, por supuesto, es que todos lo hacen, la carita, la carita, esa misma, ves?, ya la pusiste”, en ese momento ya no solo el hombre tenía la cara, sino yo también, por supuesto todo de acuerdo a Elvira. “Míralo a él” decía Elvira refiriéndose a mi, “ya puso la carita también, es que todos son iguales, hacen lo mismo, igualitos, cortados con la misma tijera, la carita, si, si, esa misma”. A todas estas yo no sabía de que cara me hablaban, la única que tengo es la que ofrecía, así soy, contra la genética no puedo luchar.

Juan Manuel se disculpaba constantemente con mi persona mientras la enfurecida dama ya había volcado su ataque no solo contra el hombre sino contra mi con igual intensidad. A todas estas yo permanecía callado pues cuando no entiendo de que habla la gente prefiero no proferir una palabra so pena de quedar como un idiota sin destino. “Juan Manuel, haz algo, quita esa cara, no ves que el tipo este me puso la carita, no lo ves?,” chillaba Elvira, en ese momento ya la cara de Juan Manuel no importaba para Elvira sino la mía era la que la molestaba, el hombre todo apenado trataba de calmar a su mujer, yo reconozco que me sentía con ganas de reírme, y la dama con el pasar de los segundos subía el tono de su voz.

“Cual cara?”, le dije, “de que cara está hablando usted?, cual es la cara que puse?”, me decidí a decirle con ánimos de poner fin a aquel nefasto incidente en el cual estaba metido. “Ay si, ahora te me vas a poner así” dijo la dama, “viste Juan Manuel?, el tipo me pone la cara y además se hace el loco”, “mire señora” dije, “yo no se de que habla usted, esta es mi única cara”, “no, no, no me vengas con ese cuento” gritó Elvira, “que sabes que me pusiste la carita, la carita esa, la típica, la clásica”. Juan Manuel seguía disculpándose por el ataque de la dama y yo simplemente disfrutaba ver todo aquel show, de gratis y además que me ayudaba a convencerme de muchas cosas que años atrás había entendido.

Saqué una máscara de payaso que me había comprado, me la puse en la cara, “y ahora?” le dije a la mujer, “todavía tengo la carita esa?, dígame pues”, la dama sorprendida por mi proceder miró a Juan Manuel y le dijo “ves, ves, si tu tuvieras una máscara no tendríamos problemas”. Me quité la máscara y se la di al hombre, quien de inmediato se la puso, la dama quien había cambiado el semblante le dio un apasionado beso al caballero, por encima de la máscara por supuesto, “te amo mi amor” sentenció. Se volteó y me dijo “gracias por la máscara guapo, ves que ahora ya no tiene la cara, y de paso mijo, quita esa carita tu, que ya la pusiste otra vez."

Me levanté de la silla, deambulé por aquel centro comercial, entré a la tienda de disfraces y me compré otra máscara, solo que esta vez no era de payaso sino de la famosa cara de la que hablaba la mujer…

Tuesday, June 07, 2011

X

Algo extraño había sucedido con aquel hombre, si es que podemos llamar extraño al acontecer diario en este putrefacto lugar. Llegó muy temprano al trabajo, el mismo trabajo que había mantenido durante años, aquel donde encontró la seguridad establecida, lugar donde se fueron sus ideas al vacío. Sin pensarlo dos veces se orinó en las sillas de sus dos supervisoras, no conforme con esto procedió a verter ácido muriático sobre todos los archivos que por años le habían acompañado. No es fácil describir lo que se siente aquí abajo, razones hay de sobra pero no basta con encontrarlas, caminando con una sonrisa en su cara pues nunca perdió el sentido del humor se dirigió al cuarto de comedor en donde prendió todos los artefactos eléctricos allí encontrados y comenzó a hacer vasos y vasos de café aunque en su vida había tomado ni un sorbo de aquella droga aceptada. Esperó paciente el momento que estaba por llegar, rodeado de vasos de café humeantes que le hacían compañía y con una rosquilla gigante en su mano subió la mirada cuando su supervisora entró despavorida, pálida, enfurecida, y sin mediar palabras le señaló la puerta, de salida claro está. Mordió aquella rosquilla sabrosa y le ofreció una mordida a su supervisora, luego se paró, hizo una reverencia y se marchó sin notar el más mínimo cambio en su constante y habitual estado de mente, es que somos lo que somos.

Salió a la calle en donde la luz del sol confundía a los transeúntes pues en realidad no quemaba, el sol, como otros, se había rendido en el camino. El rayado peatonal era largo y muy blanco, parecía sacado de una película, gozaba de una perfección admirable, por supuesto, era un paso peatonal. No vió venir el carro que a toda velocidad se aproximaba, la mujer emperifollada y lista para conquistar el mundo traía el pie hasta el fondo del acelerador, la fuerte música que salía de las cornetas no le permitía pensar, quizás era el olor penetrante de su perfume recién salido al mercado. Volteó y vio aquella sombra amenazadora venirse sobre él, la vida no le pasó enfrente de si mismo en un segundo, no recordó a sus seres queridos ni pidió perdón al Todopoderoso, ni una gota de adrenalina se filtró en su cuerpo, nada, la nada, ni un sentimiento afloró mientras el ruido estruendoso del frenado le causó cierta molestia en el tímpano y ni siquiera forzó su mirada hacia el vehículo que quedó a escasos milímetros de su pantalón de tela marrón. Miró el semáforo y comprendió que de nuevo tenía la razón, es solo que a veces no basta con tenerla hay que también entenderla. La dama del carro gritó en la lejanía “es acaso que tu tienes aceite en las venas?”

Entró al banco, aquel que estaba situado en el centro de la ciudad, con un decorado barroco y una iluminación precaria, dio un paseo sin sentido por cada ventanilla del mismo y decidió pararse en la número siete, desde niño le gustó aquel número y no por considerarlo de la suerte, simplemente le gustaba. Le pidió a la cajera que le entregara todo el dinero que había en la bóveda, acto seguido sonrió y le dijo que se trataba de una broma, la mujer que había perdido la coloración además de sentir un calorcito en la entrepierna le advirtió que podía ir a la cárcel por su “bromita” pesada y que lo dejaría pasar esta vez pues se encontraba feliz ya que finalmente había conseguido novio. Retiró todo el dinero de la cuenta, no tenía mucho en realidad, colocó aquellos papelitos de colores dentro de su billetera y se dispuso a salir. El ladrón, el verdadero ladrón, gritó que le entregaran todo el dinero, la cajera entre lágrimas y sollozos pidió que no la mataran, que le darían lo que él pidiera. Se encaminó hacia el hombre que demandaba el dinero y se paró a su lado, le indicó que era mejor si se iba de aquel lugar y abandonaba la idea de robar el banco, el ladrón sin poder creer aquello le puso la pistola en la cabeza profiriendo unos cuantos insultos, de nuevo le pidió que se fuera del banco, que hasta él mismo lo acompañaba y le compraba el almuerzo. El anti-social ya desesperado le dio un ultimátum, y justo cuando se aplomaba para disparar la alarma del banco sonó, tomó de la mano al ladrón y se lo llevó hacia la calle, le entregó su dinero y le dijo que se fuera. El ladrón aún sin poder dar crédito a lo sucedido trató de explicar sus razones, el hombre tenía las de él, todos tenemos algunas, y por eso nunca estaremos de acuerdo.

Se fue a su casa en donde luego de tomar un largo baño con agua hirviendo se afeitó y se vistió con un pulcro traje italiano. Se miró al espejo y vió lo que siempre había visto, ni un solo cambio, es solo que no aprendemos a mirar lo que en realidad hay que ver. Después de revisar que todo estaba en orden se puso en marcha, los zapatos negros brillaban en contraste con la luz de aquel iluminado salón de fiestas, la algarabía propia del momento se confundía con la cotidianeidad de cada ser viviente, los colores cansados de su tono suplicaban que les fuera permitido cambiar, es que hay momentos en donde hasta a la poesía le da pereza rimar. La fiesta andaba sobre ruedas, tal cual se planeó cuando se sentó a su lado aquel banquero temerario, después de un simple saludo, y al ver que no existía ninguna reacción le informó que los mercados capitales se habían venido a menos, irrecuperables, una avalancha de destrucción nunca antes vista, todo, todo regado por el piso, la mera ilusión de un descanso eterno venido a menos, sin esperanza se vive, pero la espera se hace larga. Sacó su billetera y le entregó el último papel que ella contenía, sonrió y se paro de la mesa, sin siquiera levantar la mirada salió sin que nadie lo notara, para que te vean debe haber una razón, si la perdiste pues no tienes perdón.

Decidió caminar hacia su aposento, había sido un día largo, aunque nunca había entendido aquel concepto pues todos, hasta donde él sabía, tenían veinte y cuatro horas, a lo lejos vió unas luces de colores, escuchó las sirenas y se encaminó. No tenía nada que hacer, nadie le esperaba, decidió husmear y vió los pedazos de metal retorcido, cada quien busca lo que quiere, todos encontramos lo que nunca hemos deseado. De pronto un oficial de la policía se le paró al frente y sin mediar palabras le colocó las esposas en sus muñecas. Sin entender pero dispuesto a complacer se limitó a sonreír y esperar. En aquella buseta y rodeado de desconocidos lo paseaban por la ciudad, las amenazas no faltaban, las acusaciones volaban. Entendió al fin que de una manera u otra vamos pero no venimos, se trata de ir y no volver. En la central lo recibieron a patadas y empujones, después de pasar un rato allí sentado, vejado, disminuido, entró a aquel cuarto mal oliente y feamente pintado un hombre mal encarado, tu no le tienes miedo a la maldad policíaca? se limitó a decir, en ese instante otro se acercó y le susurró algo al oído, el hombre le quitó las esposas y le dijo que se fuera, un error o algo así murmuró, las razones las buscamos, sin encontrarlas agonizamos.

Sin sudar ni una gota ni pensar en lo sucedido caminó tranquilo por aquellas avenidas y calles, la noche estaba bien entrada y apenas quedaban rastros de aquel día en el reflejo de la ciudad. Por un instante pensó en quedarse allí para siempre, estático, plasmado y confundido entre las ruinas del quehacer mundano, es lo mismo si estás y no notan si te vas. Su esposa estaba de viaje, si no hay diferencia no hay motivos para la paciencia. Entró al apartamento y escuchó unos ruidos que llevaba tiempo sin reconocer, allí en la sala su otrora amigo y su esposa jugaban plácidamente a aquel juego del cual siempre deseó escapar, cada quien cruzó las miradas necesarias del caso y el par de tórtolos comenzaron una explicación encadenada de aquellas razones que siempre debemos brindar, luego de un silencio ensordecedor, la esposa se plantó y le pidió que se fuera de la casa, que ese no era su hogar, que allí no pertenecía y no debía estar, ni siquiera la soledad de aquel momento sombrío lo hizo rechistar, sonriendo tomó de nuevo su saco y a la calle se echó a andar.

Durmiendo en un banco de aquel parque soñó como hacía todos los días, aquella mezcla de razones y motivos que nos acarician mientras no vemos. La pesadilla entró con rapidez y parecía no tener ganas de alejarse, se tornó violenta y misteriosa, un caudal de situaciones del pasado pero que no eran otra cosa que el presente, ese pequeño instante para pasar al futuro, un futuro que logró ver desde siempre pero que quiso encarar en carne propia. Se ensañaban en contra de su ser, aquella voz que siempre susurraba sus razones repetía con constancia y placer las verdades que se alojaban en su interior, una a una, poco a poco, sin piedad ni misericordia, esperando el momento preciso para llevárselo todo, ha llegado tu hora, es acaso que no la estabas esperando?, abrió los ojos y se encontraba tan tranquilo como la noche anterior, como el día anterior, como su vida anterior.

Un niñito que esperaba el autobús para comenzar su día preguntó “señor, a usted no le da miedo dormir aquí solito sin sus papás?, en ese momento recordé que solo me tengo miedo a mi mismo…

Wednesday, April 27, 2011

ET

Iván José Alcántara Molleja había estado fascinado con la vida extraterrestre desde temprana edad, cuando contaba con tres años pasó doce horas seguidas pegadito a la ventana de su habitación repitiendo las palabras UFO, UFO, UFO, pues había escuchado en un programa televisivo que con ese mantra se podía atraer a algún personaje del espacio exterior a visitar nuestro planeta.

A los cinco años pidió a sus padres que le compraran un disfraz de marciano, se lo puso hasta que las antenitas cayeron vencidas por el uso, a los 7 se subscribió a la revista de cartones "El Espacio y sus habitantes", a los 10 atendió su primer seminario sobre las estrellas y los planetas en el planetario del Parque del Este y a los doce ya escribía historias de seres extraños que nos visitaban para explorarnos y conquistarnos. Igualmente instaló una antena de manufactura casera en la ventana del apartamento donde vivía la familia Alcántara Molleja la cual conectó a las luces del arbolito de navidad con la esperanza que algún extraterrestre se sintiera atraído por aquella gama de colores que titilaban en la noche, el resultado no fue el esperado pues causó un cortocircuito y quemó el pino, las luces y hasta los regalos del Niño Jesús.

El muchachito no quería ir a Disney World, solo visitar Roswell y el Glaciar Perito Moreno en Argentina para ver si finalmente lograba establecer contacto con algún habitante de otra lejana galaxia. Escribió cartas al SETI, visitó sus instalaciones un verano y pasaba horas y horas leyendo cualquier cosa que de alguna manera u otra le suministrara información acerca de la existencia de vida en otros planetas o galaxias.

Iván insistía en que quería ser astronauta pues estaba convencido que con algún bicho raro se encontraría en el espacio sideral, finalmente y con gran esfuerzo de sus padres le enviaron a estudiar Astronomía e Ingeniería Espacial a la Universidad de Arizona en donde se destacó y ya graduado con ayuda de uno de sus profesores entró al programa espacial de la NASA, después de un año de entrenamiento finalmente llegó la carta con la respuesta definitiva si Iván pasaría al Programa Elite de Astronautas. Con cuidado abrió la carta para encontrarse que la respuesta había sido negativa, al parecer Iván no contaba con los atributos físicos necesarios para poder realizar viajes por el espacio. Iván continuó intentando de todas las maneras posibles para de alguna u otra forma poder establecer contacto con la vida sideral pero todas las oportunidades se fueron cerrando. Abatido y triste regresó a Caracas y se dedicó a trabajar en el planetario del Parque del Este.

La vida de Iván se había sumido en el más completo de los aburrimientos, todo era una monotonía eterna, era una especie de pesadilla de la cual no podía despertar. Una noche regresaba solo a su casa como todos los días Iván divisó a lo lejos, en un monte de la carretera una luz roja muy brillante que además parecía moverse en círculos. Después de controlar el carro pues casi se sale de la carretera por la emoción logró ordenar sus pensamientos y pensó "coño al fin, al fin, esta vaina tiene que ser una nave extraterrestre, luz roja circular, de los habitantes de la Vía Láctea en su paralelo 135, detrás de Plutón, seres amigables, pequeñitos, muy inteligentes", "coño no lo puedo creer" se repetía a si mismo mientras aceleraba para acercarse a la brillante luz roja.

Apagó el carro y se bajó, abrió la maleta del carro y sacó un traje especial que había comprado en un Congreso de Vida en el Espacio Exterior en Canada, se lo puso y comenzó a adentrarse en el monte, poco a poco se acercaba a la luz roja cuando de pronto vio una figura que por la oscuridad de la noche no era más que una sombra con forma de enanito, encorvado, sudando, Iván se paró en seco cuando escuchó unos sonidos extraños, coño se dijo a si mismo, definitivamente son ellos, los habitantes del paralelo 135, ay coño que emoción se repetía a si mismo. Un poco más cerca y haciendo uso de todos los conocimientos adquiridos a través de los años procedió a identificarse. Aquí de este lado, Iván José Alcántara Molleja, soltero, 35 años, 1, 77 de estatura, 75 kilos de peso, terrícola, Ingeniero y Astrónomo, sin ninguna intención hostil, solo queriendo establecer contacto con vida extraterrestre, pacífico y amable, quien responde de aquel lado?. Un silencio sepulcral existía en el ambiente, mientras los ruidos extraños emanados de la pequeña figura encorvada se hacían cada vez más fuertes.

Iván repitió, yo soy humano, en misión de paz, solo quiero establecer contacto. De pronto la figura se puso en pie y dijo "Carlos Lanz, chofer de ambulancia y coño hermanazo simplemente tratando de echar una cagadita en el monte"…

Thursday, March 24, 2011

Viaje Galáctico

Venía del trabajo como todos los días, esperando el metro, el autobús, simplemente viviendo la vida, sin más ni menos, me dispuse a entrar a la casa con la esperanza de encontrar a los Medias Rojas ya ganando el partido de aquel día. Escuché unos ruidos muy particulares en el jardín, me acerqué cautelosamente y pude jurar que había visto par de enanitos muy blancos y brillantes saltando, me froté los ojos mientras rezaba a San Goyo, el patrono de los ciegos, y lamentablemente habían desaparecido, "estas loquito" me dije y entré a la casa. Me recosté en la cama para descansar y simplemente caí rendido por el cansancio de un día cualquiera, de un día cualquiera de esos en que ves enanitos brillantes revoloteando por el jardín.

No recuerdo bien como pasó, solo puedo decir que abrí los ojos y pude ver una luz brillante que venía de la ventana de mi habitación, me levanté de la cama y dije en voz alta, "bien ha llegado la hora, camina hacia la luz donde unos seres llenos de paz y amor te van a tomar de los brazos y te van a llevar a descansar por la eternidad". Seguí avanzando y nada que los afamados y bien conocidos seres de luz, paz y tranquilidad acaban de aparecer para conducirme hacia el otro lado, repetí "no te preocupes, sigue caminando que ya los vas a ver y a sentir". De pronto sentí un carajazo en mi espinilla y pude ver a dos seres enanos, cabezones y con ojos ovalados con cara de malos que se reían mientras hablaban entre sí en una lengua desconocida para mi persona.

"Quieto guevón", me gritó uno de los enanitos, yo solo pude decir, "tranquilos, tranquilos, no me hagan daño que con esa patada en la espinilla no puedo correr pa' ningún lado", de inmediato el que me había metido la patada en la espinilla sacó una inyectadora y me clavó la aguja en el muslo, "coño que haces enano de mierda? alcancé a decir pero en cuestión de segundos había caído en los brazos de Morfeo nuevamente.

Desperté amarrado en una mesa fría y de algún metal desconocido, rodeado de 5 enanitos que me miraban fijamente. "Coño no puede ser" pensé, "solamente a mí me llevan unos enanos brillantes para joderme la existencia". Traté de hablar pero no me lo permitieron dándome un carajazo en la boca con una especie de paleta de goma, uno de ellos, el más feo, tomó la palabra y me dijo "bienvenido a la sala 215 del pabellón X-4 dentro de la Nave Nodriza Antares, lugar en donde se realizan experimentos con distintos seres de diferentes razas a lo largo de la galaxia.” "Ahora si me acomodé yo" pensé, "no es suficiente con pagar el carro, el teléfono, internet, la comida, lavar la ropa, cocinar, que las mujeres te desprecien y aguantar a la gente del trabajo sino que enanitos de otro mundo me escogen para experimentar conmigo", otro de los enanos habló "le estaremos realizando experimentos durante unas 12 horas en tiempo terrestre, por favor colabore para no tener que hacerle daño."

Sin darme chance de patalear una aguja atravesó mi ombligo, "ay coño esto si duele" grité y me volvieron a meter otro carajazo con la paleta de goma en la boca, la aguja parecía recorrer todo mi cuerpo pues la sentía en distintos puntos, de reojo podía observar como en una pantalla se veía mi organismo por dentro mientras los enanitos anotaban cosas en una libreta y hablaban entre si en su idioma desconocido. Después de varias deliberaciones entre ellos se acercaron y me dijeron "terrícola, usted debe permanecer aquí con nosotros pues nos va a ayudar a determinar ciertos parámetros para la invasión programada al planeta ese pirata donde viven ustedes, solamente le vamos a hacer unas preguntas para luego pasarlo a la sección de estudios avanzados. "Me cago en diez" pensé "no le di comida a mi perro, el loro debe andar arrecho, me van a botar del trabajo, mi novia debe pensar que estoy con otra y yo atrapado por estos enanos en quien sabe donde coño."

Me pararon de la mesa y pude ver como había una mano de seres raros a lo largo de la habitación, un monstrico azul con tenazas verdes se quejaba de la comida que le habían traído y una bola de pelos con tres antenas estornudaba sin parar llenando un pipote con una sustancia amarillenta, en otra de las mesas estaba Jaime Lusinchi al que los seres enanos le habían puesto un letrerito que decía "BASURA", más allá logré ver a Aristóteles que trataba de convencer a los enanitos que la filosofía era más importante que destruir al planeta y muy bien amarrado tenían a Mr. Hyde que trataba de soltarse a toda costa.

Sentado en una silla con 3 enanitos frente a mí comenzó la ronda de preguntas, "cual es la capital de Suecia? dijeron, yo respondí "Estocolmo", los enanitos se miraron y prosiguieron "a que temperatura hierve el agua? "a 100 grados centígrados a nivel del mar" dije, los enanitos se miraron y continuaron, "cuanto es 2345 x 3790?, "8.887.550 respondí", "quien es el hombre más inteligente del planeta Tierra? "Hugo Chávez" les dije. Hubo un silencio y los enanitos salieron repentinamente de la habitación.

Entró otro enano con cara de pocos amigos y repitió la pregunta, quien es el hombre más inteligente del planeta Tierra?, "Hugo Chávez" volví a decir, el enano enfurecido me metió otro paletazo en la boca, de seguido entró un enano que llevaba capa y una corona y me preguntó “quien es el hombre más inteligente del planeta Tierra?, "miren" les dije, "Hugo Chávez es el hombre más inteligente del planeta", los enanos se retiraron y la nave giró bruscamente, en cuestión de segundos logré ver por una de las tantas ventanas de la nave que estábamos posados sobre el Palacio de Miraflores, "hay coño" pensé "estos enanos no saben lo que están haciendo, ahora si me van a linchar".

Con igual rapidez la nave se posó sobre mi casa, los enanos me agradecieron mi tiempo y me regalaron una chupeta que me quitó el dolor por los paletazos en la boca, caminé hacia mi cuarto y me llevé la sorpresa de mi vida cuando en mi sala vi a Hugo Chávez sentado, "que coño haces tu aquí?, "bueno camarada mesmo, misión amistad, aquí me han dejado los enanitos mesmos", "si, si, pero tan rápido?, "mesmamente, rápido sí, es que hablé con ellos, les propuse unas misiones espaciales, alienígenas, les propuse darle petróleo por estrellas, médicos cubanos por polvo sideral, les ofrecí unos terrenos en Barinas a cambio de una nave de esas de ellos para derrotar al Imperio, al de la capa, ese mesmo, el jefe mesmo, le ofrecí el Ministerio de Estudios Espaciales y le dí carta blanca para robar", pude observar a un lado de mi sala una chupeta del tamaño de una nevera y pensé "coño a este sí que le cayeron a carajazos de verdad verdad", Hugo prosiguió "mesmamente les ofrecí un intercambio, unos de ellos se vienen a sembrar tomates en Margarita mientras mando a Nicolás Maduro a aprender cómo manejar la nave para derrotar al Imperio", a todas estás pensé "déjalo que hable, que se distraiga, este es el momento de acabar con esta tortura para los venezolanos", Huguito seguía hablando "y bueno mesmamente les ofrecí unos gallineros verticales y enviarles a Rangel Silva por tres meses para que les imparta unas técnicas de guerra asimétrica para sus batallas galácticas, les regalé la Constitución Bolivariana y les deje claro que tenían que iniciar una revolución en la Vía Láctea para acabar el monopolio oligarca de George Lucas con ese cuentito de Star Wars mesmo, además les pedí por favor que me le enviarán un saludo efusivo a Alien, si el monstruo de la película que yo sé que no es malo sino que es socialista y revolucionario, y por supuesto les recordé la frase de Bolívar 'En la galaxia están nuestros amigos y las estrellas nos dan luz', ah y se me olvidaba les obsequié una morrocoya para que sus muchachitos se diviertan mesmamente."

Sentí una gran pena ajena por lo que había hecho pasar a los enanitos brillantes pero consideré que estábamos a mano por haber perturbado mi paz en un martes cualquiera, me desplacé hacia la gran chupeta y grité "mira Hugo en la ventana, unos gringos Marines que nos vienen a atacar", cuando el tarado volteó hice rodar la chupeta que más bien parecía una bola de acero, la misma tomó por sorpresa al Teniente Coronel y lo aplastó sin darle chance a escapar, caminé unos pasos y me cercioré que efectivamente el inquilino de Miraflores había quedado espachurrado, sonreí y pude ver como la chupeta tenía una pequeña nota, "Terrícola, gracias por hacernos reír un rato, teníamos tiempo sin hacerlo, nos engañaste, este actor de Radio Rochela de verdad que es una joda, no es el hombre más inteligente del mundo pero de verdad que hizo reír a toda la galaxia………

Tuesday, March 22, 2011

Voyeur

Guindado en el techo de un baño público en el Hotel Hilton de Johannesburgo Julián Estrada sacó su cámara y su filmadora, con cuidado movió una de las placas del techo falso y comenzó a filmar y a tomar fotos, Nelson Mandela estaba haciendo sus necesidades y Julián realizaba lo único que sabía hacer, filmar y tomar fotos de gente cagando.

Julián nunca fue un niño normal, desde pequeño desarrolló ese placer por mirar, pero no por mirar pájaros, atardeceres, gente caminando, aviones ó flores, Julián miraba y filmaba gente en pleno acto defecatorio. Tuve la oportunidad de conocerlo en uno de mis viajes a un Congreso de Ociosos en Montevideo, Uruguay y fue donde me confesó su placer por espiar y filmar a los seres humanos en lo que el consideraba era el momento más indefenso de una persona a lo largo de su vida, me decía este argentino "Ché, vos has visto momento más vulnerable en la vida de un ser humano que cuando está allí sentadito, solo, con los pantalones abajo y además realizando todos los ritos que tiene que hacer la gente para poder relajarse y depositar los leños". Según Julián todas las personas tenían ritos extraños, formas distintas, fetiches y maneras para poder ejercer el derecho a liberar las tripas de la mugre en ellas contenida.

Yo me limité a decirle "coño Julián, extraño gusto el que has desarrollado, pero bueno cada loco con su tema". El tipo me dijo "y bueno querido, esto tiene un fin, me he dedicado a filmar gente famosa y no tan famosos, y pronto Warner Brothers finalmente va a producirme la película que siempre he soñado realizar, ya tiene hasta nombre, 'Historias Cagadas'.

Julián siguió hablando y me dijo, "mirá querido tengo a Madonna, al Dalai Lama, Sean Connery, Julia Roberts, Angelina Jolie, Tony Blair, Ricky Martin, Donald Trump y hasta a Maritza Sayalero en pleno acto con sus respectivas pocetas, de hecho tengo más de 500 personalidades famosas y unas 1200 personas de la vida, es más te cuento que Bill Clinton caga fumándose un tabaco mientras ve fotos de Monica Lewinski, Pelé caga después de echar una foto de Maradona a la poceta, tu presidente Chávez lo hace cantando el himno nacional y se pone una barba falsa para parecerse a Fidel Castro, el Papa lo hace mientras ve una foto de Satán y Jennifer Lopez se sienta al revés en la poceta. No te cuento más para que vayas a ver la película, y bueno no te vas a creer lo que la gente común hace, no te lo vas a creer", soltó una carcajada y se volteó para perderse entre los asistentes al Congreso.

Eran las 10:30 p.m. cuando sentí uno de mis clásicos retorcijones, de un salto me paré y agarré mi barajita de Bill Buckner, si de ese mismo infeliz que se le fue un batazo entre las piernas en la Serie Mundial del año '86 y que me causó mi primera gran depresión con apenas 12 años, cuando los Medias Rojas de Boston perdieron ese año juré que cada vez que fuera a depositar llevaría conmigo la barajita de ese nefasto personaje para de alguna forma figurativa sentir que me estaba cagando en él por el dolor que me había causado, ya sentado y concentrado en mi barajita me entró la psicosis pensando en que el argentino podía estarme viendo, con mucha cautela levanté mis ojos hacia arriba, así como quien mira a "ojo de perdíz" y alcancé a ver como se movía el techo falso de la habitación en que me encontraba y pude ver como Julián Estrada me filmaba.

Unos meses después me enteré que finalmente la película que conmocionaría al mundo se iba a estrenar en Nueva York, muy tranquilo me trasladé a la Gran Manzana para ir al estreno de la misma. Con alfombra roja y demás Julián Estrada fue recibido, un grupo de más de 500 personas se apersonaron para ver el "film" por primera vez. Hábilmente me logré colar en la premiere y lo reconozco pasé una pena terrible cuando ví que el nefasto argentino me había incluído en su "documental", una señora que estaba sentada al lado mío me reconoció y empezó a cuchichear con el marido, yo simplemente me hice el loco, me paré y salí a esperar el momento indicado.

Al rato comenzaron a salir las personas, una multitud se había aglomerado en la zona para aclamar al "gran director" argentino por su fantástica película, luces, sirenas, gritos, gente desmayándose y demás acompañaban la escena. Yo paradito allí esperé y finalmente Julián salió ante los aplausos y gritos, el tipo me vió y me dijo "y boludo como andás?, que bien salistes no?. Sin contestarle levanté mi índice y le indiqué una de las pantallas gigantes de Times Square, allí se podía observar con toda claridad a Julián Estrada, sentado en su poceta, vestido de Superman, cantando "Juan Charrasqueado" y con un peluche de un oso rosado.

Julián trató de decirme algo pero lo paré y le dije "a mi no me jode nadie", y me fui caminando.

Thursday, February 03, 2011

El recuerdo de aquella noche fantástica

Se preparó durante muchos años para aquel momento. O eso creía él. Minuciosamente estudió las probabilidades de salir con vida ante aquello que se le presentaba, analizó con esmero cada particularidad entre el cielo y la tierra.

Así se embarcó en aquella aventura, aquel momento frenético que lo catapultaría hacia el nuevo mundo, lo desconocido, todo aquello que siempre había soñado. Hay segundos que se transforman en minutos, estos en horas, otros en días, después meses y años, es lo mismo, igual a siempre, en un instante distinto.

Algunos perciben los cambios, otros cambian para percibir. La realidad acerca, hasta donde el sueño lo permite. Caminó por veredas conocidas y extrañas, flotó en aquella masa inerte de colores, se permitió seguir, sin dudar, con aquel sereno andar.

Con perfecta precisión calculó la hora exacta de su transformación, ese brinco hacia un lugar fantástico por supuesto, la mezcla de matices perfectos para desarrollarse a su máxima expresión. Al, parecer olvidó que la vida es una apuesta perdida, ciertamente perdida, pero con la esperanza que el croupier se equivoque.

Pensó en aquel tiempo en donde esperaba por las estrellas, soñó con olores distintos a los cotidianos temores, vemos lo que creemos, creemos en lo que vemos, el presente es un instante entre lo que fué y lo que será, es solo que dura una eternidad. En ese mito que se llama vida y que los humanos jugamos día a día...si la vives sales muerto y si no por igual.

Así sintió el cañonazo, los fuegos artificiales iluminaron la ciudad, recibió los abrazos y besos de costumbre y entendió que era lo mismo, exactamente igual a un minuto atrás…

Monday, January 10, 2011

Melchor

Al Monje Loco lo conocí en una rumba, si en aquella época en donde todavía salía a fiestas a ver como se estaba moviendo el ambiente macabro de las relaciones humanas, quien estaba ganando aquella malvada batalla?, hombres? mujeres?, nadie en realidad sabría decirlo. Melchor Capodimonte era su nombre, yo pedía en el bar una Coca-Cola ante la mirada atónita del barman cuando Melchor pidió un "sombrero", "Kahlua con Ponche Crema" dijo como para reafirmar que era lo que quería. Sin mediar palabras me abrazó y se guindó a llorar. Mis instintos machistas me hicieron retirarlo mientras le decía "no jodas guevón tu estas loco?, pero al verlo a los ojos entendí que el dolor se había apoderado irremediablemente de aquella alma en pena y no me quedó más remedio que prestarle mi hombro para que llorara. Después de sollozar un buen rato y de cagarme la camisa con mocos, me dijo "coño, no tengo como pagarte, te cagué la camisa, que vaina, que mierda soy, que débil". Yo la verdad después de haber asimilado que hay que estar bien jodido para tratar de rascarse a punta de Kahlua con Ponche Crema le dije "no te preocupes pana, tengo otras, es solo una camisa."

"No puedo más, no puedo más, mi corazón no es de goma, es que no puede ser", para mi estaba claro que el pobre Melchor estaba jodido por algún culito de los tantos que ahogan la existencia de los hombres. "Mira chamo" le dije "yo tengo un tratado escrito de todas esas vergas, lamentablemente no hay solución, simplemente te duele y no venden nada en la farmacia para que se te quite, el tiempo ayuda, pero no borra, es solo cuestión de tomar decisiones de vida". Capodimonte me miró y me dijo "y de que se tratan esas decisiones de vida?, "mira loquillo" le contesté "eso no es así tan fácil, tu estas golpeado hoy, abatido, no estás pensando claro, mejor te explico otro día", "no, no coño, me tienes que decir hoy por favor" me dijo Melchor mientras se me guindaba a la camisa otra vez, "bueno, bueno loco, está bien pero no me le arranques los botones a la camisa, con los mocos es suficiente".

Le hice una seña a mis panas que no entendían de que se trataba aquel carajo que se me guindaba encima y cargué con Melchor hasta mi poderoso Chevette. Aquel en donde en alguna oportunidad habían paseado bellas damicelas caraqueñas pero que en ese momento solo se usaba para llevarme y traerme en mi andar lúgubre pero feliz. "Melchor Capodimonte pana" me dijo, "Melchor Capodimonte, jodido, escoñetado". "Verga pana que pena" prosiguió "yo te saqué de la fiesta, seguro tenías tu culito allá adentro, no se tu control, tu entuque, tu jevita, tu mamita, que pena de verdad", "mira Melchor, yo no tengo un coño, de vaina y me tengo a mi mismo", le contesté "hace tiempo me retiré, después de documentar una a una todas mis historias, un día así como el que estas viviendo tu hoy me miré al espejo y me dediqué a otras cosas, no digo que de vez en cuando no le haga una maldad a alguna diabloterita, pero en general mi vida necesita paz y no hay vaina más complicada que un animal que sangra por cinco días y no se muere."

Melchor explicó con lujo de detalles su última desventura, nada nuevo para mis oídos la verdad, otra simple historia de esas que se escuchan por doquier, una vieja historia que ya había documentado en mi cuaderno empastado. "Lee ahí" le dije, los ojos de Melchor se aguaron al ver como su historia ya me había pasado a mi, simplemente otros nombres, otros lugares, unas cuantas groserías distintas, pero el mismo resultado. "Y que hago ahora?, me dijo "que le hago a este hueco?, "mira Melchor, el hueco se cierra, todo dependerá de cómo tu lidies con tu cicatriz, hay los que se ponen vengativos, hay los que se esconden, hay los que se dedican a darse más carajazos para ver cual les duele más y así un sin fin de opciones que copan la escena de las relaciones humanas." "Ellas por otro lado" proseguí "lloran sin parar, se levantan y le pican el ojo a cualquier guevón y ya eres historia, nosotros cargamos con cruces de por vida, ellas se cagan de la risa, de alguna forma nos tenía que joder el universo, es un planeta hecho para los hombres, pues por ahí nos agarraron, pero bueno Melchor tu solito puedes tomar tu decisión."

Volví a subir al pobre Melchor que apenas podía caminar a mi vehículo y lo dejé en su casa, le estreché su mano y le dije lo mismo que me había dicho mi maestro el día que me rescató de un despecho reventador "suerte" y me fui. De regreso a mi casa donde me esperaban mi gran danés arlequín y mi loro sin patas, pensaba como siempre pendejadas mientras las notas de "I wanna be sedated" de Ramones retumbaban en mis tímpanos. Pobre Melchor, que jodido está, pero bueno yo no puedo andar de salvador de todas las almas en pena del planeta, le prenderé una vela a San Flavio, de quien dice la historia rebotó con todas las mujeres que intentó conquistar hasta que se suicidó y el Altísimo lo perdonó concediéndole la vida eterna porque no había habido personaje con tan mala leche en la historia de la humanidad.

Sentado en el techo de mi hogar, recordaba mi vida pasada, esa en donde asaltaba la ciudad en busca de la sensación única e inigualable que produce la flotadura. Como siempre llegaba a la misma conclusión, la flotadura se disipa y te deja más vacío que bandeja de suspiros en la puerta de un colegio, ahí empiezan los peos y la destrucción paulatina, claro está si llegas a ese punto porque puede ser que aparezca el clásico "billete mata galán" y te jodan antes, o simplemente toda una gama de situaciones infelices que se mezclan para joderte la existencia, sino te agarra el chingo te agarra el sin nariz, así son las cosas aquí.

A la mañana siguiente y como todos los días de mi vida subía Sabas Nieves, si para creerme el mojón de encontrarme con la naturaleza y eso, vamos a estar claros a quien coño le importa la naturaleza si lo que llevas adentro es un tumulto de escoñetamiento generalizado, por suerte y en mi caso ya yo había pasado por allí entonces ya me estaba creyendo el mojón de la naturaleza, la salud, el pato y la guacharaca. En plena subida del diablo y a golpe de 6 de la mañana me saltó de los matorrales, llevaba un sobretodo marrón con capucha y una cuerda amarrada a la cintura, con mi habilidad y mi entrenamiento lo esquivé y justo cuando le iba a soltar el primer coñazo, se quitó la capucha y gritó "no me jodas Policarpio, soy yo, Melchor, te acuerdas?, "pero bueno pedazo de mierda como me asustas así, ya te iba a aplastar la nariz" le dije, "mira chamo, por favor me tienes que ayudar" dijo Melchor, "estuve pensando y bueno esta es mi decisión de vida", "que coño?, meterte a monje y asustar a infelices subiendo Sabas Nieves? repliqué, "no, no, Policarpio, me voy a volver un personaje misterioso, que no me puedan ver la cara, a ver si así las carajitas dejan de joderme, que te parece la idea?.

"La verdad Melchor" le dije "en mi vida había visto una vaina más ridícula que esta, pero vamos a hacer algo, déjame llegar arriba y voy a tratar de pensar en como buscarle una solución a tu peo". "Gracias maestro" me dijo el adolorido y golpeado ser humano, "mira, mira, nada de maestro, conocido y me pesas guevón" le respondí. Melchor se puso su capucha y salió corriendo perdiéndose en los caminos de la montaña. Yo seguí mi ruta hacia arriba mientras entre una mezcla de risas y pena me acordaba del loquito este vestido de monje tratando de buscarle una solución a sus problemas amorosos. Descansando después de mi jornada de ejercicios y después de invitar a salir a cuatro muchachas a las cuales iba a dejar embarcadas nada más por joder, comencé a estudiar como se le podía sacar provecho a la vestimenta de Melchor en haras de conseguir su meta, que no lo siguieran jodiendo las mujeres. Mi maestro años atrás me había pasado la misión de ayudar a las almas podridas por culpa de las mujeres, y sin lugar a dudas Melchor era una de ellas, el asunto está en que yo no puedo tomar decisiones por él, si Melchor quiere vestirse así pues yo solo puedo darle luces para de alguna u otra forma consiga el éxito esperado.

Sentado con Melchor al frente vestido de monje, lo bautizé, "pareces un monje loco" le dije, "pero bueno Melchor, que es lo que quieres hacer exactamente? pregunté, Capodimonte me explicó que el estaba convencido que no podía vivir sin su amada Ana Elisa, que tenía que recuperarla a toda costa. Yo seguía sin entender pues hacía dos noches lo habían mandado a freír monos, confieso que intenté persuadirlo diciéndole que aquí nadie se muere por nadie y que al final lo vería como un recuerdo de un pasado muy lejano. Melchor insistió en que moriría de mengua si no recuperaba a su ya ex novia y que yo debía ayudarlo. Capodimonte se quitó el traje de monje y me lo entregó y me dijo "yo no puedo Policarpio, tu tienes que convencer a Ana Elisa de volver conmigo, te tienes que hacer pasar por mi persona, recuperarla y luego entregármela", "no, no, ya va, tienes fiebre?, le dije, "que es esta vaina Melchor?, el hombre se arrodilló y me dijo "por favor, por favor", "párate coño que si mi mamá te ve así va a pensar que me metí a sadomasoquista y tengo una esclava vestida de monje en mi cuarto" le dije, "no me paro hasta que no aceptes ayudarme" sentenció.

"Esta bien Melchor" contesté, "que carajo es lo que tengo que hacer?, Capodimonte procedió a exponer su plan, esa noche había una fiesta en casa de Ana Elisa, yo iría vestido de monje, y le diría a su ex novia que era él y que estaba vestido así pues no quería mostrar mi cara hinchada por el llanto, trataría de recuperarla y de alguna forma devolver la vida al pobre Melchor. Vestido de monje, usando la colonia de Melchor que me hacía estornudar, sus zapatos que me quedaban grandes y convencido de que si era descubierto tendría que mudarme para Altagracia de Orituco me subí al carro en donde Melchor llevaba también otro disfraz de monje.

Entré a la fiesta en donde de inmediato se escuchaban risas y comentarios nada agradables, viendo una foto de Ana Elisa la identifiqué de inmediato, lo que no sabía yo era que el carajo que estaba al lado de ella y por el cual había dejado a Melchor medía 2 metros y pesaba 110 kilos. Sigilosamente me moví entre los presentes y me metí en la cocina para echarme un palo de Coca-Cola para calmar los nervios, allí los padres de Ana Elisa sentados en la mesa vigilaban que los invitados estuvieran a gusto en la fiesta, "quien eres tu?, me dijo el papá, "Melchor, señor Izquierdo", "Melchor, pero que haces aquí, yo creía que…, "si, si, Ana Elisa me dejó pero he venido a recuperarla, usted sabe, el amor", la mamá dijo "pero que es ese traje muchacho, tu estás loco?, "no, no, señora Izquierdo, bueno loco de amor, por su hija", me invitaron a sentarme y me dieron mi Coca-Cola, allí comencé a hablar mierda como los buenos, por supuesto sin dejar ver mi cara, comencé por mis planes, de los planes que tenía para Ana Elisa, todo esto mezclado con mis viajes a Constantinopla y mi pasión por la apicultura, los padres encantados que no entendían como Melchor había pasado de ser un infeliz inseguro a aquel hombre seguro y encantador me miraban embelezados. Me paré y les dije "bueno discúlpenme, debo recuperar a su hija", la mamá me dijo "suerte, mi amor y ten cuidado que el tipo ese con que esta saliendo es bien grande", el padre solo me puso una mano en mi hombro y dijo "carajo, este es el palo de hombre que yo quiero para mi hija."

En el salón de la casa todos bailaban con las notas de Billy Idol, poco a poco y dando brinquitos en donde perdí uno de los zapatos por quedarme grandes me le puse al lado a Ana Elisa quien no sabía quien coño era el loco vestido de monje en su fiesta. De pronto me le acerqué y le agarré la mano dándole la cédula de identidad de Melchor, Ana Elisa la miró y se puso roja como un tomate, a todas estas el gigante seguía bailando en su nota, sin que se diera cuenta me le acerqué y le clavé 25 alfileres en la nalga, la bestia aquella chilló cual marmota herida, y yo aprovechando la confusión agarré a Ana Elisa y me la llevé para afuera de la casa.

"Pero Melchi" me dijo "tu estas loco?, que es esto?, lo nuestro terminó", "y además que haces metido en esa capucha?,", "Ana Elisa, es que tengo los ojos hinchados de llorar, yo no puedo vivir sin ti", allí y cuando la mujer se me iba escapar le solté el clásico discurso que toda mujer quiere escuchar, hablé de casa, hijos, perros, gatos, viajes, joyas y todas las guevonadas que se me vinieron a la mente, Ana Elisa con lágrimas en sus ojos me dijo "yo te amo Melchi", "que tonta fui, me perdonas?, confieso que me provocó cagarle la existencia pero el trabajo de amante subrogado ya me tenía ladillado y le dije "yo también". La llevé al carro en donde Melchor estaba escondido, nos sentamos y no me quedó más remedio que clavarle unos besos para distraerla mientras hacíamos el cambio, con cuidado y después de pedirle que cerrara sus ojos Melchor tomó mi puesto, sin pensarlo salí arrastrado y caminé por la ciudad palpitante recordando mis días de gloria.

Parado enfrente de un carrito de perros a golpe de 3 de la mañana sonó mi celular, una voz llorosa me gritó "coño e' madre por qué no me dijistes que besabas el labio de arriba"……..