Friday, October 01, 2010

Soñando

Esta historia que voy a contar no es una historia común, no se decepcionen si no es de su agrado, es solo que tenía que escribirla pues revolotea en mi mente cansada, encerrada entre las cuatro paredes blancas de mi existir. Hay cosas que tenemos que hacer, bien sea porque así lo sentimos, o simplemente porque queremos joder al parque. Existe una línea muy fina entre nuestros deseos interiores que nos impulsan a hacer cosas y entre aquellas cosas que hacemos para convencernos que el planeta es una cagada y no queda otra que encontrar nuestro lugar. Los sueños, sueños son, y de esto no me di cuenta yo, creo que Calderón de la Barca lo hizo antes que yo, encargándose de pasarme la idea para que no se me ocurriera pensar que los sueños se pueden volver realidad.

La vida está llena de realidades latentes y de sueños condensados. Una mañana caminando por una transitada avenida de la ciudad me tropecé con algo que no podía ver, en un principio y en medio de mi demencia vitalicia pensé que ya era eso lo que me faltaba a mí, tropezar con cosas invisibles, traté de moverme hacia un lado de la acera pero nuevamente choqué con aquello que no podía ver. Me di la vuelta y me volví a dar un carajazo y cuando estaba a punto de pegar la carrera vi su figura por primera vez, un viejo, con un sombrero y un sobretodo, con sonrisa amable y un brillo en sus ojos que nunca antes había visto, irradiando la verdad, aquella que buscamos y nunca encontramos.

“Hola Policarpio que tal?, dijo el viejo, "ay coño" pensé "que habré hecho ahora?, hasta viejos invisibles me persiguen", alcancé a decir un muy suave "hola" y el viejo sin darme chance a nada me estrechó la mano y me dijo "felicitaciones, ahora eres mi ayudante". "Pero ayudante de que carajo viejo loco?, le pregunté, sonriendo contestó "pues bien yo soy un cazador de sueños, y los cazadores de sueños necesitamos ayudantes, me entiendes?, "no, no te entiendo un carajo viejillo pero bueno explícame pues" contesté. "El planeta amigo mío, esta lleno de todo tipo de realidades, eso es lo que ves día a día, no hay cabida para los sueños, estos pertenecen a otro lugar, a un lugar en donde el pensamiento es libre y la imaginación certera", "entiendo, pero para que carajo me das ese susto de chocar contigo sin verte y además me proclamas ayudante tuyo, tu estás loco o se te mueve el cerebelo? dije con tono un tanto agresivo. "Pues bien Policarpio, debo cumplir mi misión y tu me vas a ayudar, tenemos que hacer que 4 sueños de distintas categorías y clases se cumplan, no hay escapatoria, así que relájate y disfruta". Intenté abrir la boca nuevamente pero el viejo simplemente me señaló un camioncito de helados con musiquita y todo y se limitó a decir "súbete".

Montados en el viejo camión de helados, el viejo, me explicó que lamentablemente existían sueños buenos y no tan buenos como los llamó él, es decir, había que hacer ciertas maldades para lograr que se cumplieran, el mundo necesita un equilibrio y es por eso que hay sueños que aunque parezcan macabros se deben cumplir, es todo cuestión de ordenar el cosmos para el propósito final. "Así que ahí es donde entras tu, yo puedo identificar los sueños pero no puedo hacer las maldades" me dijo el viejito, "poco a poco te irás dando cuenta a que me refiero, por ahora simplemente cómete uno de los helados de allá atrás y no preguntes más". Comiéndome mi Bati-Bati el cual me llevó a armarle un peo al viejo pues no traía bolita de chicle en el fondo dimos varias vueltas por la ciudad hasta que el viejo gritó "llegó la hora, el primer sueño se tiene que cumplir".

El viejo frenó de golpe y me dijo "ahí está, el camión de juguetes, lo ves?, "si, si viejo, y que tengo que hacer?, le dije, "ponte ese disfraz que está ahí", al ver aquella vaina casi me da un infarto, un disfraz de pollo amarillo, pero de pollo de feria de pueblo, sin discutir con el viejo me puse mi vaina y dije "y ahora que?, "bueno la idea es que el camión ese se de su bollazo para que varias personas, entre ellos aquel niñito que ves allí agarre su juguete, ese es su sueño, que un camión de juguetes se estrelle y el poder agarrar lo que quiera". El camión de juguetes arrancó y el viejo también, sin darme tiempo a nada, el viejo pasó al camión y me empujó pa' la calle, el camionero gracias a todos los santos al ver a un pollo cayéndose de un camión de helados pegó los frenos pero el camión se descontroló y fue a parar a una vidriera en donde las puertas se le abrieron y fue saqueado en cuestión de minutos, el pequeño niño agarró sus macundales y salió corriendo con una sonrisa de oreja a oreja. Yo con un dolor del carajo en una pierna apenas me levantaba del piso cuando el viejo pasó de nuevo por allí y me dijo "móntate o te quedas."

"Coño viejo de mierda tu estas loco?, como me tiras así pa' la calle, me podías haber matado", el viejo sonriendo se limitó a decir "todo está calculado así que deja los nervios". Señaló nuevamente hacia atrás y me dijo "ponte ese traje", yo la verdad viendo que el viejo no se paraba en pendejadas me lo puse de inmediato. El viejo se estacionó al frente de un banco, señaló a una señora y me dijo "el sueño de esta es joder a un cajero, ella insiste en que no hay nada más odioso en el planeta que un cajero de banco, así que a trabajar", "si pero mira loco y que hago yo?, "bueno Policarpio, llévate este paquetico, y se lo das al cajero ese de la esquina, de la taquilla # 1, y ya verás". Hice mi cola como cualquier mortal y me llegó el turno, la señora en cuestión estaba al lado mío en otra taquilla, el cajero tomó mis papeles y empezó a sacar cuentas con sus manos llenas de tinta y liguitas de goma, de pronto, y sin yo saber porqué, sonó una alarma, el gerente del banco se apersonó y le armó un peo gigante al cajero gritando algo de códigos de seguridad y yo no se que carajo, en el acto lo despidió mientras la señora cagada de la risa me decía "al fin, ese bicho odioso, que agarre su merecido" y soltaba otra carcajada. Salí del banco sin entender que había pasado y después de escuchar al gerente darme excusas y explicaciones por más de media hora. En el camión de helados simplemente me quité el traje y me limité a ver la ciudad.

Vestido nuevamente de traje y corbata me subí a un ascensor de un edificio recién construido en el este de la ciudad. Con mis instrucciones claras y precisas me dirigí al piso 5, entré y pregunté por el señor Luna, en pocos minutos estaba sentado frente a frente con aquel pretencioso y arrogante economista. Saqué unos papeles de mi maletín y le dije de acuerdo a lo que me había dicho el viejo "Sr. Luna, mire yo soy funcionario del Ministerio de Educación, durante una reciente investigación hemos encontrado que hubo vestigios de fraude al momento de entregar sus notas hace 20 años cuando se graduó de economista y lamentablemente tenemos que retenerle el título y enviarlo nuevamente a la universidad. En ese momento entraba a la oficina una muchacha que se veía atareada y muy nerviosa, "aquí está lo que pidió Sr. Luna" dijo la dama, yo ya disfrutando que le estaba cagando la vida al tipo le dije a la muchacha "no le des nada, este señor no está autorizado para revisar ningún papel, pues el no es economista de acuerdo a nuestros archivos". El Sr. Luna enfurecido lanzaba improperios y hacía llamadas telefónicas a todos sus contactos, la muchacha que no podía creer que su sueño se estaba haciendo realidad no podía ocultar su alegría, yo me limité a pararme de la silla y a desaparecer dejando el caos armado en aquel lugar. En el camión de helados el viejo me dijo, "solo uno más Policarpio, y eres libre nuevamente", ya me estaba empezando a gustar la cosa esta de ser ayudante del viejo además de poderme comer todos los helados que me provocaran y le dije "mira viejo y no puedo ser tu ayudante para siempre?, el anciano con una media sonrisa se limitó a decirme "no, no se puede" y continuó manejando.

En el patio de un colegio, vestido de bombero y con un calor del carajo me dirigía a toda mecha a lo que sin duda alguna era una trifulca de grandes proporciones. Sacando un hacha de goma que me había entregado el viejo empecé a repartir carajazos a diestra y siniestra hasta que levanté a un pequeño niñito que sangraba por la nariz y tenía un ojo morado. Los salvajes atacantes del muchachito no podían creer aquello que veían y corrían despavoridos tratando de salvarse de la furia que producía con mi hacha. El pequeñuelo golpeado y de no más de 4 años se abrazaba a mi pierna haciendo mi labor un poco más difícil, "coño gordito tu si pesas" me limitaba a decirle mientras seguía repartiendo hachazos por doquier. Una vez eliminados los sátrapas el infante que todavía seguía guindado a mi pierna me dijo "gracias Super Bombero, yo sabía que si existías", la verdad no tuve corazón para decirle que yo era simplemente un ocioso sin destino y lo abracé regalándole el hacha mientras le decía que con ella estaría protegido de los maleantes que allí estudiaban. El niñito sangrando por su nariz y con su ojo morado levantó el hacha en señal de victoria mientras yo me alejaba para siempre.

El viejo me dio una palmada en el hombro y me dijo "has cumplido a cabalidad, te felicito de verdad, estos eran sueños simples, hay por supuesto más complicados, pero por algo tienes que empezar, te tendré en cuenta para cuando vuelva a pasar por Venezuela" y estrechó mi mano con fuerza. Me bajé del camioncito de helados y volteé por última vez a despedirme, el viejo sonrió y señalo hacia el otro lado, allí estaba parada, tal cual como siempre me la había imaginado, me acerqué y logré escuchar "que pasa Policarpio, acaso estás soñando?...