Friday, December 09, 2005

El Condor

Veía mi vida pasar, fue una época de esas donde mis amigos no andaban bien, distintos dolores provocados por las del sexo opuesto los tenían cabizbajos, es que no hemos aprendido a no hacernos daño, es simplemente que nos bañamos en el orgullo, es un jueguito complicado, sin reglas ni árbitros, solo dos que quieren ganar la partida. Como siempre los apoyé para salir de las garras de la depresión, es solo cuestión de tocar fondo, rebotar y salir a flote. Yo, como decía, miraba lo que sucedía a mi alrededor, leía "El Concepto de la Angustia" de mi maestro Kierkegaard y escuchaba la música que calmaba mi existencialismo.

El día apenas empezaba, abrí mi correo electrónico y leí con atención una nota que me enviaba un amigo, un amigo al cual tenía tiempo sin ver, un amigo que se encontraba en problemas. Pedía ayuda, sus letras tenían esa carga de desesperación propia de los hombres bajo presión. La historia es algo larga, pero debo dar algunos detalles para que entiendan, con cuidado saqué una cajita que guardaba bajo llave debajo de mi cama, allí estaba la hojilla, la hojilla que había usado el Condor Rojas, ex arquero de la selección de fútbol Chilena para cortarse una ceja, en un último intento por clasificar al Mundial mientras jugaban con los brasileros. Por favor no me pregunten como llegó a mis manos, hay cosas que puedo decir y otras no. Guardé la hojilla en una bolsita y algunas horas más tarde aterrizaba en el Comodoro Arturo Merino Benítez International Airport.

Reconozco que tenía tiempo sin venir a Chile, en el taxi hacia el Parque O'Higgins pensaba en como debía armar el plan para rescatar a Covarrubias, Lucas Covarrubias, mi amigo de grandes batallas. Le pagué al taxista y busqué un árbol en donde Lucas me decía encontraría la primera pista. Guardado en un sobre hermético saqué una pequeña nota, escrita a mano, por Lucas, allí me indicaba que debía trasladarme lo antes posible a Farellones, un complejo hotelero de ski en donde lograría encontrar otra pista, Lucas pedía perdón por lo engorroso del asunto pero no existía otra forma humana de hacerlo, la misión requería cuidado extremo, un paso en falso y Covarrubias moriría sin poder celebrar un nuevo triunfo del Colo-Colo.

Otro taxi y la vista del Hotel Posada Farellones apareció ante mis ojos, el lugar es impresionante, moderno y lujoso, adentro me registré y de inmediato tomé mi equipo para esquiar, subiendo hacia La Parva me acordé que tenía unos diez años sin esquiar salvo la vez que me tiré con los esquís de nieve en una calle en Maracaibo para escapar de una banda de traficantes de órganos y terminé clavado contra un autobús perdiendo cuatro dientes, los cuales mi padre gentilmente repuso, pero que me cobró por su trabajo pues ya no aguantaba una trastada más de las mías. Con pinta de esquiador pero sin técnica alguna me fui a la pista más dificultosa, allí en algún lugar, encontraría la pista que me podría llevar al paradero de Lucas y a entender que carajo debía hacer con aquella hojilla de mierda.

Nunca antes me había lanzado por una bajada tan empinada, tomé velocidad en menos de lo que canta un gallo, el viento golpeaba mi frente, comencé a rezar de inmediato, mis sentidos me decían que me iba a partir la vida si no lograba frenar. Me llevé al primer esquiador por el medio quien a lo lejos escuché gritar "puta po weon, conchetumadre", allí empecé a reirme sin parar y me llevé a par de viejas que no sabía que estaban haciendo en esa pista tan peligrosa, cada vez aceleraba más, ya viendo que mi vida corría peligro invoqué a San Gerson, patrono de los esquiadores abandonados, unos árboles, mucha nieve, el frío y el carajazo, caí de boca, comí nieve, pino, tierra y hasta asusté a unos conejos que corrían libremente por la nieve, después de cerciorarme que estaba sano y salvo me paré, solté los esquís y me lancé sobre mis posaderas hasta llegar al árbol donde encontré la otra tarjetita.

Inicialmente y con mi cuerpo escoñetado pensé en desistir de la aventura, pero los amigos están para algo y sino quien nos va a salvar?, finalmente y con el culo mojado entendí de que se trataba aquello, el Condor Rojas tenía un comprador para la hojilla, al parecer un mercenario coleccionista de objetos raros, el Condor estaba sin dinero y desde aquellos días sabía que Covarrubias era quien tenía en su poder la famosita hojilla, lo había localizado y Covarrubias le había dicho que no se la entregaría por nada del mundo, Lucas todavía no perdonaba al Condor por su trampa, después de una fuerte discusión el Condor y su compinche Iván Zamorano capturaron a Lucas y se lo llevaron a la municipalidad de Las Condes, en donde en una casa se llevaría a cabo el intercambio de la hojilla por el dinero.

Con un dolor terrible en mi espalda bajé hasta el hotel, me cambié y de nuevo hacia Santiago, al frente del Palacio de la Moneda hice algunas llamadas a unos números que me indicaba Lucas en su nota, pero sin ningún aval, nadie quería ayudar a Lucas, era yo solo contra la vida, situación que no me incomodaba, desde niño así fue. Había un pequeño detalle, Lucas me explicaba en su nota que la venta de la hojilla tendría lugar como parte de una fastuosa recepción, en su nota decía textualmente "Poli, ya se que debes haber venido solo, búscate una mina de buena presencia, educada e inteligente, sino no te dejarán entrar a la recepción." Confieso que me provocó matar a Lucas, es más, llamar al Condor Rojas, soltarle una trompetilla y decirle que lo aniquilara, donde carajo iba a conseguir yo una mujer en Chile donde no conozco a nadie, y además que quisiera venir conmigo a una fiesta misteriosa.

"Alguien tendrá que caer" me dije, caminando por el Museo de Santiago Casa Colorada me di cuenta que me seguían, aceleré el paso y traté de no voltear, guardé la hojilla en mi media y aceleré aún más el paso. Casi corriendo vi una cabellera roja, sin pensarlo me acerqué y la tomé por el brazo, "pucha, me querís robar o que? gritó la muchacha, yo sin darle chance a que escapara la agarré más fuerte y le dije "luego te explico, por favor tienes que salvarme", la dama aún asustada me siguió la corriente, salimos del museo y todavía los monigotes estaban tras nosotros. Le dije "a la cuenta de tres vamos a correr", la pobre muchacha no entendía nada pero a nadie le viene mal un poco de aventura en sus vidas y creo que ella se la jugó de esa manera.

Corriendo como unos desaforados, ella gritaba y yo me reía, los monigotes nos perseguían, llegamos a un callejón sin salida, le hice la pata de gallina y la lancé hacia el otro lado, después brinqué yo. Caímos en un pipote de basura, de esos gigantes, los dos hediondos, la pobre mujer que estaba vestida toda arreglada ahora parecía una pordiosera, yo me limité a levantar mi mano y estrechar la de ella, "Policarpio" dije, "Verushka Ruan", dijo ella, y así como por arte de magia y con basura por todos lados conocí a Verushka.

Con lujo de detalles le expliqué lo que sucedía, mientras ella tomaba vino Concha y Toro y yo Coca-Cola, ella no se mostraba muy segura de acompañarme en mi aventura, sus ojos claros brillaban con temor, después de hablar con ella por más de tres horas, la convencí, eso si me costó entregarle mi reloj de piñata, que siempre llevaba puesto, un reloj de plástico que siempre marcaba las tres de la tarde y que había agarrado en una piñata cuando niño y más nunca me lo había quitado, me recordaba que el tiempo no existe, y que es solo una invención para hacer nuestras vidas más complicadas. Me despedí de mi reloj y se lo entregué a Verushka, ella lo guardó y creo que aún lo conserva.

Me fui al hotel y quedé en verme con Verushka en el barrio Bellavista, descansando en mi cama recordaba anécdotas del pasado, muchas de ellas envolvían a Lucas, quien en algún momento perteneció a la Liga de Superhéroes, para luego retirarse por el amor a una mujer, que luego lo traicionó y bueno, no voy a seguir con esto, esa es otra historia. Vestido de traje esperaba a Verushka temeroso que no fuera a aparecer, de pronto se bajó de un taxi una mujer espectacular, era ella, vestida de traje largo, negro o rojo, hoy en día no recuerdo, "aquí estoy pó" me dijo "tu eres un gallo con poder de convencimiento Policarpio, chucha que si no?, yo algo apenado por sus comentarios la tomé de la mano y nos fuimos a la casa en donde se llevaría a cabo la transacción.

Al entrar a la mansión noté un ambiente festivo de inmediato, bebidas alcohólicas y comidas exóticas, la música acompañaba las conversaciones de la gente y uno que otro personaje conocido pululaba en el lugar. Tomé a Verushka por su espalda y la saqué a la pista de baile, el escote en su vestido me permitía colocar mi mano sobre su piel tersa y olorosa, de vuelta en vuelta me acercaba a la cocina y en una de esas y de un brinco caí dentro de la misma. Algunos mesoneros miraron extrañados, les dije que nosotros éramos de la Asociación Chilena de Control de Calidad de Fiestas, los hombres nunca habían escuchado hablar de ellas pero siguieron sus labores, con cuidado atravesé la cocina y llegué a un corredor que atravesaba la casa, de allí hacia una puerta de madera, entré y allí conseguí a Lucas, flaco y descolorido.

Covarrubias saltó de la emoción a pesar de las pocas fuerzas que tenía, "puta, chucha, pó guevan Policarpio, estás igualito gallo" dijo mientras me abrazaba, "y la mina quien es?, "la señorita Ruan" le dije, "Ah Poli, yo sabía que no me ibas a fallar, tenís la hojilla?, saqué la oxidada hojilla de mi bolsillo y se la entregué. Lucas me explicó que iban a realizar una subasta pero que todo estaba arreglado para que el comprador de objetos raros se la llevara, luego me pidió otro favor, el cual a pesar de la cara que puso Verushka no pude resistir decir que no, yo nací loco y así debía morir.

En la sala de la mansión me senté al lado de Marcelo "Chino" Ríos y lo felicité por sus logros en el tennis, haciendo uso de unos bigotes falsos y una peluca pasaba desapercibido en aquel gigante salón. En el podio apareció el Condor Rojas, algo viejo la verdad, y mostró la hojilla a todos los presentes quienes aplaudieron fervorosamente. Se inició la subasta y las paletas subían y bajaban sin cesar, yo cada vez que podía subía la mía y seguía en la pugna. Verushka me preguntó que si sabía lo que estaba haciendo a lo que respondí que no pero que todo era parte del plan. El mercenario coleccionista me empezaba a mirar feo, de pronto El Condor dijo "un millón de dólares, quien dice un millón?, yo con cara de poker levanté la paleta, el coleccionista miraba feo al Condor, el Condor me miraba a mi feo también, yo sonreía, Verushka respiraba con rapidez, el Condor bajó el martillo y dijo "vendido al señor de los bigotes, con la bella dama a su lado."

Al acercarme al podio, acompañado de Verushka la gente había formado una algarabía, el Condor me entregó la hojilla y me dijo "tiene el dinero en efectivo no?, yo le respondí que si, que en el carro tenía un maletín. Aquí y con la velocidad de un rayo salió Lucas de la cocina acompañado de los mesoneros que al enterarse que el Condor pretendía subastar la hojilla negra se habían puesto del lado de Lucas, la batalla empezó de inmediato, sillas volaban, comida regada, insultos, gritos, caos y terror. Tomé de la mano a Verushka no sin antes arrancarle la peluca a Zamorano, a si?, es que no sabían que ese no es su cabello?, no, no, es una peluca la que usa Ivancito, y salí corriendo aprovechando la confusión del momento. En el desorden miré a Lucas y le lancé la hojilla, un pequeño saludo con las manos confirmó que mi misión había terminado por ese día.

Afuera estaba frío, Verushka temblaba, me quité la chaqueta y se la coloqué en sus hombros, caminamos un rato sin cruzar palabras, finalmente ella me dijo "no nos vamos a ver más no?, confieso que a veces y aunque muchos lo duden me provoca salir del retiro, pero mi función está por encima del bien y el mal, es sublime, como mi propia existencia, aún así y humanamente la besé con fuerza para recordarme que alguna vez sentí también, luego y mientras Verushka mantenía sus ojos cerrados besé su frente y escapé. La pude ver a lo lejos, buscándome, una lágrima recorría su mejilla y otra quitaba yo de mi ojo derecho. Lucas tiene la hojilla, yo tengo la peluca de Zamorano, Verushka tiene mi reloj de piñata y mi lágrima la guardo en el bolsillo de mi traje…..

Thursday, December 08, 2005

Carta de Amor # 2

Caracas, 4 de Marzo de 1996


Hola como estás?, sinceramente saludo pues mi madre me halaba las orejas de niño si no lo hacía, en los últimos minutos nunca supe si saludar o no ya que todo era malinterpretado de alguna forma u otra. Escribo pues desde niño aprendí a defenderme con las letras, desde que le tiraba por la cabeza a todo el mundo un libro con el que aprendí el abecedario, las letras pues, desde siempre me han protegido. Las palabras se las lleva el viento o quizás se quedan en la cera de los oídos pero no tienen tanta fuerza como algo escrito y que deja constancia de lo que dijimos en algún momento del tiempo, donde existimos, o al menos eso creemos.

Aún recuerdo aquella madrugada, el sol dormía tranquilo, desde niños nos enseñan a temerle a lo oscuro, pero tu y yo desafiamos aquello, confiamos en nuestras sombras, en un espectro que se levantaba a lo lejos, sin poder vernos creímos en nuestra esencia, olvidamos a veces que desde adentro se ve todo mejor, es que no lo vemos, lo sentimos, lo que miramos puede venir distorsionado por un reflejo causado por cualquier movimiento ajeno a nuestras voluntades, y si así fue, una unión de voluntades la que hizo que sin querer nos tocáramos sin tocarnos en aquella oscura vía, en el negro se conoce a la gente, es la luz quien encandila.

El tiempo pasa, los rayos de sol hicieron acto de presencia, en el horizonte y en nuestro interior, las figuras tenebrosas y sombrías fueron desapareciendo, el haber confiado en la oscuridad nos dio el impulso para mostrar algo más de si, tu rostro, el mío, tomaron forma, esa forma que no se puede cambiar ni ocultar a la luz, esa mezcla de calor y frío que trae la mañana consigo permite el estudio ulterior, la serenidad de las horas matutinas nos forman la visión, la energía de lo nuevo, el poder de lo inexplorado, la razón de nuestro andar, curiosidad la llaman algunos, el destino otros, yo simplemente la línea a seguir que es parte de nuestro existir.

La luz del mediodía nos quemaba con fuerza, es ese momento estelar, donde se alcanza la máxima expresión, donde se culmina de entender lo que nos está pasando y a plena luz te metes de lleno en una aventura, en un camino lleno de esperanzas, de promesas, de ilusiones, finalmente te crees que gustas lo que ves, se te olvida que los ojos no tienen sentimientos, ellos cumplen su función, no se puede pretender, pero igual te invitas para hacerlo, disfrutas, flotas, en el centro vuelan las mariposas, un concepto errado pero afamado, ya uno es dos y se ahuyentan los pesares.

El tiempo pasa, no me gusta repetir, pero es parte del sentir, llenos de la luz caminas por la senda, no te pueden detener, un pequeño alto para luego proseguir, es un sueño, no es verdad, lo imaginas y se va, lazos fuertes muy unidos, la confianza ha nacido, para que usar el interior si es más fácil lo que vemos, un abrazo, una sonrisa, siempre en medio de la prisa, y el sol ya va bajando con estruendo descansando, nuevas sombras aparecen, es acaso que se crece?, lo casual de la tarde es un triste atardecer, es naranja y es muy rojo, eso creo, no recuerdo esto muy bien, la antesala de la noche esperaba por mi ser.

Una noche estrellada, te soltaste sin saber, como puede acontecer, sin ya mucho que decir caminamos unos pasos, la realidad se posa sobre el alma y esta no sabe que hacer, lo oscuro nos da miedo, no he entendido el por qué, viendo a un lado, viendo al otro, debe ser que nuevamente el silencio quiere entrar, en la noche no se ve, los sentidos deben tomar posesión, pero es que tu al parecer querías encender, no lo entiendes?, yo tampoco, es la nada y lo es todo, es simplemente el fin, el desahogo, no miramos hacia atrás, la noche ha hecho de la suya, destruyendo en su pasar aquello que nunca podré olvidar.

No entendiste?, ya no importa, ahora me despido pues mi madre me halaba las orejas si no lo hacía cuando era niño, adiós, era solo para decir que te vayas a la mierda…

Te quiere,


Policarpio

Tuesday, December 06, 2005

Cuento

Mirando al techo en mi oficina en donde pegaba bolitas de moco tratando de hacer figuras de Navidad finalmente logré dibujar un ángel, a su lado una estrella y la cara de San Nicolás adornaban mi espacio de trabajo. Después de finalizar mi última obra maestra hecha con polvo acumulado en mi nariz, me di cuenta una vez más que mis niveles de adrenalina descendían a niveles insospechados, el aburrimiento me estaba haciendo presa de sus garras poderosas y la idea de seguir protegiendo las marcas y patentes de unos cuantos imbéciles no me hacía ninguna gracia. "Policarpio te estás haciendo daño" me dije a mi mismo "tienes que cambiar esto y pronto, de lo contrario vas a terminar otra vez en el manicomio."

Abrí mi cuenta de correos electrónicos y busqué la carpeta de "correos para venganza", allí guardaba todos los correos con invitaciones de esas que la gente hace por hacer pero que realmente no sienten en el fondo de sus seres. "A ver a quien voy a joder? me pregunté, un amigo de la infancia me había escrito unos meses atrás, Ramón Manuel, ahora vivía en Las Palmas, Gran Canarias, y tenía un pequeño negocio de turismo el cual le permitía vivir bien y disfrutar de una existencia pacífica. Sin pensarlo le envié un correo electrónico en el cual le hacia saber que llegaría en dos días, simplemente no le di chance de decir que no, voy y al carajo, así que me tendrá que aguantar.

Ramón Manuel me recibió con agrado y algo sorprendido por mi repentina visita, después de explicarle que estaba haciendo pelotitas de moco, Ramón me abrazó y me dijo "bienvenido Policarpio, mi casa es tu casa". Me dio una vuelta por las calles de la ciudad y finalmente paramos en su pequeña oficina en donde organizaba viajes a los turistas alemanes e ingleses que pululaban en la isla. Allí hablamos de nuestros días pasados, de nuestros anhelos, sueños y fracasos, el tomaba vino, yo Coca-Cola, en plena conversación pude ver un anuncio clasificado en el periódico, buscaban un piloto para un Twin Otter, de inmediato se me prendió el bombillo y puse en práctica mi plan 1B-75.

Tratando en un principio de ocultar mis intenciones con rapidez busqué un lugar donde comprar un uniforme de piloto y otras cosas más que me harían falta. En pocas horas tenía una hoja de vida hecha y pesar que mi experiencia de vuelo se limitaba a unas avionetitas este era mi oportunidad o nunca volvería a tener el chance de probar mi fibra como aviador comercial. Para algo tenían que servir mis horas en el simulador de vuelo en la PC, varias novias me habían dejado a causa de mi manía por volar a toda hora y estaba por probar que valía más la pena, las novias o el simulador de vuelo. Vestido de piloto me presenté en la compañía Air Canarias, conversé con el dueño, un español amable y jovial, de la vieja guardia y un tanto loquete como yo, el hombre estaba desesperado y simplemente después de escucharme hablar tan convincentemente y revisar mi currículo y papeles en regla me dijo que si podía agarrar el avión esa misma tarde y llevar a unos turistas hasta Lanzarote. Le estreché la mano y le dije "tiene usted a su nuevo comandante."

A golpe de mediodía Ramón me llevó disfrazado de piloto al aeropuerto, él me miraba como diciendo pobre loco este, pero me deseó buena suerte y simplemente que le avisara cuando estuviera de vuelta. Caminando por el terminal me dirigí a la puerta de embarque, saludé a los turistas y me dispuse a entrar al avión, con siglas EC-4382. En la cabina pude ver un cabello largo, en principio me dije "coño pero si estos mojones no tienen aeromoza" y entré a ocupar mi puesto de comandante. Sentada a mi derecha estaba Marta, Marta Valcerón, mi copiloto, según me contó, ella había decidido iniciar la aventura de su vida. Se había armado del valor suficiente, rompió con las cadenas que la ataban y se marchó a cumplir su sueño de volar, al escuchar mi acento dijo "a pero voy a tener el honor de volar con el sudaquita", en un principio pensé en mentarle la madre pero la idea de tener a una mujer copiloto sin yo ser realmente piloto me tenía algo inquieto así que preferí callar.

Los pasajeros abordaron el avión de hélices y se sentaron cómodos. Yo con cara de seriedad y con voz responsable leía las distintas listas de procedimientos, Marta ocupada con sus labores sonreía cada vez que yo decía alguna de mis locuras. Luego de obtener la debida autorización coloqué el avión en la cabecera de la pista, aceleré los poderosos motores y al aire. Después de superar los primeros ochocientos pies me sentí tranquilo, mi copiloto me seguía mirando como si le debiera dinero o le gustara, dinero no le debía a menos que fuera hija de la española que tenía una librería en Caracas y que nunca le había pagado unos 35 libros de filosofía, de modo que debía gustarle, pero este no era momento para andar con esas estupideces. El piloto automático se encargó de navegar el resto del viaje, yo en el ínterin hablaba pendejadas con Marta de la nada y del todo, averiguando como siempre de las vidas ajenas, no era más que la búsqueda infinita de la razón de mi existir. Finalmente aterricé en Lanzarote en donde comenzaría una de las tantas aventuras por las que tuve que pasar a lo largo de mi vida de superhéroe.

Los pasajeros se bajaron y yo con cara de seriedad los despedía en la puerta del avión. En media hora estaban montados los otros pasajeros, dos de ellos de aspecto raro debo confesar, pero yo en mi emoción por estar volando, además de tener a la copiloto del año a mi lado no pensaba más allá de mis narices. "Mira gallega" le dije "esta manga la vuelas tu", Marta contestó "pues joder tío que no soy gallega, pero bueno que me ha gustao la idea de volar esta manga así que te perdono lo de gallega". Después de persignarme por que Martica iba a volar el avión cerré los ojos e imploré a San Elvio que me ayudara, en pocos segundos estábamos en el aire con destino a Las Palmas, ya fastidiado de la forma como me miraba Marta la miré con ojos profundos; ella, hizo lo mismo. Y un cálido abrazo habló por boca de ambos. En el aire se sentía la excitación del momento, el anhelo de libertad q el momento les brindaba. La besé para que nunca lo olvidara; ella, me correspondió. El sincero y largo beso nos provocó un agradable calor que ansiaba las manos del otro. A una altura de ocho mil pies nos entregamos en los brazos del desate. Y así, entre besos, caricias y miradas de complicidad, nos amamos acompasadamente.

Mi vida está llena de jodidas situaciones, una peor que la otra, desde que tengo uso de razón he estado metido en robos, explosiones, accidentes, balaceras y demás pruebas constantes para mi existir. Justo cuando me divertía más con mi copiloto la puerta de la cabina se abrió de golpe, un hombre armado, con cara de marroquí huérfano me gritó que se trataba de un secuestro. "Coño de la madre" pensé "yo estaba tirando bolas de moco al techo y ahora estoy secuestrado en el medio del océano". "Somos el Grupo de Liberación Marroquí, y esta aeronave ahora nos pertenece, cambie el rumbo de inmediato hacia Casablanca" demandó el poco amigable y arrecho árabe. "Mira marroquí" le dije "esta vaina no tiene gasolina para llegar a Casablanca así que me dices que quieres hacer?, el secuestrador aún más violento y en un perfecto castellano me dijo que no me creía y debía volar hacia donde el quisiera so pena de matar a mi copiloto en el acto. Miré a mi copiloto y pensé “coño no, no me la vayas a matar todavía”.

En la parte de atrás otro secuestrador insultaba a unos turistas alemanes, los hacía cantar piezas de cuna en alemán y quitarse la ropa. Después de avisar a las autoridades que nos encontrábamos secuestrados, desvié la aeronave hacia Casablanca, Marta estaba muy nerviosa y yo sinceramente pensé que iba a llegar mi final a manos de un loco fanático que simplemente parecía estar haciendo aquello por joder. Me puse a conversar con el secuestrador ante la mirada atónita de Marta, le contaba que una parte de mi ascendencia era árabe y que me a mi no me había dado por volar al planeta en pedazos, aunque ganas no me faltaban pero había decidido que los humanos se destruyeran solos, que efectivamente mi locura era infinita pero sin hacerle daño a los demás, le ofrecí montar un negocio en Caracas de alfombras persas y cacharros marroquíes o un restaurant para comer cordero con cuscus. El secuestrador no podía creer mi tranquilidad y hasta por momentos se emocionaba y me hablaba de las ideas que tenía él para su futuro, luego recuperaba su hostilidad habitual y colocaba su pistola en la sien de mi copiloto gritando “al-ham dulila, al-ham dulila” mientras la pobre muchacha aterrada mostraba algunas lágrimas.

“Por favor Hamed, no nos vayas a hacer nada, mira que yo tengo un perro gran danés que se muere si yo no regreso” le dije, “mi nombre no es Hamed, es Azedine” respondió el malo de la partida, de seguido nos dijo “en serio tienes un gran danés?, no lo puedo creer, yo tengo uno, es negro y se llama ‘Kicham’, “el mío es arlequín y se llama ‘Alerón’, y como te digo se muere sino me vuelve a ver, tu crees que Alá te perdonaría si mi perro no me vuelve a ver?, el pobre marroquí ahora estaba más confundido que el día en que yo ingresé al servicio militar por órdenes de mi padre quien ya no me soportaba en la casa, volteaba a todos lados y decía frases en árabe a su compañero “Hassan” quien continuaba torturando a los alemanes con cigarros prendidos y lamentos musulmanes.

Entre los artefactos que había comprado en el pueblo estaba una inyectadora, la cual había llenado con desinfectante de pocetas, el marroquí seguía discutiendo fuertemente con su compañero cuando saqué la inyectadora y se la clavé en la pierna, el hombre mirándome a los ojos solo alcanzó a entregarme una foto de su perro y cayó rendido. Del tiro brinqué de mi asiento agarrando un pote de pimienta negra que también había adquirido en Las Palmas, mi copiloto pálida y sin voz se tapaba la boca para no gritar, me paré atrás del otro secuestrador y le grité “al halum mustafa khalid” lo cual hasta donde yo se no significa un carajo, al voltearse le eché la pimienta en los ojos y le tumbé la pistola de una patada la cual agarró un alemán que le gritó de inmediato “frieren sie Marokkaner ein oder ich töte sie”, nuevamente no entendí un carajo pero el alemán parecía confiado en lo que hacía, el secuestrador rascándose los ojos y llorando se arrodilló y pidió clemencia, lo amarramos con la ropa interior de los alemanes y volví a la cabina.

En la cabina Marta me abrazó y me dijo “joder tío que eres mi héroe, mi superhéroe, ahora como coño me olvido de ti?, su voz ronca y atractiva penetró ciertas fibras que se habían mantenido durmientes por años en mi ser, al principio me asusté, después lo dejé ser, mirándola me limité a decir “el olvido no es más que la razón débil de los que no luchan por lo que quieren” y sonreí mostrando solo la mitad de mis dientes. Sobrevolando el Teide, bello volcán en territorio español, decidí incinerar al par de secuestradores, abrí la puerta del avión y solté el par de malandros esos hacía el vacío, un viejo alemán que no me entendió que pasaba también saltó al vacío perdiéndose en la lava incandescente a pesar que traté de detenerlo con todas mis fuerzas.

Aterrizando en Las Palmas todos los noticieros del país y las autoridades locales nos esperaban, sin decirle nada a nadie salté del avión en el primer “taxi-way” que encontré, a lo lejos vi como Marta llevó la aeronave a puerto seguro y fue invadida por la prensa. En la noche escondido en un hotel veía el noticiero que hablaba de un misterioso piloto que había salvado a sus pasajeros para luego desaparecer sin dejar rastros, ellos simplemente no entendían que yo no en ese momento no podía revelar mi identidad. Con la oscuridad como aliada me desplacé al amplio lugar lleno de palomas y con una fuente en el medio, allí me despedí para refugiarme en el anonimato.

Marta se dedicó a vivir, a extrañar dicen por ahí, pero encontró refugio en su trabajo. Años después en una extraña plaza la volví a ver, aquella era la misma plaza en donde una noche de Diciembre el destino los había unido para siempre.....

Monday, December 05, 2005

En otra isla

Muy deprimido caminaba por alguna avenida capitalina, como me puede suceder esto a mi?, no es justo, que decepción, con mis manos en los bolsillos y la mirada perdida unos rayos de sol calentaban mi cuero cabelludo, horror, terror, dolor, quien ha visto algo así, no te preocupes Policarpio lo superarás, me decía a mi mismo mientras me daba palmaditas en mi espalda. Deambulé por la ciudad por un rato, un tiempo no constante, sin ideas racionales, con mi mente fijada en una idea cierta y palpable, como coño habían podido aumentar el precio de la Coca-Cola?

Igualito como siempre y otra vez en mi cuarto las notas de "So lonely" por The Police me hacían compañía, "Alerón" mi perro fiel pedía a gritos cariño, el loro repetía alguna grosería que le había enseñado y yo sumido en mi tristeza lanzaba una pelota contra la pared. Me levanté y me miré al espejo, unas calcomanías viejas de mi niñez aún lo adornaban, demostrando que la goma con que las hicieron era más resistente que mi propia existencia. Las mismas preguntas, las mismas respuestas, repetido, viejo, gastado, nada nuevo la verdad, lo mismo de siempre, la vida simplemente pasando y yo mirando.

La vida de superhéroe por momentos hace mella, metí dos franelas y un traje de baño en un morral y me lancé hasta Maiquetía, de allí un avión con destino a La Isla, a la bella Margarita, a descansar, a disfrutar del sol, del agua de mar, tomar coco frío y respirar el aire marino para limpiar mis pulmones agobiados por el smog de la capital. Sentado sobre una toalla, con el ruido de las olas del mar disfrutaba yo de un delicioso siete potencias, de pronto un ruido ensordecedor irrumpió en mis oídos, "que es esto?, me pregunté, al mirar hacia un lado vi como en la calle y a toda mecha pasaba una moto poderosísima, su piloto vestía ropas de Harley Davidson, en aquel calor algo incomprensible para mi pensamiento lineal. Me paré y caminé hacia donde se había estacionado el misterioso personaje, de pronto y al quitarse el casco me di cuenta que se trataba de una dama, una dama en moto y que iba a comprar unas empanadas a la playa.

A pesar que el ruido había perturbado mi tranquilidad continué mi camino hacia la extraña dama, ella muy tranquila pedía empanadas de cazón para llevar y parecía no inmutarse por nada. En el tarantín de las empanadas pedí una simplemente con la finalidad de joder al parque y ver de que se trataba aquel personaje vestido así en aquel calor, cuando la dama fue a pagar me adelanté y dije "yo le invito las empanadas, eso si me debe decir que carajo hace usted vestida así en este calor?, la mujer recelosa pagó y ni siquiera me contestó, me echo una mirada de arriba a abajo se colocó su casco y se fue haciendo ruido en aquella máquina infernal.

Gustosamente descansaba en la habitación del hotel donde me hospedaba cuando viendo la televisión escuché que una famosa locutora de la isla había desaparecido unas horas atrás. Traté de no hacerle caso a la historia pero mi curiosidad y mi pacto con la humanidad dominaron mi cerebro, al parecer había desvanecido de un momento a otro, nunca llegó para hacer su show de farándula y entretenimiento a la estación de radio, su moto había aparecido en un pueblo llamado Juan Griego, pero de ella no existía ningún rastro. Por un momento intenté de olvidar el asunto pero a los dos minutos me encontraba en el lobby del hotel haciendo preguntas a ver si alguien sabía algo. Según entendí la conocida locutora venía denunciando la presencia de un grupo de holandeses en la isla que se dedicaban al tráfico ilegal de sustancias prohibidas, “Lami, Lami Cabagnes se llama la locutora” me dijo el empleado del hotel. "Coño Policarpio, pensé "estás de vacaciones, no te las vayas a joder, además esa mujer con ese nombre más raro, anda a saber tu en que anda."

Racionalidad, esa palabra me acompañado toda mi vida, sin lugar a dudas no era racional no joderme las vacaciones porque la pobre mujer tuviera un nombre raro, alquilé un carrito y me embalé a buscar a la misteriosa dama. Mi primer punto de búsqueda fue Puerto Cruz, una playa en donde los surfistas se reunían a practicar su deporte, beber caña y meterse sus alucinógenos. Con mi wet suit puesto y con la vida aprisionada por el mismo empecé a correr olas, los locales me miraban con recelo, algunos turistas simplemente ni me miraban, y yo seguía tratando de pararme en aquella tabla poseída por Neptuno. Finalmente pasó lo que tenía que pasar, me llevé por el medio a un surfista, nos dimos un carajazo bestial, y después de tragar agua y haber partido la tabla estaba acostado en la arena rodeado de surfistas arrechos que me querían matar. Les metí un cuento, les dije que era detective y que estaba buscando a Lami, los surfistas de inmediato camabiaron cara y se mostraron colaboradores pues Lami, al parecer, era una especie de semi-diosa en la isla con su voz ronca y sus programas entretenidos.

Otro grupo de surfistas observaba a lo lejos, "los holandeses" me dijo uno de los locales, en ese momento supe que eso era todo lo que tenía que saber, me despedí y les regalé el wet suit, caminé por la playa hasta llegar a un grupo de holandesas que esperaban por sus surfistas en la orilla, me presenté y les di mi dirección de correo electrónico para ver si querían hablar por ahí e invitarme a Ámsterdam en algún momento, ellas sonrieron y prometieron escribirme. En cuestión de segundos tenía a los holandeses mirándome con cara de pocos amigos, les dije que era vendedor de cera para tablas y tintes de pelo, y que estaba buscando clientes, les ofrecí unos precios irresistibles, eso si, tendrían que acompañarme al depósito en donde guardaba los productos.

Se subieron al carro conmigo tres holandeses, quienes hablaban felizmente en inglés conmigo y se preguntaban como carajo lo había aprendido tan bien, los mareé con unos cuentos de cuando surfeaba en Australia y de mi batalla a muerte con un tiburón blanco llamado “Ian”. Cuando los surfistas se habían relajado aceleré el carro a velocidades inesperadas, los holandeses al principio se reían, luego gritaban, después lloraban, "ahora me dicen no jodas, donde está Lami, donde está la locutora no jodas o nos matamos pal carajo los cuatro" gritaba yo mientras aceleraba a más de 180 km/h en la peligrosa autopista de la isla, los tipos no soltaban prenda y ya a 220 km/h y rodando por el canal contrario uno de ellos me gritó que me parara que el iba a confesar todo.

Sin pensarlo mucho reduje la velocidad pero para que quedara constancia que estoy loco de bola me metí contra un kioskito que vendía cocadas y escoñeté todo lo que tenían en el, con el carro en la arena y los holandeses golpeados por el carajazo me dispuse a hacerlos hablar, eso si primero tuve que quitarles unos dólares para dárselos al margariteño al que le había reventado su puesto de ventas. Los holandeses se gritaban entre ellos en su idioma, dos de ellos salieron corriendo y no pude detenerlos pero le hice una zancadilla al otro y me le lancé encima, le metí un puñado de arena en la boca y se la hice tragar, luego lo arrastré hasta el kioskito destrozado en donde metiéndole la mano en una batidora que todavía prendía lo hice hablar acerca de Lami mientras lo amenazaba también con amarrarlo por 3 meses comiendo chocolate y cochino asado para que perdiera los abdominales que tenía marcados.

El infeliz surfista confesó que el sabía que a Lami la iban a sacrificar en un acto surfista, un acto antiguo y salvaje, realizado para alabar a los Dioses del Surf, en la noche en La Restinga, otra playa de la isla, ahora el no sabía nada de estupefacientes ni alucinógenos, le metí otro puñado de arena en la boca y le di una patada en la boca del estómago. Le dije al margariteño que los holandeses me habían secuestrado y que este era el que venía manejando el carro, el vendedor lo agarró a palos también y yo me fui corriendo a buscar transporte para Porlamar.

Sin decirle nada a nadie pues de informar a las autoridades venezolanas seguramente Lami saldría sin vida por la actuación mediocre de las mismas, me armé con los clásicos materiales que necesita un loquito como yo para causar el caos, luego pasé por el hotel y alquilé otro carro mientras les informaba que había sido atracado por unos holandeses que me habían dejado botado en la carretera. Pasé por la 4D y me comí un helado de Nutella, con calma manejé hasta La Restinga y estudié el lugar a fondo para poder salvar a la famosa locutora. Leyéndome un periódico viejo que encontré dentro de la basura esperé a que llegaran los surfistas para realizar el sacrificio.

Comenzaron a llegar a golpe de 6 de la tarde, prendieron una fogata y clavaban sus tablas haciendo una especie de camino. Apareció un Jeep en donde traían a la locutora, cual sería mi sorpresa al ver que era la dama vestida de Harley Davidson que me había mirado feo en la mañana. La verdad me provocó pintarme el pelo, poner cara de holandés y quemarla viva también pero eso me habría marcado de por vida y no podría cargar con eso en mi conciencia. Unos 20 surfistas y sus mujeres bebían y celebraban, armaron una especie de altar con bamboo y allí colocaron a Lami, se escuchaban risas macabras y cánticos desconocidos.

Un carro misterioso llegó de pronto, del mismo se bajó el jefe de la policía del Estado Nueva Esparta y empezó a repartir alucinógenos a todos los surfistas, allí agradecí a mi ángel de la guarda que no se me había ocurrido avisarle a la policía porque de seguro Lami quedaría carbonizada cual chicharrón piche. El silencio se apoderó del lugar, todos los surfistas se colocaron en perfecta formación y el jefe de la policía ahora vestido con wet suit y una peluca amarilla se plantó al frente de la capilla crematoria que habían construido para Lami. Unos rezos prosiguieron y comenzaron a bañar a Lami con anis y ron, la pobre mujer con la boca tapada y vestida de guerrera de la carretera no la estaba pasando bien.

En ese momento comenzó a surtir efecto mi plan, aparecieron 5 muchachitos, vendedores de empanadas y maíz a los cuales les había pagado para que distrajeran a los surfistas mientras yo podía actuar. Los surfistas y el jefe de la policía trataban de ahuyentar a los niños que insistían en venderles unas empanadas y unos maíces cocidos. Pude ver como la tensión se estaba apoderando del ambiente pero el jefe de la policía y los surfistas usando la fuerza amarraron a los pobres niñitos y los pusieron al lado de Lami. “Carajo” pensé “no solo van a quemar a Lami sino a los chamos estos también”, sin perder ni un segundo pasé a la segunda etapa de mi plan. Prendiendo el carro que alquilé en fuego lo lancé por una ladera que daba a la playa, el carrito, ya el segundo que le escoñetaba a la empresa de alquiler agarró velocidad y explotó justo como lo había calculado unos metros antes de donde los macabros surfistas realizaban su sacrificio.

Mientras la atención se posaba sobre el carro en llamas, prendí unos fuegos artificiales que había comprado y que comenzaron a iluminar el cielo, la confusión reinó entre los surfistas quienes no sabían para donde mirar. Aquí prendí un radio reproductor con una musiquita que siempre llevaba para casos así y que me había grabado mi amigo Atanasio, una mezcla de Thrash Metal con Dark Metal, en ese momento los nervios y el caos se habían apoderado de la situación, corriendo por la arena con dos antorchas encendidas, un antifaz del zorro y una franela Rip Curl para no perder la nota surfista me paré al frente de la banda de traficantes.

Tengo que reconocer que en esos momentos de tensión me da por reírme, los surfistas no entendían de que se trataba todo y el jefe de la policía huía en su potente auto deportivo pensando que se trataba de un atentado perpetrado por el Cartel de Medellín. Algunos surfistas ante aquel espectáculo corrían y se lanzaban al agua con sus tablas, pues pensaban que le había llegado su hora, finalmente quedaron los tres anormales a los cuales había hecho sufrir la aventura en el carro. Tomando mi china y mojando un garbanzo en gasolina, para luego pasarlo por la antorcha disparé el primer garbanzo de fuego en la historia de la humanidad, el mismo le pegó en la franela a uno de los surfistas incendiándose al momento, otro de ellos al ver esto optó por correr hacia el agua y el último quien no era otro que al que le había metido la arena en la boca se abalanzó hacia mi con toda su fuerza.

Del golpe me arrancó el antifaz del zorro y al verme se arrechó más aún, trató de meterme arena en la boca pero con habilidad logré darle con la liga de la china en la cara pues no pude cargar el garbanzo, el holandés se retorció y le volví a echar arena en la boca, el hombre sin poder hablar se arrodilló y pidió clemencia. Me acerqué a los niñitos quienes no estaban muy contentos por haber terminado amarrados y casi chamuscados, les regalé mi china y prometí que la locutora los llevaría a su programa para que cantaran algo.

Finalmente solté a Lami quien al ver mi cara no sabía para donde agarrar, trató de explicar el por qué de su conducta en la mañana y hasta me dijo por qué llevaba ese traje de motorizada, yo la verdad no la estaba escuchando, su mirada tenía algo, esas cosas que no podemos explicar, extendí mi mano llena de arena y dije “Policarpio y por favor no pidas explicaciones de que hago aquí”, ella trató de darme un beso y simplemente me quité, los dos al unísono dijimos “igual que yo, yo hubiera hecho lo mismo”, le dí una palmadita en la espalda a la altura del hombro y me perdí en la oscuridad de la noche...