Tuesday, October 18, 2005

Publicista

Me encontraba mirando por la ventana de mi cuarto cuando cansado y hastiado de la monotonía clásica que envuelve la vida de los seres humanos decidí salir a caminar, a ver mi ciudad que tanto tiempo tenía sin recorrer, me vestí con mis blue jeans y mi franela blanca, la misma con que usualmente atacaba las noches de la capital palpitante, la misma que había sido testigo de mis peripecias y andanzas en aquella época cuando la vida pasaba con la rapidez de un cohete camino a un planeta lejano en otra galaxia.

A pesar del tiempo que tenía sin patear la calle no me costó acostumbrarme a la misma, caminé un rato y me subí al metro para bajarme en el majestuoso Boulevard de Sabana Grande, debo reconocer que la primera impresión al ver aquel desastre en que se había convertido el otrora reluciente y palpitante boulevard me impactó, una mezcla explosiva de suciedad, individuos sin destino, vendedores ambulantes, humo, olores fétidos, mendigos, niños haciendo malabarismos, rateros, personajes con la mirada perdida y un mar de hormigas que caminaban religiosamente a su trabajo.

Recostado en una silla de un establecimiento pensaba en como había sido posible esa transformación, sin lugar a dudas este cuadro dantesco era un reflejo claro y genuino de la realidad abrumadora que pesaba sobre las espaldas de los habitantes de aquella ciudad, recordé con nostalgia aquellos días en que caminaba por aquel paseo de ladrillos simplemente buscando el aroma de un nuevo día, el renacer de las esperanzas y la ilusión de lo desconocido. Disfrutaba mi Coca-Cola bien fría, si pues no todos le suministramos al cuerpo su dosis de cafeína de la misma manera, cuando pude ver como hacía su entrada triunfal, serena y segura de si misma caminó hacia la caja registradora y compró su café con cachito de jamón, esa fue la primera y última vez en mi largo andar por este mundo que ví a Irama Calígena.

Intentando recobrar mis sentidos noté como con disimulo se sentó en la mesa frente a mi, con marcialidad colocó su café y su cachito de jamón en la mesa, tomó el periódico y comenzó a leer mientras degustaba su desayuno. Yo con mi estilo bandera característico la miraba fijamente haciéndole saber que efectivamente me llamaba la atención y que no perdería la oportunidad de decirle así fuera unas líneas de galán de panadería, entre tanto mirar y mirar cual niño chiquito fue cuando pude ver que entre la bota que llevaba puesta y su pantalón de tela se hallaba el estuche de una pistola, y según me enseñó mi tío Gregorio usualmente estuche de pistola tiene pistola adentro.

A pesar del susto inicial esto hizo a la misteriosa dama aún más interesante, después de todo mi paseo por la ciudad parecía tornarse interesante, Irama con cautela bajaba su periódico para vistearme de vez en cuando, yo simplemente mantenía una sonrisa perenne en la cara para evitar que en una de sus miradas fugaces me fuera a pillar con cara de fiscal de tránsito, en una de las miradas no pude aguantar y le dije "que tal?, te puedo acompañar?, Irama sin dudar ni un segundo respondió "claro, como no, siéntate aquí."

"Ay coño" pensé, "mujer con pistola, ojos grandes, llamativos, sonrisa perfecta y segura de si misma, ahora si que el día se acomodó", con cuidado de no rozarle los pies no fuera a ser que un tiro saliera disparado me senté y dije calmadamente "Hola, mi nombre es Policarpio, soy escritor de profesión, poeta sin oficio y transeúnte del planeta", ella sonrió y me dijo "Irama Calígena, publicista, ocupada de sol a sol y desayunandito por aquí."

No pudimos ocultar las risas, esas que salen sin forzarlas, esas que inevitablemente te ponen a volar la imaginación y a decirte a ti mismo "en que peo me metí yo por gusto", si aunque no lo crean esas cosas pasan y usualmente pasan para recordarte que eres humano y que no te salva nadie. Conversamos un rato de las típicas tonterías que conversan dos almas que se acaban de encontrar, una que otra mirada, y poco a poco el tiempo fue pasando, de pronto Irama me dijo "me tengo que ir, de verdad que has hecho mi día mas agradable, gracias", se levantó de su silla y se volteó, por un segundo pensé que se iba a ir tan fácil como llegó pero Irama miró nuevamente como esperando mi reacción, yo en mi perdición lunática solo alcancé a decir, "para que carajo un publicista tiene una pistola en la pierna?

Giró nuevamente hacia la puerta pues al parecer no se sintió cómoda con mi pregunta, esta vez la detuve y le dije "no quise incomodarte es solo que vi la pistola y me llamó la atención", Irama con voz suave y firme me dijo "ya la vistes ahora tengo que matarte", mi risa quedó helada cuando pude notar que Irama no se reía en lo más mínimo, ahora fui yo el que trató de caminar hacia la puerta pero la mirada penetrante de Irama hizo que me quedara en el sitio, "bueno Policarpio, la verdad me caes bien, solo hay una forma que no te mate, me tienes que ayudar", "pero ayudar a que? Contesté, "pues bien yo de publicista tengo lo que tu tienes de bailarín de ballet, soy espía, de una organización secreta, y ahora tu eres mío", sus palabras calaron en lo más profundo de mi ser solo alcancé a pensar "coño yo no aprendo, tienes que quedarte en tu casa tranquilo, cada vez que sales te metes en un peo distinto."

En cuestión de segundos Irama me tomó del brazo y me llevó hacia un carro que tenía estacionado en medio de aquel caos, nos subimos y me tendió un pedazo de tela, "póntelo en los ojos, no puedes ver a donde vamos", en el reproductor se podían escuchar las notas de alguna canción de "The Cure" que ahora no puedo recordar, yo obedecí y en cuestión de pocos minutos estábamos bajándonos del carro, caminé todavía con la venda en mis ojos hasta que Irama me sentó en una silla, "te puedes quitar la venda" me dijo, el lugar era una especie de galpón no muy grande, con un escritorio, una lámpara y unos armarios, "bienvenido a mi oficina, espero sea de tu agrado" dijo Irama mientras sonreía sarcásticamente, me entregó una pistola y un chaleco antibalas y me dijo, "vas a fingir que eres mi esposo, amante, novio, pareja, lo que más te guste, sin preguntas, simplemente tienes que hacer lo que te diga"

La travesía nuevamente en el carro fue tediosa debido al tráfico reinante en la ciudad, finalmente llegamos a un conocido hotel capitalino, adentro en uno de sus salones había una convención de publicistas, Irama caminó con calma y presentó sus credenciales para que nos dejaran entrar, en el salón reinaba el bullicio de muchas personas hablando al mismo tiempo, caminamos mientras Irama me presentaba a todos sus "colegas" hasta llegar a una mesa en donde tomamos asiento. Pasado un tiempo un representante de la Cámara de Publicistas subió al estrado y tomó la palabra, comenzó a dar su discurso acerca de la importancia de los medios de comunicación en conjunto con la publicidad, Irama me susurró al oído "en un minuto lo liquido, ese es el objetivo de esta misión, al parecer este individuo es el Rey de la Publicidad Engañosa y se me ha encomendado desaparecerlo de la faz de la Tierra", "coño" pensé yo "van a matar al viejo ese hablador de mierda."

Inmediatamente y sin mediar palabras sacó su pistola y accionó el gatillo, el viejo cayó hacia un lado mientras los gritos y el caos se apoderaron del lugar, en medio de ese peo agarré a Irama y la besé, alcancé a escuchar a un tipo que decía "carajo estos si que se aman porque en medio de este zafarrancho se caen a besos", Irama un tanto sorprendida por mi beso me pegó una cachetada y me volvió a besar, a todas estas la gente corría desesperada y la gritería era ensordecedora, sin decir nada me jaló y corrimos junto con las otras personas, nos subimos al carro y nos fuimos del lugar, no dijimos nada en el camino, Irama estacionó su carro enfrente de la misma panadería donde todo había comenzado, me pidió la pistola y me dijo "el chaleco anti-balas te lo regalo, para que te acuerdes de mi" y me abrió la puerta del carro.

Con la misma rapidez que había llegado se fue sin decir adiós, allí parado solo en pleno Boulevard de Sabana Grande me vi sosteniendo un chaleco anti-balas y un hueco más para mi existencia, miré hacia lo alto buscando una respuesta que no llegó, baje la mirada y sonreí como siempre hago cuando no entiendo las jugadas ingeniosas de la vida, caminé hacia el metro y volví a mi casa a guardar el chaleco anti-balas en el closet y a enterrar mi sentir en un papel.

A veces sentado en mi ventana recuerdo esta historia, voy al closet y veo el chaleco anti-balas y no me queda otra que sonreir, a veces sentado en mi ventana recuerdo a Irama y mi mente se traslada a aquel intenso día, suena el teléfono y contesto "Hola Policarpio" dice la voz, "te sientes con ganas de matar a alguien?, petrificado contesto "ni de vaina yo tengo de asesino lo que tu tienes de ser humano"….

3 comments:

Ceshire_andromeda said...

Dinobat tienes una habilidad increíble para inventar historias con gancho (de esas que uno no puede parar de leer)y que para colmo son jocosas. Clap clap clap. Te aplaudo.

Sandra

www.ceshire.blogia.com

Phases Moon said...

Que aguerrido!!! me pregunto en dónde había dejado el traje de superman mientras estaba con Irama, BRAVO POR EL BESO!!!

DINOBAT said...

Gracias, gracias que más puedo decir....